Espejismos(90)
Dejo de escuchar sus palabras mientras planeo mi próximo movimiento. Intento determinar cuál es su debilidad, su criptonita, su chacra más vulnerable. Puesto que bloquea la puerta por la que quiero entrar, la puerta que conduce hasta Damen, no tengo más remedio que ?atravesarlo?. Sin embargo, debo tener cuidado con mi forma de proceder. Porque cuando entre en acción debo realizar un movimiento rápido, inesperado y directo al objetivo. De otra forma, me veré inmersa en una batalla que tal vez nunca pueda ganar.
Alza su mano hasta mi cara para acariciarme la mejilla, pero se la aparto de un manotazo tan fuerte que el crujido de sus huesos atraviesa el aire. Sus dedos fláccidos cuelgan y se balancean delante de mis ojos.
—Ay… —Sonríe y sacude la mano antes de flexionar los dedos, que se han curado al instante—. Eres un poco agresiva, ?no? Sabes que eso me pone, ?a que sí? —La exasperación es evidente en mi mirada. Siento su gélido aliento contra la mejilla cuando me dice—: ?Por qué sigues luchando contra mí, Ever? ?Por qué me alejas si soy lo único que te queda?
—?Por qué haces esto? —pregunto. Se me encoge el estómago cuando sus ojos se entornan y se oscurecen, mostrando una completa carencia de color y de luz—. ?Qué te ha hecho Damen?
Roman inclina la cabeza y me mira a los ojos antes de explicarse.
—Es muy sencillo, encanto. —Su voz cambia de repente: abandona el acento británico y adopta un tono que jamás le había escuchado—. él mató a Drina. Así que yo pienso matarlo a él. Así estaremos a la par. Caso cerrado.
Y, en el instante en que lo dice, lo entiendo todo. Sé exactamente cómo podré derribarlo y atravesar esa puerta.
Porque junto con el ?quién? y el ?cómo?, ahora sé el ?por qué?. La elusiva razón que he necesitado todo este tiempo. Ahora, lo único que se interpone entre Damen y yo es un fuerte pu?etazo en el chacra del ombligo de Roman, el chacra sacro como lo llaman algunas veces: el núcleo de los celos, la envidia y el deseo irracional de posesión.
Un golpe contundente y Roman será historia.
Sin embargo, antes de acabar con él debo hacer una cosa más. Así pues, lo miro a los ojos con expresión firme y le digo:
—Pero no fue Damen quien mató a Drina, sino yo.
—Buen intento —replica antes de echarse a reír—. Patético y un poco ?o?o a mi parecer, pero me temo que de todas formas no va a servirte de nada. No vas a poder salvar a Damen con una tontería así.
—?Por qué no? Si tan interesado estás en hacer justicia, en lo del ?ojo por ojo? y todo eso… entonces debes saber que fui yo. —Asiento con la cabeza antes de a?adir con una voz cargada de apremio y fuerza—: Fui yo quien mató a esa zorra. —Noto que vacila; muy poco, pero lo bastante como para que yo lo vea—. Siempre estaba metiéndose en mis asuntos. Estaba obsesionada con Damen, pero eso ya lo sabías, ?verdad? ?Sabías que estaba loca por él? —Da un respingo. No confirma ni niega nada, pero ese respingo es lo único que necesito para seguir adelante, porque sé que he tocado una fibra sensible—. Quería quitarme de en medio para poder quedarse con Damen y, aunque me pasé meses tratando de ignorarla y esperando a que se largara, fue lo bastante estúpida como para entrar en mi casa e intentar enfrentarse a mí. Y… bueno, cuando se negó a marcharse y decidió atacarme… la maté. —Me encojo de hombros. He relatado la historia con mucha más calma de la que sentí en aquellos momentos y me he asegurado de no revelar mi ineptitud, mi ignorancia y mis miedos—. Lo cierto es que fue bastante fácil. —Sonrío y sacudo la cabeza, como si estuviera reviviendo ese momento—. En serio. Tendrías que haberla visto. En un momento dado estaba delante de mí, con su fantástica melena pelirroja y su piel pálida, y al siguiente… ?había desaparecido! Y, por cierto, Damen no se presentó hasta que todo hubo acabado. Así que ya ves, si hay algún culpable, esa soy yo, no él. —Tengo la mirada clavada en la suya y el pu?o listo para asestar el golpe. Me acerco un poco más antes de a?adir—: ?Qué te parece? ?Todavía quieres salir conmigo? ?O ahora preferirías matarme? Sea lo que sea, lo entenderé.
Coloco la mano sobre su pecho y lo empujo con fuerza contra la puerta. Pienso en lo fácil que habría sido apretar unos centímetros más abajo, golpearlo con todas mis fuerzas y acabar con todo esto de una vez por todas.
—?Tú? —pregunta, aunque parece más un peso de conciencia que la acusación que pretendía—. ?Fuiste tú y no Damen?
Asiento. Tengo el cuerpo tenso, listo para luchar. Sé que nada me impedirá entrar en esa habitación y ya he empezado a elevar el pu?o cuando él exclama de repente:
—?Todavía no es demasiado tarde! ?Aún podemos salvarlo!
Me quedo paralizada, con el pu?o a medio camino del objetivo, sin saber muy bien si está jugando conmigo.
Observo cómo niega con la cabeza, visiblemente alterado.
—No lo sabía… —dice—. Estaba seguro de que había sido él… Fue él quien me lo dio todo… quien me dio la vida… ?Esta vida! Y estaba seguro de que había sido él quien… -Se da la vuelta y corre a toda velocidad por el pasillo mientras grita-: Ve a ver cómo está… ?Yo traeré el antídoto!