Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(57)



—Y ninguna debería estar aquí porque no son miembros del club —completó Aegan, severo.

El rubio alzó las cejas con divertida sorpresa y alternó la mirada chispeante entre Aegan y yo. Culminó mirando a Aleixandre.

—Me he perdido algo interesante, ?no? —preguntó, disfrutando de la escena.

—Aegan, creo que deberíamos explicarles —dijo Aleixandre, pero su hermano estaba entrando en modo ira y, cómo no, lo ignoró.

—Hablemos afuera un momento —les ordenó a los chicos, pero antes nos advirtió—: Ustedes se quedan ahí.

Salieron de la habitación y nos dejaron a solas. Al instante, Artie y yo nos miramos. Su rostro dejó fluir todo el temor que estaba sintiendo. Le faltaba poco para echarse a llorar. Quizá hasta me odiaba por haberle hecho sentir que debía acompa?arme.

—Ay, Jude, ?qué vamos a hacer? —gimoteó.

—??De dónde salió esa mentira del mensaje?! —le pregunté, asombrada—. Porque fue increíble cómo mentiste.

Punto importante: celebrar las mentiras es malo. No lo hagas.

—Sentí que debía decir algo. —Temblaba, y estaba mordiéndose el labio inferior, tal vez para contener sus ganas de chillar—. Pero ?tengo miedo, Jude! ?Aegan parece muy furioso! Y este lugar... —Miró alrededor, afligida—. Oh, no tienes ni idea de lo que esto significa.

La tomé de las manos y se las froté.

—Calma, saldremos de aquí —le prometí, sin saber con exactitud cómo íbamos a hacerlo—. Procura no demostrar que estás asustada.

Tras decir eso, los tres volvieron a entrar. Aleixandre cerró la puerta. No les di tiempo de decir absolutamente nada. Solté mi discurso en defensa de mis derechos de repente:

—Miren, si lo que les preocupa es que digamos algo sobre esto, no lo haremos. Nos importa muy poco este sitio. Ahora, Artie y yo nos vamos porque no nos sentimos cómodas aquí.

Tomé a Artie del brazo para tirar de ella e irnos, pero Aegan se interpuso como un indestructible muro de piedra.

—No.

—?Perdón? —solté, indignada. A mi lado, Artie emitió un chillido de miedo con los labios pegados.

Aleixandre dio un paso adelante. Se sumó a Aegan o eso me pareció.

—Ustedes vendrán con nosotros —sentenció.

Sentí a Artie temblar bajo mi agarre. Quise gritarle: ????Para, que me pones nerviosa a mí también!!!?.

—Claro que no —le refuté, firme, porque en casos así no hay que mostrarse débil.

—Entonces no saldrán de aquí nunca —sentenció Aegan, inclemente.

Oh, joder.

?No había una ventana para poder escapar?





13


El mundo no gira alrededor de los Cash,

pero sí alrededor de sus secretos




Bueno, sí me asusté.

Pero mi reacción fue activar a mi salvaje interna para lanzar patadas y golpes en caso de tener que huir. En un microsegundo traté de calcular si podía lograr llegar a la puerta tras patearle la entrepierna a Aegan y darle un pu?etazo en la cara a Aleixandre. Me pareció que sería difícil salir, porque no me daría tiempo de pegarle al rubio, pero...

Tal vez estaba exagerando.

—Aegan, así las asustas —intervino el chico rubio como un mediador pacífico.

—Es que deberían estar asustadas —gru?ó Aegan, implacable.

Alcé el pecho y lo reté.

—?De qué? —solté sin miedo—. ?De ti?

El rubio se metió al notar que incluso nuestras energías querían pelear.

—Miren —dijo, apartando un poco a Aegan, pero mirándonos a nosotras—. Lo que sucede es que no todo el mundo sabe que existe este lugar. Debes ser invitado para poder entrar y luego debes firmar un acuerdo de confidencialidad. No pensábamos aceptar a nadie este a?o, y por eso no tenemos aquí esos documentos.

Así que ese lugar era de ellos. Vaya, vaya.

—Hay unas copias en nuestro apartamento —a?adió Aleixandre—. Las llevaremos allí para que los firmen.

—?Costaba mucho explicárselo así? —preguntó el rubio riéndose y mirando a Aegan.

Paseé la mirada por los tres, desconfiada. A pesar de que Aleixandre no era tan cruel como Aegan, seguía siendo un Cash y mi vena suspicaz no quería creer ciegamente en ninguno. Lo peor era que le debía un favor. En cuanto a ese rubio, daba una buena impresión, pero no lo conocía, y sabiendo lo de Eli, había que estar alerta.

No, no estaba segura.

—Para empezar, ?quién es él? —exigí se?alando al rubio.

—Owen —lo presentó Aleixandre—. Amigo cercano.

El primer amigo. Ya sabía que había estado de viaje. ?Le habían dado permiso para saltarse las clases? Debía de ser muy importante.

—?Y por qué no podemos decir nada? —pregunté, cruzándome de brazos—. ?Por qué tanto secreto?

Alex Mirez's Books