Ciudades de humo (Fuego #1)(23)
—?Los avanzados son los... guardianes?
—No, son alumnos a quienes ya les han asignado una especialidad. Armas, informática, lucha..., hay varias opciones. Max, el guardián supremo, es quien decide cuándo un alumno avanzado está suficientemente formado y preparado para empezar a ser útil a la ciudad. Entonces, le asigna una casa para él solo. ?Te imaginas? Eso es a lo que aspiramos todos. Bueno, detrás están los campos de entrenamiento. Es decir, el infierno.
—?El... infierno? —Ella parpadeó, sorprendida.
—Es una expresión. —Jake la miró, extra?ado. Alice lo observó más extra?ada aún—. Una forma de hablar. Para que... Bueno, da igual.
Volvieron a emprender la marcha.
—?Qué se entrena ahí?—preguntó Alice.
—A los principiantes se nos imparte conocimiento general, así que no lo se?. Nos entrenan duro y nos ense?an distintas disciplinas para descubrir nuestro punto fuerte. Aquellos que superan la prueba de nivel, pasan al grupo de intermedios, donde se sigue practicando todo, aunque empiezas a centrarte en aquello que se te da mejor. Y los avanzados, como te he dicho antes, son los que se ya son muy buenos en algo concreto.
—?Y si no tienes puntos fuertes?
Dudaba que hablar idiomas y ser experta en historia clásica humana le fuese de ayuda a la comunidad.
—A todo el mundo se le da bien algo..., espero, porque si no, no hay esperanza para mí.
Donde se suponía que estaban el área de entrenamiento, Alice solo vio una nave enorme y un campo de fútbol al lado. Lo reconoció porque había visto fotos en un libro de la biblioteca de su zona, aunque al verlo de verdad le pareció mucho más grande de lo que había imaginado.
—?Aquí sucede ese... entrenamiento? —preguntó.
—Sí, justo aquí. También hay un circuito atrás, pero solo lo usan los avanzados.
Alice supuso que aquello había sido una broma y le dedicó una peque?a sonrisa. Sin embargo, lo que quería era seguir indagando.
—?A qué se debe que tengamos que entrenarnos? ?Es que estamos en peligro?
—Eeeh..., no exactamente. Max siempre dice que en un mundo así es indispensable saber defenderse. Además, si quieres ir a probar suerte en cualquier otro sitio, lo primero que requieren es que seas un avanzado. Esta es la única ciudad en la que hay tantos ni?os; Max es el único que se ofrece a entrenarlos. Los demás nos prefieren ya mayores para ahorrarse un problema.
Jake, que había seguido caminando, se detuvo de nuevo ante un edificio en mucho mejor estado que los anteriores.
—Aquí duermen los guardianes —se?aló—. Ya los conoces a todos, eres una afortunada, je, je. Deane es la experta en combate cuerpo a cuerpo; Geo, en informática; Tina se encarga de los que no valen para luchar, aunque aquí los llaman ?aprendices? para que no se sientan mal. Que no te enga?en, son los que no pueden defenderse. Probablemente yo termine con ellos.
—Y yo...
—Bueno. —Jake sonrió—. Al menos, estaremos juntos en la desgracia. Algo es algo.
él siguió andando y ella se quedó pensando. ?No había cinco miembros en el grupo de los guardianes? Solo había mencionado a tres.
—?Y los otros dos? —pregunto?, siguiéndolo.
—Ah, Max tiene el trabajo más guay. Se encarga de las exploraciones. Suelen ir a por más munición, o comida, o medicinas, lo que sea que la ciudad necesite. A veces, también van a hacer intercambios con los de las caravanas. A Max no le gustan mucho, pero siempre dice que, en tiempos como estos, hay que llevarse bien incluso con la gente que no te gusta.
—?Y el de la cicatriz?
—Rhett... Es una historia muy larga.
—No pasa nada, tenemos tiempo, ?no? —Alice no quería perderse ni un detalle.
—Antes él se encargaba de las exploraciones. —Jake casi parecía lamentar contárselo—. Pero un día tuvo un problema en una de ellas y..., bueno, lo obligaron a conformarse con entrenar a los iniciados y a los avanzados en armas.
—?Ese es un buen trabajo?
—No, para él no. De hecho, lo odia.
Siguieron andando hasta alcanzar la parte trasera de la sala de actos, donde una pendiente dividía, a un lado, los edificios compartidos y, al otro, las casas privadas. Jake le dijo que eran las que ocupaban los alumnos graduados o las personas que no tenían ninguna función específica: los ni?os, los ancianos y los enfermos. También le contó que empezaban a entrenar a los doce a?os, por lo que hasta esa edad solo tenían la responsabilidad de ayudar a sus mayores con lo que les pidieran.
A Alice le dio la sensación de que la gente era mucho más feliz allí que en su zona. Podían hacer más o menos lo que quisieran. Era raro. Además, todos iban vestidos de forma diferente, sin uniforme.
—La mayor parte de la ciudad la conforman las casas de la gente. También hay un montón de torres de vigilancia, ?las has visto? —En efecto, Alice se había fijado en ellas, pues las encontrabas a menudo—. Es por si acaso. Para protegernos.
—?De qué?
—De lo que sea que pueda aparecer por el bosque. Y para eso también esta? el muro que nos rodea —sonrió—. Lo hicieron Max y sus primeros compa?eros cuando todo esto empezó. Rodea la ciudad entera, y hay vigilantes y alumnos avanzados de lucha o armas que se encargan de que nadie entre ni salga sin permiso.