Ciudades de humo (Fuego #1)(143)



—No sabes lo mucho que he esperado para oírte decir eso.

Alice sonrió ampliamente, pero dejó de hacerlo cuando él se inclinó mucho más bruscamente de lo que lo había hecho antes y cubrió su boca con la suya, besándola de una forma que solo había usado cuando estaban juntos en el almacén. Lo hizo con tanto ímpetu que Alice se agarró a él para no trastabillar. No supo si fue un beso largo o breve, pero tuvo la impresión de que, aunque hubieran pasado a?os, solo habrían sido segundos para ella.

Terminaron la canción abrazados, con las frentes pegadas, mientras Rhett le descubría el porqué de otras cicatrices en voz baja y Alice le contaba historias de su antigua zona.

Entre beso y beso, claro.

Rhett no solo la besaba en los labios —cosa que parecía gustarle especialmente—, sino que, sujetándola por la nuca, ladeaba su cabeza y la besaba en la mandíbula, o en el cuello, o incluso en la oreja. Al hacer eso, un escalofrío recorrió el cuerpo de Alice, que dio un respingo. Rhett rio, encantado con el resultado.

Alice sintió que podría estar así eternamente, al menos hasta que la música lenta terminó y empezó una canción animada que no le gustó demasiado. Pero el cambio de ritmo también produjo un cambio en el ambiente, y Alice recordó que no estaban solos.

Alice miró alrededor. Jake y Trisha eran los menos sorprendidos. él solo sonreía y ella le hacía gestos de lo más cómicos para que se pegara todavía más a Rhett. Sin embargo, Dean y Saud y sus parejas habían dejado de bailar y los miraban con los ojos muy abiertos. Igual que Davy, que seguía sentado y, digamos, disfrutando algo más de la fiesta con ese descubrimiento.

Otras personas ponían cara de desagrado. Como Kenneth, Tom y Shana. Extra?amente, se encontraban los tres juntos, tomando algo en una de las mesas. Y Deane, que seguía en la mesa de los profesores. Miraba a Alice de una manera tan afilada y furiosa que esta estuvo segura de que, si las miradas hirieran, ella estaría condenada a muerte.

Para su sorpresa, Tina y Max continuaban bailando, ajenos a todo el revuelo que Alice y Rhett habían formado.

—?Qué mierda de música es esta? —dijo Rhett, separándose un poco. Entonces pareció pensar unos segundos y después dio un paso hacia ella—. ?Quieres que pida otra canción lenta para nosotros?

—Rhett..., ya hemos tentado bastante a la suerte.

—Nah, no lo creo.

—?No seas testarudo!

—Debería emborracharme más a menudo, sería menos aburrido.

—A mí me gustas más... normal.

él frunció el ce?o.

—Creí que te gustaría que fuera más lanzado.

—Prefiero cuando te pones rojo de vergüenza —admitió ella divertida.

Rhett entrecerró los ojos un momento y después se inclinó hacia delante.

—?Me estás diciendo que no quieres seguir bailando conmigo, Karate Kid? El apodo no te va nada mal. Eres mi peque?a aprendiz.

—Muy bien, se?or Miyagi, pues creo que ya hemos bailado suficiente por hoy. Me preocupan las consecuencias que pueda tener todo esto. Especialmente para ti.

—Consecuencias... —Rhett puso los ojos en blanco—. Pareces Max.

—Recuerda cómo se puso cuando se enteró de que iba a tu habitación...

—Uf, se enfadó mucho. —Empezó a reírse.

—No hace gracia, Rhett.

—Pues no te rías. —Y soltó una carcajada.

Alice suspiró y esperó pacientemente, pero dio un respingo cuando él volvió a agarrarla de las caderas para pegarla a su cuerpo, inclinándose hacia ella con una sonrisita maliciosa.

—?Sabes dónde tengo la mejor música?

—No sé si quiero saberlo.

—En mi cuarto —le dijo, respondiéndose a sí mismo y acercándose un poco más—. ?Vamos?

—?Eres consciente de que es la primera vez que me invitas?

—?Eso es un sí?

—?No!

—Ya veo. —él se acercó un poco más de todos modos—. ?Te da miedo ir a mi habitación?

—A mí no me da miedo nada. Y menos tú.

—Mentira.

—?No tengo miedo!

—Pues ven conmigo y demuéstralo.

Alice levantó la barbilla, irritada, con lo que se ganó una sonrisita triunfal.

—Muy bien —accedió—. Vamos.

Rhett le pasó un brazo por la cintura. Sin embargo, su sonrisa se evaporó en cuanto oyeron a alguien gritar a su lado.

—?Alice!

Jake. Qué oportuno. Rhett resopló.

—Ups, lo siento —titubeó inseguro—. Os he interrumpido.

—No —le aseguró Alice.

—Sí —masculló Rhett—. Y estás cogiendo una muy mala costumbre.

—Lo siento, lo siento, lo siento, pero es que como habíais dejado de bailar y... Creo que estoy haciendo algo mal —dijo Jake lastimosamente—. Riley apenas me habla o me mira, es como si no existiera.

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