Ciudades de humo (Fuego #1)(43)
—Ya sabéis lo que toca —les dijo directamente, no parecía estar de humor como para dar más detalles.
Empezaron a correr dando vueltas al campo y Alice comenzó a notar que el sudor le perlaba la frente. Odiaba tener que correr. Y odiaba aún más tener que sudar. Jake iba por delante de ella, pero no a mucha distancia. Tampoco parecía gustarle demasiado eso de tener que ir dando brincos. Eran los últimos.
Bueno, a la hora de correr, ellos siempre eran los últimos. Tampoco era una gran novedad.
—Cada vez que nos hace correr... —jadeó Jake cuando Alice llegó a su altura— me pregunto qué demonios he hecho tan mal en esta vida como para merecer esto.
Alice empezó a reírse, cosa que hizo que agotara el poco aire que tenía en los pulmones y tuviera que detenerse un momento. Se apoyó sobre las rodillas y trató de recuperar el aliento, completamente acalorada. Seguro que tenía las mejillas rojas y mechones de pelo que se habían salido de la coleta apuntando en todas direcciones.
Jake, claro, aprovechó su pausa para detenerse también y abanicarse con una mano.
—Rhett te matará si te ve aquí parada —le dijo.
—Pues tú también estás aquí parado.
—?Estoy consolándote! —protestó, enrojeciendo.
—Ya, seguro.
—?Eso que detecto es ironía? Porque te la estoy ense?ando yo, no tienes derecho a usarla en mi contra.
—Rhett no nos dirá nada —le aseguró Alice, volviendo al tema—. No es tan malo.
Para su sorpresa, escuchó un sonido muy parecido a una burla de parte de Jake. Se volvió hacia él al instante. Estaba esbozando una sonrisita malvada.
—?Qué? —le preguntó confusa.
—Nada.
—No, eso no es nada.
—Bueno, puede que a ti no te diga nada.
De nuevo, no entendió del todo a qué venía ese tono.
—Y... ?crees que a ti sí que te diría algo?
—No es que lo crea, es que lo sé.
—Y ?por qué a mí no?
Jake le dedicó otra mirada burlona, entonces ella empezó a ponerse colorada, pero de irritación. No le gustaba no entender qué demonios le estaba diciendo.
Y, justo en ese momento, los dos dieron un respingo involuntario al escuchar unos pasos que se acercaban. Alice levantó la cabeza y casi se cayó de culo al suelo cuando vio que Rhett se había detenido justo delante de ellos con los brazos cruzados, claramente molesto.
—Perdón por interrumpir vuestro momento de descanso —les dijo lentamente—. ?Queréis que os traiga un vasito de agua con hielo para mejorar la experiencia?
Alice sonrió ampliamente.
—Pues, si no te importa...
—?Está bromeando! —gritó Jake en el instante en que vio que Rhett apretaba los labios.
Alice no entendió el pánico momentáneo, pero aun así se dejó arrastrar cuando Jake tiró bruscamente de ella para volver a ponerse a correr en dirección opuesta al instructor.
Cuando terminaron, se colocaron por parejas. Alice parpadeó, sorprendida, cuando Trisha se detuvo delante de ella sin decir una palabra. Tenían que practicar golpes, así que estaba un poco asustada ante la perspectiva de que la chica le diera uno que la dejara más torpe de lo que ya estaba.
Pero Trisha no fue desagradable. De hecho, incluso la ayudó a mejorar su postura. Y le ense?ó a golpear con más fuerza, moviendo la cintura.
Eso sí, no cambió su mala cara en toda la práctica.
Alice casi estaba feliz cuando, de pronto, notó que alguien se detenía detrás de ella y supo, automática e inexplicablemente, que era Rhett. Sabía lo que significaba eso.
—Vosotras dos —les dijo—. Al cuadrado. Vamos a empezar con los combates.
Aquel chico quería que Alice muriera, seguro.
Tragó saliva. No se esperaba empezar tan rápido. Había albergado la esperanza de tener tiempo de mentalizarse, al menos. Trisha se colocó, como cada día, delante ella y Alice intentó no parecer demasiado débil, incluso con el cuerpo dolorido todavía por la pelea del día anterior.
Bueno, Trisha ya no parecía tan simpática como antes, así que supuso que habían vuelto a la rutina de siempre.
Su compa?era fue la primera en moverse, y Alice recordó las palabras de Shana. Tenía que tirarla al suelo de alguna forma. Defensa, defensa, ataque. Pero decirlo era muy sencillo, claro. Ejecutarlo, en cambio...
Bueno, su principal objetivo era no terminar con nada roto. Si lo conseguía, ya estaría satisfecha.
Esquivó el primer golpe, pero la patada que lo siguió le acertó en el estómago. Alice se dobló sobre sí misma y, antes siquiera de poder recuperar el aliento, esquivó la segunda por poco. Se movió hacia el otro extremo del cuadrado y Trisha la siguió. Alice, a la desesperada, trató de lanzar un golpe, que, obviamente, no tocó a su oponente. De hecho, esta lo esquivó con una facilidad absurda.
Quizá si salía del cuadrado fingiendo que era sin querer...