Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(59)
Pero él se limitó a colocarse unos audífonos que sacó del bolsillo para escuchar música e ignorarlo todo.
—Si necesitan privacidad, pueden entrar en mi habitación —ofreció Aleixandre tras mi silencio.
De acuerdo, necesitaba un momento a solas con Artie para hablar muy seriamente.
—Bien, ?dónde es? —acepté.
Aleixandre nos acompa?ó a su habitación, la penúltima en el pasillo. Y lo primero que sentí cuando entré en ella fue perturbación. Oh, ni Monica Geller de Friends podía llegar a un nivel de limpieza así, porque no se veía simplemente limpio, se veía maniáticamente ordenado, se?ores.
Un olor a desinfectante flotaba en el aire mientras que cada cosa, sospeché que incluso las micropartículas, estaban en un lugar específico. Cada objeto —desodorante, reloj, lámpara, etc.— perfectamente colocado. Hasta la puerta de madera del armario relucía como si hubiese sido limpiada una hora antes.
Guauuu, la habitación era igual de pulcra que él. Cada vez se me hacía más rara esa característica.
él no notó mi impresión y nos dejó a solas.
—?Por qué aceptaste tan rápido? —le pregunté a Artie en un tono algo bajo, apenas Aleixandre cerró la puerta.
Ella se me detuvo enfrente, preocupada.
—Jude, ?has visto algún club nocturno en todo el campus? —inquirió como respuesta.
Ahora que lo pensaba, no. Había un bar, pero cerraba a las seis de la tarde.
Negué con la cabeza.
—?Eso es porque el reglamento oficial de la institución dice que están prohibidos! —me reveló ella, poniendo gran énfasis en la palabra ?prohibido?—. ?El club nocturno de los Cash es secreto porque no debería existir en los terrenos de Tagus!
Oh...
?Oh!
—Entonces, ?por eso este contrato de confidencialidad?
—Sí, porque si se entera la rectora serán expulsados permanentemente.
No supe cómo sentirme. Aegan estaba haciendo algo ilegal, estaba incumpliendo las normas de la universidad. Quizá confiaba en que el hecho de que ese club fuera símbolo cultural de la historia de Tagus no haría sospechar a nadie de que pudiera haber algo oculto debajo de él.
Tuve que admitirlo:
—Esto no me lo esperaba.
La preocupación de Artie mutó al miedo, como siempre.
—No debemos involucrarnos más; esto es grave —soltó—. No se trata de su reputación, sino de su sitio en Tagus. Imagina lo que haría Aegan si se llega a descubrir ese club nocturno por nuestra culpa.
—De acuerdo, en serio, debes dejar de tenerle tanto miedo a Aegan. —Entorné los ojos.
Pero ella ya había tomado su decisión y me la dejó bien claro, algo molesta:
—No diré nada sobre ese sitio.
—Bien —dije ante su actitud—. Yo no pienso obligarte.
—Bien —asintió.
Sin más, fue hasta el escritorio exageradamente ordenado de Aleixandre, se sentó y firmó el contrato con una rapidez irrefutable. Me molestó un poco, pero era cierto que no podía forzarla a nada, por mucho que me pareciera estúpido su temor. Bueno, al menos no me había echado en cara que yo hubiera planeado ir allí. Era una persona en quien se podía confiar, pero era demasiado asustadiza. Tenía valor, lo había demostrado, lo malo era que no se atreviera a más.
De todas formas, preocuparme por Artie era lo de menos. El mensaje de ?quédate con ellos esta noche? era un asunto más importante. Era un poco aterrador intentar descifrar por qué me había llegado, pero al mismo tiempo era intrigante. ?Quién quería que yo pasara la noche ahí? ?Por qué? ?Para qué? ?Alguien quería que yo viera algo? ?Quería hablar? ?Quería desenmascararme? ?Quería atraparme?
Demasiadas preguntas, y solo una forma de responderlas.
Salí de la habitación y volví a la sala. Adrik ya se había encerrado en su cuarto y Aleixandre y Owen estaban esperando sentados en el sofá. Los pillé hablando bajito, pero se detuvieron al verme.
—Creo que es bastante tarde —les dije con mi voz más tranquila—. Si volvemos a esta hora a nuestro apartamento, nos van a sancionar. ?Creen que Artie y yo podemos dormir aquí esta noche?
Era cierto que llegar fuera de la hora límite a los apartamentos de mi sección tenía su castigo, pero no era tan grave. Mi intención al quedarme era averiguar el misterio del mensaje de texto.
Aleixandre compartió una mirada con Owen que no logré identificar. Se transmitieron algo, pero no entendí qué. Luego me sonrió.
—Claro, pueden usar mi habitación —aceptó con amabilidad—. Yo usaré la de Aegan, porque no creo que regrese esta noche.
—Pero no le desordenen nada —aconsejó Owen con una pizca de burla—, que luego se desmaya.
Aleixandre tenía un grave problema con la limpieza, estaba confirmado. ?Tal vez un TOC?
De todas formas, le ense?ó el dedo de en medio a Owen.