Ciudades de humo (Fuego #1)(140)
Pero no, eso no fue lo mejor.
Lo mejor fue cuando Max se puso de pie y ofreció una mano a Tina, que se sonrojó y soltó una risita de ni?a peque?a antes de asentir y aceptar.
Y se pusieron a bailar juntos.
Sí, a bailar.
Max bailando.
Bai-lan-do. Max.
Fue como si iniciaran una reacción en cadena. De pronto, muchos se pusieron de pie y ofrecieron un baile a sus parejas. Los villancicos habían dado paso a una canción que Rhett habría clasificado como ?de esas lentas para bailar agarrado y meter mano?.
Jake se puso de pie y, para su sorpresa, Riley aceptó bailar con él. Trisha y su chico también fueron —aunque ella primero se terminó la bebida de un trago.
Alice se volvió hacia Davy con una sonrisa entusiasmada.
—?La gente está bailando en parejas! —insinuó.
?Ella también quería! Pero Davy solo se encogió de hombros.
—?Ese es Max? —Hizo una mueca de desagrado—. Ya lo he visto todo en la vida. Si me matan, estaré conforme.
Se puso de pie y Alice estuvo a punto de imitarlo, ilusionada, pero se detuvo cuando vio que solo pretendía ir al cuarto de ba?o.
Y la dejó sola en la mesa.
Bueno, no estaba sola. Dean y Saud seguían hablando con sus parejas. Alice se limitó a mirar bailar al resto, con algo de envidia.
Sin embargo, unos segundos más tarde, levantó las cejas cuando vio que Dean se detenía delante de ella, junto a Saud, y ambos le ofrecían una mano.
—?Te apetece bailar? —ofreció el primero.
—?Con... los dos?
—?Por qué no? —Saud sonrió.
Alice también esbozó una sonrisa. Una entusiasmada. Porque sabía que ellos podrían haber optado por bailar con sus parejas, pero habían preferido hacerle compa?ía para que no se sintiera sola.
Bailó con ellos unas cuantas canciones y en la pista improvisada se cruzaron con Jake, Trisha y sus respectivas parejas, cosa que hizo la situación todavía más divertida. ?Eso era genial! ?Bailar era alucinante, era su primera vez, pero le encantaba! Solo tenía que moverse un poco o dar saltos en función de la música que sonara. Y era como si a nadie le importara hacer el tonto o pasárselo bien, sin más.
A Alice le encantó. La noche no había terminado y ya estaba deseando repetirla cuanto antes.
No obstante, llegó un punto en el que se sintió demasiado cansada para seguir, así que dedicó una sonrisa de agradecimiento a los chicos, cuyas parejas se les habían unido hacía ya rato, y se marchó directa al bar a por agua.
Mientras daba un buen sorbo, sedienta y acalorada, no pudo evitar fijarse en el chico que tenía al lado, apoyado distraídamente en la barra. Lo reconoció al instante. Era Rhett.
Y estaba muy guapo.
Seguía bebiendo con cara de aburrido, ajeno a su mirada. Alice recorrió su cuerpo con los ojos, deteniéndose más tiempo del necesario en unas cuantas partes. Llevaba una camiseta gris limpia, unos pantalones negros y unas botas del mismo color. Hasta ahora, solo lo había visto con la ropa reglamentaria o con el pijama.
Y definitivamente podía acostumbrarse a seguir viéndolo así de arreglado. Muy a menudo.
Alice se aseguró rápidamente de que Max estuviera lo suficientemente lejos de ellos antes de dar un paso hacia Rhett y sonreírle.
—Veo que no has encontrado pareja.
él levantó la cabeza al reconocer su voz y le dedicó media sonrisa. Sin embargo, cuando pareció que iba a decir algo, se detuvo en seco y se limitó a mirarla algo más abajo del rostro, con los ojos muy abiertos.
De hecho, lo hizo dos veces antes de que Alice se aclarara la garganta, incómoda.
—?Qué miras tanto?
—A ti —le aseguró él.
—?Rhett!
Este le dedicó media sonrisa y levantó su vaso hacia ella como si brindara en su honor.
—Eres perfecta —a?adió—. ?Puedes ponerte este conjunto cada día? Seguro que logro convencer a Max de que sea tu uniforme oficial. —Ella ocultó una sonrisa divertida—. Al final tú sí que has venido con un chico.
—Sí, pero no parece muy contento aquí.
—?No?
—No. Creo que habría preferido quedarse en la habitación.
—Pues ya somos dos.
Alice vio que pedía otro trago y frunció el ce?o.
—?Qué bebes?
—No te gustará —le aseguró él, adivinando sus intenciones.
—?Por qué no?
—Porque es alcohol. Es el único día del a?o que Max deja que me emborrache.
—?Puedo probar?
él lo consideró un momento y luego le ofreció el vaso. Alice tomó un sorbito peque?o y, en cuanto tocó su lengua, arrugó la nariz, disgustada.
—Puajjj. —Le devolvió el vaso—. ?Me arde la garganta!
—Te lo dije.
—?Es horrible! ?Cómo puedes beberte eso?
—Me ayuda a no matar a nadie.