Ciudades de humo (Fuego #1)(24)



Siguieron caminando y Alice sintió que su pierna empezaba a quejarse. Jake se detuvo en la zona más despoblada de la ciudad, en la que había una peque?a franja de bosque dentro del muro. De hecho, en esa zona, la muralla tenía un agujero. Alice vio que había gente reconstruyéndola en silencio mientras varios guardias los supervisaban.

—Eso lo hiciste tú con el coche —Jake la miró.

—?Yo?

—Sí, cuando chocaste. Debías de ir a mucha velocidad, para destrozarlo así. Menos mal que no te hiciste mucho da?o.

Alice no dijo nada. Siguieron el camino.

—También tenemos bares, no muchos. Están todos por la zona de las casas, así que los alumnos no podemos ir. —él se?aló? una peque?a taberna llena de gente—. Y, además, tienes que ser mayor para entrar.

—?Yo soy mayor?

Jake la miro?, divertido.

—Pues claro. Debes de tener unos... ?dieciocho a?os? ?Diecinueve?

—No sé mi edad.

él dio un saltito, entusiasmado.

—Pues ?eres una afortunada! ?Puedes decidir cuántos quieres tener! Pero no te pases. Quédate entre los diecisiete y los veinte. Si dices que tienes cuarenta, nadie se lo creerá.

—Mmm... —Ella lo consideró unos segundos—. Diecinueve está bien.

—Entonces, genial. ?Ves? Aquí si tienes más de quince a?os eres mayor.

Siguieron avanzando hasta que por fin llegaron de nuevo a la zona que Alice conocía. El hospital. Y junto a él, la sala en la que la acababan de juzgar. Habían dado la vuelta a la ciudad muy rápidamente, lo que constataba que esta era peque?a.

—Y aquí estamos otra vez, en la zona de alumnos. —Jake hizo una mueca—. Espero que te guste, porque es a la que tienes acceso.

—?No puedo ir a las casas de la zona baja?

—Claro, pero no vas a poder hacer gran cosa allí.

Alice vio, a lo lejos, lo que parecía ser la entrada principal a la ciudad, custodiada por guardias que también vestían ropa vieja. No parecían muy centrados en sus tareas. De hecho, estaban charlando y riendo entre ellos.

—No te recomiendo que los cabrees —comentó Jake al verlos—. Parecen muy tranquilitos cuando están así, pero son la peste cuando se enfadan. Una vez Saud, un amigo mío, mosqueó a uno. El guardia le dio con la culata de la escopeta en medio de la cabeza y le hizo un chichón. En fin, deberíamos ir a ver a Max. Me dijo que te llevara con él cuando termináramos el tour.

Alice no sabía qué significaban algunas de las palabras que había usado, pero asintió con la cabeza de todas formas.

Rehicieron el camino hasta llegar a lo que Jake había nombrado como la casa de los guardianes. Entraron, cruzaron un pasillo estrecho con unas pocas puertas a ambos lados y subieron dos pisos de escalera. Jake no se detuvo hasta que estuvieron al fondo del último pasillo, frente una puerta que abrió sin pensar.

El despacho de Max resultó ser una sala peque?a y cuadrada, en la que las únicas ventanas eran las de las paredes del fondo. En otra había dos estanterías repletas de libros y pegadas la una a la otra, y, en las otras paredes, solo unas cuantas fotos antiguas. En medio del despacho, había una vieja mesa de nogal con papeles y artilugios desparramados encima de ella y flanqueada por dos sillas, ocupadas. Una por Max, y la más cercana a ellos, por Rhett. Ambos parecían estar discutiendo cuando Jake y Alice llegaron. El primero los miró con hostilidad, el segundo, con una sonrisa divertida.

Max, de hecho, se mostró especialmente molesto con Jake.

—?Que? te tengo dicho sobre entrar sin llamar?

—Eeeh... —El pobre chico se había quedado blanco—. Lo siento mucho, Max, volveré en...

—No, ahora ya no importa. —Y una mirada mucho más severa se clavo? en Rhett, que los seguía observando con diversión—. él ya se iba.

—En realidad —este se puso de pie y cerro? la puerta tras ellos, apoyándose en la hoja sin borrar la sonrisa burlona—, prefiero quedarme a ver esta interesante reunión.

Max suspiro?, miro? a Alice y se?aló la silla que había delante de él. La chica se sentó inmediatamente. Ese hombre daba miedo, no quería llevarle la contraria. Además, su pierna magullada lo agradeció. La había forzado demasiado y le dolía.

—?Tienes nociones de combate? —preguntó el hombre directamente.

Alice frunció el ce?o. ?No necesitaba que la calibraran antes de empezar la entrevista? Ah, claro, él no sabía que era una andr...

—?Sí o no?

—?Combate? —repitió confusa.

—?Sabes lo que es?

—No... Bueno, sí.

—Es una cosa muy bonita —escucho? decir a Rhett detrás de ella—. Se trata de hacer piruetas intentando que no te maten. Lo vas a adorar.

Eso había sido una broma, ?verdad?

—Tu pierna estará bien ma?ana —replico? Max, ignorándolo—. Por lo tanto, empezarás el entrenamiento con los principiantes.

—?Con nosotros? —preguntó Jake ilusionado—. ?Genial, Alice!

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