Ciudades de humo (Fuego #1)(151)



—Me lo han encomendado a mí —respondió seria.

—?Y qué? Soy guardián. Te lo ordeno.

Alice asintió, sonriendo un poco.

—Esto es abuso de poder.

—Lo explotaré hasta que pueda. —Se inclinó hacia ella y le colocó un mechón de pelo tras la oreja—. Vete a dormir, anda.

Ella se puso de pie torpemente, entumecida por el frío.

—Ah, no puedes ir a tu habitación —le dijo él antes de que bajara la escalera.

—?Por qué no?

—Han... bueno, las han reconvertido en salas para los enfermos.

—Ah. —Alice se quedó quieta, sin saber entonces adónde dirigirse.

—Puedes descansar en la mía.

—?Estás seguro?

—Claro que sí. Yo iré cuando llegue el relevo.

Alice se marchó. Daba escalofríos lo vacía que estaba la ciudad. En vez de ir directa a la habitación, se pasó por el hospital. Tina no daba abasto. Aunque tuviera más de veinte ayudantes, no eran suficientes para atender a todo el mundo. Decidió no molestarla e ir a la cama.

Nunca había estado en la habitación de Rhett sin él y se sentía extra?a, e incluso un poco culpable, por estar allí y poder descansar cuando muchos seguían fuera ayudando, pero el agotamiento la vencía.

Cerró la puerta a sus espaldas y se dio una ducha caliente, más larga que de costumbre, disfrutando del agua sobre su cuerpo, del tiempo en soledad. Al salir, miró en el armario de Rhett en busca de ropa limpia y escogió una camiseta y unos shorts.

Echó una ojeada a la venda que cubría su brazo y se dio cuenta de que este ni siquiera le dolía.

Cuando se dejó caer en la cama, fue incapaz de dormirse. Sentía los músculos como si fueran gelatina. También era la primera vez que tenía una habitación para ella sola. Y una cama tan grande. Se estiró tanto como pudo, ocupando todo el colchón, y hundió la cara en la almohada. Olía a Rhett. Era muy agradable.

Pero no podía dormirse por muy agotada que estuviera, así que se incorporó un poco y abrió el primer cajón de la mesita de noche. No había nada más que algunos papeles que no quiso leer sin su permiso, y ?su iPod, el azul!

Se colocó los auriculares y cerró los ojos para escuchar la música. Al cabo de unos minutos, por fin se quedó dormida.



*



Cuando abrió los ojos de nuevo todavía no había amanecido. En realidad, solo había pasado una hora. Miró a su alrededor, confusa, y se quitó los auriculares. Rhett estaba sentado en el borde de la cama quitándose las botas.

—Hola —lo saludó, bostezando.

—?Te he despertado?

—No —mintió—. ?Ya has terminado con todo?

—Dudo que terminemos ?con todo? hasta dentro de unos días —admitió él, echándose en la cama junto a ella y robándole una de las almohadas—. Así que, al menos, quiero dormir un poco.

—?Deane no se enfadará?

—Hemos mandado a todo el mundo a descansar —aclaró él—. Si esos idiotas hubieran querido regresar, ya lo habrían hecho.

—?No crees que...?

—No van a volver.

—Rhett. —Ella buscó las palabras adecuadas—. Creo que estaban aquí por mí. Yo...

—Ahora no, Alice. —él se frotó la cara con las manos.

—Pero...

—Lo solucionaremos, ?vale? —aseguró—. Pero ahora... estoy demasiado cansado. Solo quiero olvidar todo esto por un rato.

—Está bien. Lo siento.

—No lo sientas. —La miró, y se acordó de su herida—. ?Qué tal tu brazo?

—Muerto. Como todo mi cuerpo.

—Muy graciosa. Me refiero a si duele.

Alice alzó el brazo y miró el vendaje que le había hecho Tina.

—La verdad es que no.

—La magia de Tina. —Rhett sonrió. Luego volvió a ponerse serio—. La verdad es que cuando te he visto llena de sangre... —Hizo una pausa, buscando las palabras—. Lo que quiero decir es que me alegro mucho de que no te haya pasado nada.

Una amplia sonrisa apareció en la cara de Alice.

—?Eso es lo más romántico que se te ha ocurrido?

—Oye, lo estoy intentando, ?vale?

—Lo sé —a?adió ella rápidamente al verlo algo contrariado—. No te preocupes, me gusta ser la romántica de la relación.

Rhett dio un respingo.

—?Re... relación?

Ay, no. ?Y ahora por qué tenía esa cara de espanto?

—?Esto no es tener una relación? Pensé que sí.

Rhett lo consideró un momento antes de asentir con la cabeza.

—Bueno, claro, sí. ?Te crees que yo invito a cualquiera a pasar la noche conmigo o qué?

Alice sonrió de nuevo y se puso de lado para verlo mejor. Rhett tenía una peque?a sonrisa en los labios.

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