Ciudades de humo (Fuego #1)(144)



—Menuda sorpresa.

—Rhett —advirtió Alice.

El instructor levantó los brazos y puso su mano derecha encima de su boca, como sellándola.

—?Crees que no está disfrutando de la noche? —preguntó el chico—. Estoy haciendo todo lo que puedo, pero empiezo a quedarme sin ideas, no sé...

—Jake, la cuestión no es si ella lo está pasando bien contigo, sino cómo lo estás pasando tú... —dijo Alice tan suavemente como pudo—. Y no te veo feliz. Simplemente, déjalo fluir. O baila con Saud y Dean, estarán encantados de compartir esta fiesta contigo. Incluso Trisha.

—Pero... yo quería pasármelo bien con ella.

—Yo también quería pasármelo bien hoy —le dijo Rhett con una mirada significativa—. La vida es injusta.

—Borracho no das los mejores ánimos —lo ri?ó Alice, ordenándole que callara con la mirada.

—Lo que me faltaba.

—?Qué hago? —Jake retomó el tema—. ?Intento besarla? ?Le digo que no me lo estoy pasando bien?

—Jake...

—Bésala —le soltó Rhett.

—?Qué? —Ambos lo miraron, perplejos.

—Ya me has oído. —Rhett se separó de la barra—. Si se aparta, no está interesada. Si no, le gustas. Es así de simple.

—Sí, así suena sencillo, pero...

—Es más fácil de lo que crees. ?Qué es lo peor que puede pasar? ?Que te rechace? Pues perfecto, será por chicas... Tú eres supersimpático. Y un buenazo. Y un poco pesado, pero le caes bien a todo el mundo. Tendrás más oportunidades, créeme. Y quizá mejores que esta, aunque ahora no lo veas.

Jake se quedó mirándolo, pensativo.

—Puede que tengas razón.

—Lo sé. Siempre la tengo.

—Vale. —Jake suspiró—. Allá voy...

—Buena suerte. —Rhett le dio una palmadita en el hombro antes de alcanzar la mano de Alice—. Ahora, si nos disculpas...

Tiró de ella y cruzaron la sala, entre la gente. Aliviada, Alice se percató de que nadie se fijaba ya en ellos. Rhett solo se detuvo un instante al salir para besarla justo en el instante en el que oyeron un: —?Foto!

Alice notó cómo Rhett le pasaba un brazo por el hombro y sonrió a la cámara. Tras la foto, ella preguntó: —?Vamos a ver una película?

—Lo que sea, pero lejos de esos aburridos. Estaba a punto de hundir la cabeza en el barril de la cocina.

—Espera...

—?Qué pasa? —Se detuvo y la miró.

—Son estos zapatos—se quejó ella. Después de los bailes, los pies le empezaban a doler—. Son bonitos, pero incómodos. —Se los quitó y suspiró de alivio al descalzarse—. Echo de menos mis botas.

—A mí también me gustan más esas. —Rhett se agachó y recogió las botas de tacón, mirándolas con el ce?o fruncido—. ?De dónde has sacado tú esto? No te pega nada, y dudo que sea la indumentaria que Max da a los principiantes.

—Para empezar, ya no soy una principiante.

—Discutible.

—Y me las dejó una de los intermedios.

—Supongo que el pintalabios también fue cosa suya.

—De dos chicas de mi habitación.

—Vaya, ya me caen bien. ?Quiénes son? Les subiré la nota.

—Eso es abuso de poder. —Ella no pudo evitar reírse.

—Bah, nadie se enterará nunca.

—?Ah, sí? Pues yo ya me he enterado.

—Pero quiero pensar que no irás a contárselo a media ciudad.

—A lo mejor tienes que convencerme para que no lo haga —sugirió, acercándose a él.

Rhett sonrió al descubrir sus intenciones y volvió a inclinarse sobre ella. Alice cerró los ojos cuando sus labios rozaron los de él. Parecía que había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que lo había besado y, en realidad, habían sido hacía unos minutos. Nunca tendría suficiente.

Le gustaba mucho besarlo. El sabor a alcohol de su boca le daba un toque distinto, pero no peor. Ella lo agarró de la nuca, acercándolo más. Cada vez era más sencillo. No necesitaba memorizar trucos, los nervios habían desaparecido y ya no tenía miedo de hacer las cosas mal. Ahora, solo disfrutaba.

Rhett se separó un momento de ella y soltó una bocanada de aire.

—Desde que te he visto entrar así he querido que estuviéramos a solas —murmuró.

—Pensé que no me habías visto —replicó ella.

—No he podido observarte demasiado bien entre tanta gente, pero he vigilado a ese tal Davy. —Rhett rodeó su cintura con el brazo con el que sujetaba los zapatos.

—?Y qué te ha parecido?

—Me ha caído bien.

—Quizá sea porque ni se ha fijado en mí.

—Probablemente sea por eso —admitió él con una sonrisa.

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