Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(38)
él presionó la pantalla del reproductor para que sonara la siguiente.
—Seguramente la puso Adrik.
?Adrik escuchaba a Adele? Ohmaigá.
Daba igual, la puse otra vez.
—Suena bien, la dejaré.
Y él la cambió de nuevo.
—Que no me gusta. Por la ma?ana siempre prefiero oír a Mick Jagger, de los Rolling Stones. Me da energía. Es mi favorito.
Volví a poner a Adele.
—Podemos oírlos cuando termine esta canción.
Aegan la adelantó.
—No. Y punto.
Me negué a seguir esa ridícula batalla, así que apagué el reproductor y miré por la ventana.
Lo de Eli llegó a mi mente de inmediato, porque la verdad era que no había salido de mi cabeza en toda la noche. Lo siento, pero sí era raro. No, era muy raro. No, era tan raro que pasaba a ser también interesante.
?A qué conclusiones había llegado con esa historia? Que Tagus tenía tantos secretos como extintores. Uno en cada pasillo. A la vista, pero al mismo tiempo invisibles. Y hago esta comparación porque, dime, ?quién les presta atención a los extintores? Nadie, hasta que los necesitas.
Artie necesitó un extintor la noche anterior y lo usó para apagar su llama de la ira.
Pero, sin saberlo, encendió mi llama de la curiosidad.
?Qué había pasado con Eli? ?Cómo fue que un día dejó de ir a Tagus y nadie la había vuelto a ver? ?Acaso ahora yo estaba en su lugar? ?Estaba sentada donde ella se había sentado? Y más importante: ?el injustamente atractivo espécimen que iba a mi lado mordiéndose con distracción el interior de su labio había tenido algo que ver con su desaparición?
Quería saberlo. Quería saberlo todo. Mi cuerpo exigía al menos intentar encontrar una pista. De no existir el vídeo que Artie tenía guardado habría sido muy difícil, pero la grabación me daba un punto de partida: la antigua biblioteca.
Esa era la otra parte del plan que no le había contado a Artie para no asustarla. Si no podía decirle a nadie que había algo raro en relación con Aegan y la desaparición repentina de su exnovia, lo investigaría por mi cuenta. Buscaría pistas, cualquier cosa que me pudiera ayudar a comprobar si Artie tenía razón al pensar que Aegan le había hecho algo a Eli. Por otro lado, que Dash y Kiana creyeran que solo quería humillar a Aegan me serviría para recabar información adicional sobre él. Estaba todo cubierto.
La única complicación era que solo tendría los noventa días que duraban sus noviazgos para lograrlo.
Aegan detuvo el coche frente al edificio de mi facultad y yo detuve el hilo de mis pensamientos, y procedí a abrir la puerta para irme sin despedirme, pero...
—Recuerda avisarme de dónde estarás —me dijo.
Solté una risa y no me lo tomé en serio.
—Claro.
—Solo un mensaje; iré a cierto sitio —insistió.
De acuerdo, me giré hacia él, todavía burlándome con la sonrisa.
—Me encantaría ver cómo una turba feminista te oye decir eso.
Su cara impasible demostró que no lo decía solo para molestarme.
—Hablo en serio.
—Y yo también.
—Eso forma parte de las indicaciones para nuestra relación que no me dejaste decirte —me recordó.
—Y que no pienso dejar que me digas ahora porque no me importan —sonreí.
No tuvo más paciencia. Clavó su mirada intimidante en mí, esa que probablemente usaba para meterles miedo a los demás y que cumplieran sus órdenes, esa que no era de Aegan, sino de ?Aegan Cash, miembro de la legendaria y poderosa familia Cash?.
—Escúchame, Jude —pronunció cada palabra muy despacio con tono amenazador—. Puedes soltar todos los comentarios sarcásticos que quieras y alardear de tu lado de chica superpoderosa, pero respeta mis reglas porque son lo único que va en serio entre tú y yo.
Lo miré por un momento con los ojos medio entornados. él me sostuvo la mirada. Si en ese momento hubiésemos tenido cinco a?os —y tal vez parecía que era así—, habría sido una estúpida guerra de miradas intimidantes.
Finalmente, recurrí a todas mis fuerzas, le mostré una sonrisa ?dulce? y asentí. Abrí la puerta del coche, y apenas salí y la cerré, él arrancó y se fue. Me quedé en la acera un momento, mirando cómo se alejaba. Me di cuenta de que estaba apretando demasiado fuerte mi mochila contra mi cuerpo.
?Sus reglas?
??Sus reglas?!
Ya vería lo que haría con sus reglas.
Era hora de empezar a actuar.
Antes, claro, tuve que asistir a mis clases como una buena estudiante para poder mantener mi lugar universitario. Ya sabes, primero los estudios y luego los planes macabros. No, no, mentira. Esta historia es el ejemplo de todo lo que no debes hacer en la vida. No pretendo ense?arte nada más que eso, así que no sigas mis consejos.
Después de mis clases, me reuní con mi equipo.