Ciudades de humo (Fuego #1)(93)



—Y metemos el cargador con la bota —finalizó.

él aseguró el cargador con el talón de la bota y se puso de pie con agilidad. Apuntó al objetivo como si fuera a disparar, pero no lo hizo. Solo la miró.

—?A qué esperas?

La pobre Alice se había quedado mirándolo, embobada. Enrojeció de pies a cabeza al darse cuenta.

—Ah, sí, sí..., perdón.

Se apresuró a hacer lo mismo. Casi se cayó de lado cuando intentó asegurar el cargador con el talón de su bota, pero Rhett la sujetó del hombro y la volvió a colocar. Después, ella se incorporó de un salto y apuntó al mu?eco. Quitó el seguro y apretó el gatillo. La bala dio en el centro del estómago.

—Lo he hecho bien —sonrió, orgullosa y sorprendida.

—No, lo has hecho despacio. —Rhett enarcó una ceja—. Otra vez. Y más rápido.

A veces, Alice podía olvidar lo exigente que era.

Repitió el proceso cinco veces hasta que él por fin opinó que estaba mejor. Después, Rhett le preparó los ejercicios de siempre para practicar puntería con todo tipo de armas. Alice ya se los sabía de memoria, así que no protestó.

Al terminar, se dio cuenta de que él la observaba con una peque?a sonrisa.

—?Qué? —preguntó.

—No está mal.

—?Consideras que lo he hecho bien?

—No. Simplemente no está mal. No te lo creas tanto. —Sonrió—. Ahora, ayúdame a limpiar las armas.

Ay, no. Eso no, por favor. Qué tortura.

—?Limpiar armas? —repitió Alice.

—?Se te ocurre algo mejor que hacer solo con una mano?

Alice resopló, pero no le sirvió de nada. Lo siguió hacia la sala de tiro.

—También puedes irte con tus amigos —a?adió Rhett—. No se lo diré a nadie.

—No —ella sonrió—. Me gusta estar contigo.

Rhett la miró unos segundos y, tras poner una fugaz cara de sorpresa, se volvió hacia delante y carraspeó ruidosamente.



*



Tres días más tarde, Tina ya le había quitado la venda de la mano, así que Alice ya no tenía excusa para no realizar el recorrido. Y odiaba a Deane cada vez que lo hacía.

Ese día se cayó tres veces de la cuerda. En una de las ocasiones fue porque vio que estaba a punto de resbalarse y la soltó, al no querer arriesgarse a terminar como la otra vez. En el suelo, se incorporó lentamente, acariciándose el culo dolorido.

Deane, que ese día parecía tener problemas para disimular el odio que le tenía —más que de costumbre—, la miró como si quisiera golpearla.

—Eres pésima —espetó, y todos las miraron, por lo que Alice se encogió un poco—. ?Se te da así de mal todo?

Deane se volvió de nuevo, dando por zanjada la conversación.

Pero no.

Ese día Alice había tenido suficiente.

—?Y tú? ?Eres así de negativa en todo?

Casi al instante, todo el mundo se quedó en completo silencio, observándolas.

Deane se volvió lentamente hacia ella, pero Alice no se movió de su lugar. Le daba igual estar cubierta de barro. Le daba igual ser más peque?a que ella. Le daba igual que fuera su instructora. No se merecía ser tratada así. Y no iba a permitir que continuara.

—?Qué has dicho? —preguntó Deane en voz tan baja que casi sonó como un siseo furioso.

—Te he preguntado si eres así de negativa en todo. —Alice ladeó la cabeza—. ?Tienes algún problema en el oído y no lo entiendes? ?Quieres que te lo repita otra vez?

El pecho de Deane empezó a subir y bajar rápidamente cuando se dio la vuelta hacia ella, furiosa, y acortó la distancia que las separaba. Pese a que se plantó delante de Alice, ella no se movió. Solo le devolvió la mirada.

—?Todo esto lo dices porque sabes que Rhett hablará conmigo si me porto mal con su maldita alumna mimada? —siseó.

—?Rhett... ha hablado contigo?

—Sí, novata. Y me dejó claro que me retiraría el cargo de instructora si volvías a herirte en mis clases.

Alice no pudo evitar sorprenderse. Rhett no le había contado nada de eso. Aun así, recuperó la compostura enseguida y se cruzó de brazos.

—Es lo lógico —declaró.

—?Disculpa?

—Quizá el problema no sea que yo soy una mala alumna, sino que tú eres una pésima profesora.

A Deane empezaba a palpitarle peligrosamente una vena del cuello cuando se inclinó hacia ella.

—?Te crees que porque te estés follando a un guardián tienes derecho a hablarme así?

—?Que estoy... qué?

—Me da igual que Rhett te proteja. Me da absolutamente igual. Vuelve a hacer un comentario así y te echaré de esta ciudad, ?me has entendido?

Y fue en ese momento, en ese preciso momento, cuando Alice por fin lo entendió.

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