Espejismos(95)
Nuestras miradas se encuentran, pero yo aparto la vista rápidamente. Damen y yo deberíamos haberlo visto venir; no debimos dar por sentado que con Drina se acababa todo.
—De modo que imagínate mi sorpresa cuando vine aquí y descubrí a esta diminuta… mocosa… arrodillada junto a Damen en su peque?o círculo mágico mientras su espeluznante gemela recorre la ciudad intentando preparar el antídoto antes de que caiga la noche. —Roman se echa a reír—. Y con mucho éxito, debo a?adir. Tendrías que haberte esperado, Ever. No deberías haber roto el círculo. Esas dos se merecen mucho más crédito del que estabas dispuesta a darles, pero claro, como ya he dicho, tienes tendencia a confiar en las personas equivocadas. De cualquier forma, me limité a permanecer cerca de aquí, esperando a que aparecieras y rompieras el círculo protector, porque sabía que lo harías.
—?Por qué? —Echo un vistazo a Damen y luego a Rayne, que sigue acurrucada en el rincón, demasiado asustada como para moverse—. ?Qué diferencia hay?
—Bueno, eso fue lo que lo mató. —Se encoge de hombros—. Podría haber vivido así durante días si no hubieras atravesado el círculo. Es una suerte que yo tuviera el antídoto a mano para poder devolverle la vida. Y, aunque existe un precio, un enorme y elevado precio, lo hecho, hecho está, ?verdad? Ahora no hay forma de volver atrás. No-se-puede-volver-atrás. Y tú entiendes eso mejor que ninguno de los que estamos aquí, ?a que sí?
—Lo entiendo —replico, cerrando las manos en un pu?o. Me entran ganas de acabar con él ahora mismo, de eliminarlo de una vez por todas. Ahora que Damen está a salvo, Roman no es necesario, así que ?qué habría de malo?
Pero no puedo hacerlo. No estaría bien. Damen no corre peligro, y no puedo acabar con la gente solo porque no me parezca buena. No puedo abusar de mi poder de esa forma. Un gran poder implica una gran responsabilidad y todo ese rollo.
Aflojo los pu?os y extiendo los dedos mientras él dice:
—Sabia elección. No quieres apresurar las cosas, aunque pronto sentirás tentaciones de hacerlo. Porque, verás, Ever, aunque Damen se va a poner bien, aunque recuperará la salud y se convertirá básicamente en todo aquello que alguna vez has deseado que fuera, me temo que eso solo te pondrá las cosas más difíciles. Porque pronto te darás cuenta de que jamás podréis estar juntos.
Lo miro. Me tiemblan los dedos y me escuecen los ojos. Me niego a creer lo que dice. Damen va a vivir… yo voy a vivir… ?qué es lo que puede mantenernos alejados?
—?No me crees? —Vuelve a encogerse de hombros—. Vale, sigue adelante, consuma tu amor y descúbrelo por ti misma. A mí me da igual. Mi lealtad para con Damen terminó hace siglos. No sentiré ni el más mínimo remordimiento cuando te lo tires y acabe muerto. —Sonríe sin dejar de mirarme a los ojos, y cuando ve la expresión incrédula de mi cara, la sonrisa se convierte en una carcajada. Una carcajada tan estruendosa que llega al techo y resuena en las paredes de la estancia antes de cernirse sobre nosotros como un manto de fatalidad—. ?Te he mentido alguna vez, Ever? Venga, piénsalo. Esperaré. ?No he sido sincero contigo siempre? Bueno, puede que me haya callado algunos detallitos insignificantes hasta el final. Quizá eso haya sido un poco travieso por mi parte, pero no ha hecho más que darle emoción a la cosa. No obstante, parece que ahora hemos llegado a un punto de revelación absoluta, así que me gustaría dejar claro, claro como el agua, que vosotros dos nunca podréis estar juntos. Nada de intercambiar vuestro ADN. Y, si no entiendes lo que eso significa, deja que te lo explique: jamás podréis intercambiar fluidos corporales de ningún tipo. Y, en caso de que también necesites que te traduzca eso, te diré que significa que no podréis besaros, lameros, mezclar la saliva con la del otro, compartir el elixir… ah, y por supuesto, tampoco podréis hacer lo que todavía no habéis hecho. Diablos, ni siquiera podrás llorar sobre su hombro para consolarte por no poder hacer lo que todavía no habéis hecho. En resumen, no podréis hacer nada. Al menos, el uno con el otro. Porque si lo hacéis, Damen morirá.
—No te creo —le digo. Mi corazón late a mil por hora y tengo las palmas de las manos empapadas de sudor—. ?Cómo es posible algo así?
—Bueno, puede que no sea médico ni científico, pero sí que estudié con los más grandes en su día. ?Te dicen algo los nombres de Albert Einstein, Max Planck, sir Isaac Newton o Galileo?
Me encojo de hombros, deseando que deje de decir nombres v vaya al grano de una vez.
—Permite que te lo aclare en términos simples: mientras que el antídoto por sí solo lo habría salvado anulando los receptores encargados de la multiplicación de las células da?adas y envejecidas, al a?adir tu sangre nos aseguramos de que cualquier futura reintroducción de tu ADN los active de nuevo, con lo cual se revertiría el proceso y moriría. Pero no hace falta recurrir a la ciencia, solo saber que nunca podréis volver a estar juntos. Jamás. ?Lo entiendes? Porque, de lo contrario, Damen morirá. Y ahora que te lo he dicho… el resto depende de ti.