Espejismos(15)
Estoy con él, él está conmigo, y se supone que será así para siempre. Y, aunque todas esas vidas anteriores fueran interesantes, su único propósito era conducirnos hasta este momento. Ahora que Drina ha desaparecido, no hay nada que pueda interponerse en nuestro camino, nada que nos impida seguir adelante… salvo yo. Y aunque quiero saber todo lo que ocurrió con anterioridad, eso puede esperar. Ha llegado el momento de dejar atrás mis celos e inseguridades, de dejar de buscar excusas y de dar por fin, después de tantos a?os, ese gran salto hacia delante.
Sin embargo, cuando estoy a punto de decírselo, Damen se aparta súbitamente un segundo antes de que pueda acercarme a él.
—?Qué pasa? —pregunto a voz en grito al ver que se aprieta las sienes con los dedos mientras se esfuerza por respirar. Y, cuando se vuelve hacia mí, no me reconoce y me atraviesa con la mirada.
No obstante, el momento desaparece tan rápido como aparece. Su mirada vuelve a llenarse de la calidez y el amor a los que he llegado a acostumbrarme mientras él se frota los ojos y sacude la cabeza.
Me mira antes de decir:
—No había sentido esto desde antes de… —Se queda callado y su mirada se pierde en la distancia—. Bueno, tal vez nunca. —Pero cuando ve la preocupación en mi rostro, a?ade—: Estoy bien, de verdad. —Y como ve que me niego a dejar de agarrarlo con fuerza sonríe y dice—: Oye, ?te apetece dar un paseíto por Summerland?
—?En serio? —pregunto con una mirada ilusionada.
La primera vez que visitamos ese maravilloso lugar, esa mágica dimensión entre dimensiones, yo estaba muerta. Y me quedé tan fascinada por su belleza que no quería marcharme. La segunda vez la visité con Damen. Y después de conocer todas sus magníficas posibilidades, siempre he querido regresar. Pero, puesto que solo los ?espiritualmente avanzados? (o los que ya están muertos) pueden acceder a Summerland, no puedo ir allí sola.
—?Por qué no? —replica al tiempo que se encoge de hombros.
—Bueno, ?y qué pasa con mis lecciones? —le pregunto, intentando parecer interesada en los estudios y en aprender nuevos trucos cuando lo cierto es que prefiero con mucho ir a Summerland, donde todo puede hacerse sin esfuerzo y al instante—. Por no mencionar que no te sientes muy bien. —Le aprieto el brazo de nuevo y descubro que todavía no ha recuperado del todo la calidez habitual.
—También hay lecciones que deben aprenderse en Summerland. —Sonríe—. Y si me pasas la bebida, me sentiré lo bastante bien como para crear un portal.
Sin embargo, aunque le paso la botella y da unos cuantos tragos largos, no logra hacer aparecer el portal.
—?Crees que podría ayudarte? —pregunto al ver el sudor que le cubre la frente.
—No… Casi… casi lo tenía. Dame un momento más —murmura con la mandíbula apretada, decidido a llegar hasta allí.
Yo también lo estoy. De hecho, dejo que los segundos se transformen en minutos, pero sigue sin ocurrir nada.
—No lo entiendo… —Entorna los ojos—. No me había ocurrido esto desde… desde que descubrí por primera vez cómo hacerlo.
—Tal vez se deba a que no te encuentras bien. —Lo observo mientras toma otro trago de bebida, y luego otro más… y otro. Y, cuando cierra los ojos y lo intenta de nuevo, obtiene los mismos resultados que antes—. ?Puedo intentarlo?
—Olvídalo. No sabes cómo hacerlo —replica. Su voz tiene un tono cortante que intento no tomarme de manera personal, ya que sé que su frustración tiene que ver más consigo mismo que conmigo.
—Ya sé que no sé cómo hacerlo, pero creí que podrías ense?arme y así…
Sin embargo, antes de que pueda terminar la frase, Damen se levanta de la cama y comienza a pasearse por delante de mí.
—Se trata de un proceso, Ever. Me costó varios a?os aprender a llegar allí. No puedes leerte el final de un libro sin saber lo que viene antes. —Sacude la cabeza y se apoya contra mi escritorio. Su cuerpo está rígido y tenso, y su mirada se niega a sostener la mía.
—?Y cuándo fue la última vez que te ?leíste? un libro sin saber de antemano el planteamiento, el nudo y el desenlace? —pregunto con una sonrisa.
él me mira unos instantes con expresión seria en su rostro de facciones duras antes de suspirar y acercarse a mí. Toma mi mano entre las suyas y me dice:
—?Quieres intentarlo?
Asiento con la cabeza.
Me mira de arriba abajo. Está claro que piensa que no va a funcionar, pero desea complacerme más que ninguna otra cosa.
—Está bien. Ponte cómoda, pero no cruces así las piernas. Eso bloquea el Chi.
—?El Chi?
—No es más que una forma rimbombante de decir ?energía?. —Sonríe—. A menos, claro, que quieras sentarte en la postura del loto; en ese caso estaría bien.
Me quito las chanclas y presiono las plantas de los pies contra la moqueta del suelo para estar tan cómoda y relajada como me lo permita el nerviosismo que me invade.
—Por lo general se requiere una larga serie de períodos de meditación, pero para tardar menos y puesto que tú ya tienes bastante experiencia, vamos a ir directamente al grano, ?de acuerdo?