Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(39)



Porque sabemos que ningún malvado ha sido derrotado sin ayuda de un equipo, ?no? Harry tenía a Ron y a Hermione. Yo tendría a Kiana, Dash y Artie, que no eran tan inteligentes como Hermione ni tan... ?para qué servía Ron? Bueno, no eran el cuarteto de oro, pero servirían de mucho porque tenían algo valioso: información. Sabían todo sobre Tagus y, más importante aún, todo sobre la gente de Tagus.

Nos encontramos en los jardines del campus, esa área verde y despejada en la que los estudiantes pueden poner sus mantas y estudiar, hacer pícnics, reuniones o, en nuestro caso, tramar planes. Allí no correríamos el riesgo de ser escuchados por oídos indiscretos, ya que con ese tema había que tener discreción al estilo de la CIA.

Una vez allí, la información empezó a fluir:

—Aegan es el que tiene el control —declaró Kiana.

—Aleixandre es el más débil —se?aló Dash—. Es como ese robot de limpieza que aparece en la película de Wall-E que va detrás de todo aspirando. él se esfuerza demasiado por mantener la reputación de sus hermanos y al mismo tiempo por ser como Aegan, pero no le sale muy bien. Si te fijas, no tiene ni voz ni voto cuando están juntos.

Sí, lo había notado aquel día en la prueba para el periódico.

En cuanto a Adrik...

—Es muy difícil saber algo sobre él —admitió Dash, pensativo—. Parece un fantasma. Pocas veces lo ves en fiestas y en raras ocasiones te enteras de algún chisme en el que esté involucrado.

Adrik, de nuevo, todo un misterio.

—Mira, para que esto funcione, tendrás que convencer a Aegan y a todo el mundo de que en verdad estás babeando por él —resumió Kiana—. O sea, que tendrás que meterte en el papel de chica enamorada como Joaquin Phoenix se metió en ese papel de Joker: magistralmente. Y lo que he visto cuando Aegan tiene una novia nueva es que ella deja de pensar por sí sola para pensar como él, y que siempre andan juntos.

—Excepto en el club —se acordó Dash de repente.

Alterné la vista entre ambos, ce?uda.

—?Qué club?

Dash ladeó la cabeza, incrédulo.

—?No has oído hablar del club?

—Por algo les estoy pidiendo información —enfaticé con obviedad.

Me lo explicaron.

Por lo visto, el club era un sitio tan viejo como la historia de Tagus, donde ya los tatarabuelos de los actuales alumnos pasaban su tiempo libre. Algo así como la sala común de las casas de Hogwarts, pero más grande, muchísimo más grande. Irónicamente, era un espacio exclusivo dentro de lo exclusivo. Al club solo podían acceder los Cash y algunos chicos de las familias más importantes. ?Recuerdas que te hablé de ellas? Pues esas.

Dentro, tenían una regla fundamental al estilo Las Vegas: ?Lo que pasa en el club se queda en el club?, así que, fuera de sus miembros, nadie sabía lo que ocurría allí.

?Qué parecía? El sitio perfecto para esconder más secretos.

—Casi nadie puede entrar —complementó Artie, que había estado callada—. Y para tener acceso necesitas ser o miembro permanente o miembro temporal. Para hacerte miembro permanente, alguien te debe proponer, y para ser temporal, algún miembro debe llevarte al menos un día.

Interesante. Muy interesante. Los Cash tenían una guarida.

—Entonces, ?ese sería el sitio al que debo entrar si realmente quiero formar parte de su círculo? —quise asegurarme.

Kiana y Dash asintieron al mismo tiempo.

—Creo que debes hacer la ruptura públicamente en la feria de aniversario de los fundadores —sugirió Kiana—. Nadie va a faltar, todo el mundo estará allí. Será el lugar y momento perfecto.

—?Cierto! —exclamó Dash, iluminado por la genialidad de esa idea—. ?En la tarima!

Kiana asintió, ansiosa de presenciar ese suceso.

—Subirse a una tarima me parece demasiado dramático —opinó—, pero a Aegan le encantan los escándalos y las noticias a toda voz.

Había escuchado a Artie hablar de esa feria varias veces. Era grande.

—?Cuánto falta para ese día?

—Dos meses —contestó Kiana.

Bien, si me esforzaba, era tiempo suficiente.

Debía empezar.

Paso 1: entrar en el club.

Se lee fácil, ?no?

Pues convencer a Aegan de llevarme a ese club no fue tan sencillo como podía parecer; no, no, no, amiguitos y amiguitas.

Se lo mencioné por primera vez al día siguiente después de salir de clase mientras íbamos en su auto. Algo irritante de Aegan era que no decía a dónde nos dirigíamos porque le parecía suficiente con saberlo él. Eso demostraba que, aunque a simple vista parecía ser solo un tipo guapo, en realidad ser el líder de los tres hermanos, el que había construido la reputación que los precedía, le había hecho desarrollar una impecable habilidad para ser un excepcional idiota.

—Bueno, ?a dónde vamos? —pregunté con mis falsos ánimos de novia feliz de estar junto a él.

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