Ciudades de humo (Fuego #1)(29)
El problema era que esta no quería entrar y no sabía cómo demonios librarse.
—Creía que en la zona de los androides estabais acostumbrados a seguir órdenes —escuchó decir a Rhett a su lado—. ?Qué pasa? ?No quieres pelear?
Alice dedujo que no podía negarse, por mucho que lo quisiera, así que avanzó lentamente y se situó delante de Trisha, que le sonrió sin un solo atisbo de simpatía. El corazón de Alice latía a toda velocidad. Escuchó un grito de ánimo de Jake y se volvió para mirarlo, en busca de algo de esperanzas.
Y, justo en ese momento, sintió que su cara se volvía violentamente hacia el lado contrario. Su cuello crujió mientras daba dos pasos hacia atrás, pero al menos no salió del cuadrado. Se sujetó la mandíbula con una mano mientras veía que Trisha se acercaba de nuevo con el pu?o preparado. ?Acababa de darle un pu?etazo?
—No te distraigas —escuchó que decía Rhett.
La cabeza le daba vueltas y le entraron ganas de llorar de dolor y de miedo. Era horrible. Apenas sentía la mandíbula. Se encogió un poco cuando vio que Trisha ya estaba junto a ella otra vez.
La chica rubia levantó la pierna y su zapatilla le impactó en pleno estómago. Alice se agachó y se sujetó la zona dolorida con los brazos justo cuando su oponente le dio otro pu?etazo que la dejó tirada en el suelo. Sintió que se quedaba en blanco durante un momento.
—Los brazos, principiante —oyó a Rhett desde lo que le pareció una galaxia paralela a la suya.
Le costaba respirar. Abrió los ojos, intentando enfocarse en ella para ver algo claro, y no pudo evitar preguntarse si realmente existía alguna posibilidad de defenderse. Enseguida supo la respuesta. Y no le gustó.
—Levanta —le espetó Trisha con voz áspera.
Alice parpadeó un momento y miró a su contrincante. Estaba de pie junto a ella. Parecía medir diez metros de altura. ?Hasta cuándo iba a estar golpeándola?
Hundió las manos en la hierba e intentó incorporarse, pero nada más hacerlo un fuerte sabor a cuero llenó su boca. Acababa de darle una patada. No lo suficientemente fuerte como para hacerle verdadero da?o, pero notó el sabor de la sangre. Volvió a quedar boca abajo y esta vez sí sintió dolor. Vio que la hierba se estaba ti?endo de rojo y empezó a marearse.
—Era cierto que no sabes defenderte —murmuró Trisha en voz baja.
—Ya vale. —Alice casi lloró de felicidad al escuchar los pasos de Rhett acercarse—. Tú, fiera, vete al otro lado del ring.
Vio, de reojo, cómo Trisha se alejaba, de brazos cruzados. Apoyándose en las rodillas, Alice se incorporó lentamente. Rhett la miraba.
—Los brazos —repitió.
—Estoy sangrando —protestó en voz baja—. Me... me ha herido y...
—Y seguirá hiriéndote hasta que pongas los brazos como te he dicho, principiante.
Alice cerró los ojos un momento y luego se colocó como él había dicho. Rhett hizo una se?a a Trisha, que se acercó y volvió a tirarla al suelo sin parpadear.
Aun así, siguió intentando ponerse de pie. Una, dos, tres veces incluso. Al final, Trisha se hartó de tumbarla y dejó que se incorporara. Alice se tocó la nariz y descubrió que seguía goteando. Miró un momento a Jake, que se tapaba los ojos, y luego a Rhett, que parecía bastante concentrado en lo que estaban haciendo. Esperó unos segundos a ver si decía algo. Cuando le hizo un gesto para que se acercara, sintió que su cuerpo entero se relajaba, y eso que él no era una persona que le gustara demasiado.
—?Vas a seguir dejando que te patee? —le preguntó en voz baja.
—No sé defenderme —admitió ella lastimera.
—Hay una cosa que se llama instinto. Si te da en la cara otra vez, ma?ana también te emparejaré con ella. Vuelve ahí.
Alice suspiró. Tenía que evitar que le golpeara la cara, solo eso. Si lo conseguía, quizá se terminara el combate. No quería volver a luchar contra ella.
Se situó delante de Trisha, que sonreía.
—?Te ha dicho que te defiendas? Buena suerte.
Lanzó un pu?etazo que le impactó en el estómago. Alice aguantó la respiración y retrocedió. Entonces, mientras se incorporaba de nuevo, vio un pu?o pasar justo delante de su cara a toda velocidad. Se quedó muy quieta, ?acababa de esquivarlo sin querer?
Trisha se quedó mirándola fijamente. Alice cerró los ojos, esperando otro golpe todavía peor. Pero no llegaba.
Espera, ?por qué no le estaba pegando?
Abrió los ojos, confusa, y vio que Trisha se había cruzado de brazos con una sonrisita triunfal. Rhett seguía mirándolas, pero ahora parecía más decepcionado que concentrado. Y Alice no entendió nada hasta que bajó la mirada y se dio cuenta de que uno de sus pies había salido del cuadrilátero. Había perdido.
—Se acabó la clase por hoy —anunció el profesor en voz alta—. Si os matáis entre vosotros, ya no será mi problema. Id a comer.