El mapa de los anhelos(124)
Hay algo reconfortante en el hecho de que otra persona se preocupe por ti en esos aspectos cotidianos a los que a veces una misma no presta atención: un masaje en la espalda cuando tienes una contractura, una taza de caldo caliente o esa mano en la frente para comprobar la temperatura. Es la manera física en la que se revela el amor.
Will es perfecto para mí, pero no es perfecto para él.
Renunciar a alguien con la esperanza de que vuelva a ti es un gran acto de fe. He pensado mucho en ello mientras paseaba por los jardines de Vondelpark; el suelo estaba lleno de hojas amarillas, rojizas y marrones, y por un instante me asombró darme cuenta de que esos árboles desnudos volverían a vestirse de verde en primavera.
Supongo que la esperanza consiste en confiar.
Así que ámsterdam se convierte en eso, en esperanza, en el placer de descubrirme, en emborracharme con la belleza postimpresionista de Van Gogh y los autorretratos de Rembrandt, en aprender a estar sola y volver a subir en bici y pedalear sin cesar en línea recta.
55
Will
No estoy seguro de cómo he acabado aquí, pero delante de mí hay dos docenas de coches usados y detrás de mí el vendedor del concesionario que se anunciaba en mi limpiaparabrisas contempla ensimismado el Audi del que estoy a punto de desprenderme.
A decir verdad, me sorprende no haberlo hecho antes.
No es que tenga nada en contra de ese coche, pero no me siento cómodo en él. En cambio, en cuanto piso este lugar, los ojos se me van hacia un viejo Jeep que tiene pinta de haber recorrido muchas millas. Me giro hacia el hombre.
—?Cuánto cuesta ese coche de ahí?
—Bueno, esta semana tenemos una promoción especial…
Y después repite el mismo discurso que probablemente dice cada día y que incluye frases como ?estamos de liquidación?, ?hay otras dos personas interesadas en él? o ?es una oportunidad única?. Pero no me importa. Ya he decidido que voy a comprarlo antes incluso de probarlo. Cuando se lo confirmo al vendedor, sus ojos se agrandan con entusiasmo. Me ofrece por el Audi bastante menos de lo que sé que podría sacar si me tomase la molestia de llevarlo a otros sitios, pero de repente tengo tantas ganas de desprenderme de él que no me lo pienso antes de aceptar sus condiciones.
Así que llego allí con un Audi elegante y salgo con un Jeep destartalado, que en realidad se traduce en que llego con apatía y salgo más contento de lo que esperaba.
Al principio me siento un poco raro mientras lo conduzco. He dejado los trastos en la parte de atrás, aunque ya he decidido que voy a donar la mayoría de los libros a la biblioteca. Piso el acelerador con cuidado, conduzco por las calles de la peque?a ciudad, dejo atrás el parque de caravanas y sigo hacia las afueras. Pongo la radio. Suena All We Ever Knew, y parece un mensaje cuando dice ?Now I’m trying to wake up from this. I’m trying to make up for it?.
Estoy tan concentrado en la letra de la canción y en la sensación de libertad que me invade al conducir este coche que no sabría decir si me interno en este camino de forma inconsciente o porque en realidad es exactamente adonde quiero ir. Avanzo despacio conforme me acerco. El sol no tardará en esconderse tras el horizonte cuando llego hasta la granja y paro el coche. Es lo que me impulsa a salir antes de que la oscuridad me impida hacerlo. Cierro la puerta y me guardo las llaves en el bolsillo.
El edificio en ruinas me recibe con su silencio.
Recuerdo el día que vine aquí con Grace y lo importante que me pareció volver con ella a mi lado, aunque ni siquiera pudiese imaginárselo. Y me gustó lo que dijo, aquello sobre que resultaba perturbador entrar en la intimidad de una familia y no saber qué había sido de ellos. Visitar casas abandonadas es viajar al pasado. Si hubiese sido sincero con ella sobre quién era, al encontrar la fotografía la habría sacado de dudas diciéndole: ?Los padres siguen unidos y siendo encantadores, la abuela murió mientras dormía y en cuanto al ni?o, bueno…, se perdió un poco. Pero ya ves, la Tierra es muy grande, tiene un diámetro considerable, ?cómo no perderse alguna vez??.
Si no le conté desde el principio que su hermana y yo fuimos amigos de ni?os fue porque entonces tendría que haberle explicado todo lo demás. Y creo…, creo que en el fondo deseaba que Grace me conociese de verdad, sin prejuicios, sin juzgarme. No pensé que resulta imposible descubrir el estado de un edificio contemplando solo la fachada.
Me dirijo hacia la casa y entro.
Todo sigue igual que la última vez, pero el lugar me parece más decadente. Dejo atrás el salón en el que mi abuela solía leer y tejer y contarme historias, avanzo hacia las escaleras y subo con cuidado. Tengo un nudo en la garganta. Mi habitación es la primera puerta a la derecha. Solo queda un somier, algunos marcos viejos, papeles y la tela raída de una antigua manta. Me planto en medio e intento recordar, recordarme.
A veces me siento como si tuviese el cerebro lleno de grietas y este es uno de esos momentos. ?Qué le diría a mi yo de hace ocho o nueve a?os? Probablemente repetiría las palabras que la abuela me dijo en aquel cumplea?os solitario: ?No cambies, no dejes que ellos ganen. Algún día estarás rodeado de gente que te amará por quien eres, tan solo debes tener un poco de paciencia y mantenerte fuerte?.