Ciudades de humo (Fuego #1)(154)



Alice observó a los guardianes con cuidado. Deane lucía extra?amente contenta, cosa que no le gustó nada. Tina estaba agotada, sin duda alguna. Y Rhett, aunque Alice sabía que era una actitud impostada, miraba a su alrededor con aire despreocupado.

Sus miradas se cruzaron un momento y él pareció tensarse un poco. Eso no era buena se?al. Fuera lo que fuese lo que habían hablado antes con Deane, no era bueno.

Alice intentó preguntarle con la mirada qué estaba pasando, pero la voz de Deane la interrumpió e hizo que ambos se volvieran hacia ella.

—Bienvenidos. —Ella se puso de pie y todo el mundo guardó silencio para escucharla—. Sé que no es un buen día para convocar una reunión, pero me temo que era muy urgente.

—?Dónde está Max? —preguntó alguien desde la parte de atrás.

—De eso, precisamente, quería hablar. —Deane volvió a sonreír de manera misteriosa—. De lo que pasó anoche.

Hubo un silencio tan opaco que a Alice le recordó a su antigua zona. No le gustó nada.

—Los acontecimientos de ayer fueron... una desgracia —empezó, repiqueteando con los dedos en la mesa—. De eso no cabe duda. Perdimos a muchos más de lo que jamás hubiéramos creído posible. Pero hay que afrontar la situación. Y hay que actuar en consecuencia.

Lo peor es que ni siquiera hablaba de ello como si hubieran perdido a personas que querían, sino simplemente armas que poder usar contra la capital. Alice no pudo evitar que su expresión se volviera sombría cuando Deane siguió hablando con una sonrisita.

—Por eso, he decidido que tengo que tomar unas cuantas determinaciones.

Tina levantó la cabeza al instante, como si no esperara oír eso, y echó una ojeada a Rhett. él también dejó la expresión despreocupada a un lado.

—Para que entendáis dónde quiero llegar —siguió Deane—, primero debo contar una peque?a historia que os resultará conocida.

A Alice le dio la sensación de que la miraba durante un segundo antes de seguir hablando, y se tensó en su asiento.

—Hace ya unos meses, una de las zonas principales, la de los androides, fue masacrada por Ciudad Capital, lo que supuso una clara victoria por parte de los humanos y una derrota para los científicos. Bueno, se dice que solo hubo dos supervivientes. Una es nuestra querida Alice, como bien sabréis, una inocente ni?a criada en esa zona, y el otro superviviente, desafortunadamente, fue un androide.

Alice miró a Deane con un nudo en la garganta. No le gustaba por dónde iba ese relato. Apretó los labios cuando notó todas las miradas clavadas en ella. Pero Deane seguía sonriendo.

Jake le puso una mano en la mu?eca.

—?Crees que sabe...?

—Chis. —Trisha se había inclinado hacia delante con el ce?o fruncido.

Entonces, Alice cayó en el hecho de que nunca le había confesado a Trisha nada de su condición.

Encontró la mirada de Rhett, que ahora parecía de todo menos despreocupada. De hecho, fue la primera vez en su vida que vio algo de miedo en sus ojos.

—El androide —continuó Deane— ha dado muchos más problemas que Alice, claro. Los de Ciudad Capital nunca dejan un trabajo a medias. Por eso, han estado buscando por todas las ciudades de los rebeldes, intentando encontrarlo, pues supone un claro peligro para todos. Porque, claro, somos conscientes de lo peligrosas que son esas máquinas. Ciudad Capital quería asegurarse de nuestra protección y, al creer que estaba oculto aquí y que nosotros lo encubríamos, nos tomaron por defensores de los androides y..., bueno, ya sabéis cuáles han sido las consecuencias, repetirlo sería bastante inútil.

Alice miró a Rhett, que a su vez tenía la mirada clavada en Deane.

—Pero —continuó esta, y levantó un dedo—, como no encontraron nada, decidieron secuestrar a nuestro querido... no, queridísimo Max y convertirlo en su rehén. Eso significa que, o bien les damos al androide que buscan, o lo matarán. Y no queremos que eso pase, ?verdad?

—?No podemos dejar que Max muera por una máquina! —dijo alguien detrás de Alice. Esta tragó saliva, la mano de Jake apretó su mu?eca.

—Pero ?el androide no está aquí! —gritó alguien más, lo que provocó muchos comentarios y murmullos.

—Eso habrá que descubrirlo. —Deane sonrió—. Hace poco, se ha detectado que los androides no son máquinas totalmente distinguibles de los humanos. De hecho, se crean a partir de humanos moribundos. Hacen que su sistema vuelva a funcionar... y esa persona deja de serlo para convertirse en su máquina esclava. Podrían hacerlo con cualquiera de nosotros. Cualquiera. —Hizo una pausa, disfrutando de las caras de horror de la gente—. De hecho, podrían haberlo hecho con la persona que tenéis sentada al lado, una a la que habéis conocido durante toda vuestra vida, que podría estar aquí solo para espiarnos y ni siquiera lo sabríais.

Silencio absoluto.

Alice no entendía muy bien qué estaba haciendo. ?Es que quería sembrar el pánico? ?Era eso? ?De qué le serviría? Seguro que Deane ya sospechaba de ella, y si la se?alaba, la gente no tardaría ni cinco minutos en buscar su número. Entonces, ?por qué lo estaba alargando tanto?

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