Ciudades de humo (Fuego #1)(122)



—Desobedecer órdenes tiene consecuencias muy duras —le dijo en voz baja, claramente enfadado—. Incluso para un guardián.

Ay, no. ?Rhett!

—Yo se lo pedí —dijo enseguida—. él ni siquiera quería ayudarme, pero le insistí tanto, ?quería mejorar!, que no le quedó más remedio que hacerlo.

—?Ah, sí? —preguntó él fríamente.

—Sí. Pero no... no volveré a pedírselo. Lo prometo.

Max no dijo nada, solo siguió mirándola fijamente. Alice notó que volvía a sudar.

Cuando pareció que había pasado una eternidad, el guardián supremo se inclinó sobre la mesa, entrelazando los dedos de manera tan lenta que la puso aún más nerviosa de lo que ya estaba.

—He pensado que quizá no rindes bien porque no te alimentas lo suficiente. Has estado saltándote la comida por culpa de las clases, y la nutrición es igual de importante que el entrenamiento. Quizá debería anular las clases extra.

?No, eso no!

—N-no creo que eso sea neces...

—Aunque también he pensado que tu bajo rendimiento puede deberse a la falta de sue?o.

Alice sintió que se quedaba sin palabras.

—Sabes a lo que me refiero, ?verdad?

La chica primero titubeó, luego asintió. Se le estaba formando un nudo en la garganta.

Max se quedó en silencio un momento. Ella tenía la cabeza gacha. De pronto, le entraron ganas de llorar al pensar en el lío que había metido a Rhett.

—?Eres consciente de que está terminantemente prohibido salir de tu habitación después de que anochezca, Alice?

—Sí, pero...

—Pero nada. Y mírame cuando te hablo.

Esa vez sí había sonado enfadado. Alice levantó la cabeza lentamente y lo miró.

—Por no mencionar lo prohibido que está visitar a un instructor en plena noche.

Ella sintió la tentación de volver a agachar la cabeza. El nudo en la garganta se hizo más espeso. No se sentía capaz de hablar.

—No me importa lo que hagáis en plena noche los dos en esa habitación —aclaró Max con voz áspera—. No quiero volver a oír hablar de eso. No quiero volver a tener que escuchar a nadie diciéndome que te ha visto saliendo de tu habitación en plena noche para ir a ver a tu instructor, ?me has entendido bien?

—?Quién...?

—Eso no es asunto tuyo. Y te he preguntado si me has entendido, respóndeme.

—S-sí...

—Se han acabado las amistades con instructores o lo que sea eso —siguió Max, cada vez más enfadado. Alice sintió que se hacía peque?ita—. Se acabaron las clases extra.

—Pero...

—No me interrumpas —advirtió Max se?alándola y hablando muy lentamente.

Ella volvió a agachar la mirada inconscientemente.

—Te he dicho que me mires cuando te hablo.

Volvió a levantar la cabeza, esta vez más enfadada que asustada.

—Se acabaron las visitas a cualquier habitación que no sea la tuya.

—?Qué? Pero...

—He dicho que no me interrumpas.

—?Me da igual! ?Los demás no tienen la culpa de esto!

—No los estoy castigando a ellos, sino a ti. —La miró duramente—. Y siéntate ahora mismo.

Alice se dio cuenta de que se había levantado y volvió a sentarse.

—No es justo —murmuró.

—Pocas cosas son justas en la vida. —Max enarcó una ceja—. Si no eres capaz de seguir normas básicas, no me dejas otra opción que ser más estricto contigo. Y es lo que estoy haciendo. Tu castigo será no ver a tus amigos durante un tiempo.

—?Qué? —casi gritó ella—. ?Cuánto tiempo?

—El que yo decida.

—?Ni hablar!

Las palabras habían salido de su boca antes de que pudiera detenerlas.

Max apretó los labios con fuerza. Oh, no.

—?Necesitas que los castigue a ellos para que te des cuenta de que no puedes hacer lo que quieras en mi ciudad?

—Esto no es justo —repitió como una ni?a peque?a—. No puedes prohibirme ver a alguien.

—Muy bien, Alice. —Sonó como si finalmente hubiera perdido su poca paciencia—. Si alguien me avisa de que has estado hablando con alguno de los que no son de tu habitación, no te castigaré solo a ti. Amonestaré a cada persona con la que hayas interactuado. ?Lo entiendes mejor así? ?O tienes algo más que decir al respecto?

La chica apretó los pu?os por debajo de la mesa, pero se calló.

—Como puedes imaginarte —prosiguió él—, también te quedarás sin más exploraciones durante un tiempo. Cuando ese periodo termine, ya veremos lo que hacemos contigo si sigues aquí.

—?Si sigo aquí? —Alice abrió mucho los ojos.

—Ya me has oído. Te recuerdo que todavía no formas parte de nuestra comunidad. Solo eres una invitada provisional. Y ya has roto la mitad de las normas que tenemos.

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