Ciudades de humo (Fuego #1)(103)



—Pero ?no has dicho que un beso no es para tanto?

—Limítate a besar a Rhett si es quien te gusta.

—Mmm..., vale.

—Genial. —Trisha la se?aló—. Tú cierra los ojos, pero no te quedes quieta como un palo, ?eh? Eso es lo más aburrido del mundo. Y no lo muerdas, por favor. Eso sí que no lo hagas. Al menos el primer día. Resérvate alguna sorpresa para el segundo.

—No tenía pensado morder a nadie, la verdad.

—Yo solo te aviso.

—Oye, respecto a la técnica... —empezó Alice.

Pero, justo en ese momento, llegaron los chicos a la mesa y no pudo continuar. Trisha la miró con una sonrisa pícara, cosa que Alice interpretó que era para darle ánimos y que no se echara atrás.

Iba a ser una noche interesante, eso seguro.





19


    La técnica perfecta


Hacía casi dos horas que esperaba, tumbada en la cama, para ir por fin a la habitación de Rhett. Había sentido la tentación de hacerlo unas cuantas veces, pero no quería arriesgarse a que la pillaran. Especialmente ese día. Se había pasado el rato repasando los consejos de Trisha para asegurarse de que lo haría bien, no quería espantar a Rhett y que saliera corriendo.

Aunque, pensándolo bien, si lo hacía mal sería ella misma quien saldría corriendo de la vergüenza.

Ay, no, ?y si salía mal?

Su rostro reflejó preocupación. Trató de recordar los besos que había visto en las películas. ?Allí nunca salía nada mal!

Por fin, llegó la hora de irse. Se incorporó un poco y miró a su alrededor. Se oían ronquidos y respiraciones acompasadas. Asegurándose de que nadie permanecía despierto, se puso de pie, dispuesta a salir de la habitación. Cerró la puerta con sumo cuidado, sin hacer ningún ruido, y se dirigió a la escalera sin percatarse de que había alguien allí.

Chocó contra él y se llevó una mano a la nariz con una mueca de dolor.

—?Au! ?Qué...? —empezó, pero se quedó callada al ver quién era—. ?Kenneth? ?Qué haces aquí?

—Podría preguntarte lo mismo —dijo él, cruzándose de brazos.

Alice tuvo que pensar con rapidez. Con demasiada rapidez.

—Iba al ba?o.

Kenneth sonrió, negando con la cabeza.

—Hay una puerta en la habitación.

—Está rota.

—?En serio? Voy a ver...

Alice lo detuvo.

—Bueno, ?y qué pasa si quiero ir por aquí? ?Hay algún problema?

él la miró unos segundos. Los nervios de Alice aumentaban cada vez más.

—Muy bien —accedió él, finalmente.

—Genial. —Alice pasó por su lado, pero se detuvo cuando la agarró del brazo—. ?Qué haces? Suéltame.

—Te acompa?o —le dijo firmemente.

Oh, no.

—De eso nada.

—?Por qué no, Alice?

—Porque hay algo en este mundo llamado privacidad.

—Me da igual. Voy contigo.

—Oye, te he dicho que me sueltes. —Alice tiró de su brazo, estaba empezando a enfadarse.

—Y yo te he dicho que voy contigo.

—?Déjame en paz! —Por fin, consiguió liberar su brazo—. Vete a molestar a otra persona, Kenneth.

él frunció el ce?o lentamente.

—Cada noche te vas de la habitación a esta hora y no vuelves hasta más tarde —dijo, remarcando cada palabra—. ?Pretendes que me crea que vas a hacer pipí y que tardas dos horas en mear?

—No quiero que te creas nada. Lo que haga o deje de hacer es problema mío.

—Entonces quizá sea problema de alguna instructora cuando se lo cuente.

Alice ya se estaba dirigiendo a la puerta del servicio, pero se detuvo en seco para mirarlo por encima del hombro.

—?Qué has dicho?

—Ya me has oído.

Uf, ese chico estaba jugando con fuego.

—Muy bien, Kenneth. —Alice también se cruzó de brazos—. Vete corriendo y delátame. Pero ?qué le dirás exactamente? ?Que voy al ba?o a medianoche? Seguro que me echan de la ciudad. Qué peligrosa soy.

—Venga ya, ?te crees que nací ayer?

—Nunca me lo había planteado, la verdad.

Kenneth la miró unos segundos, desconcertado, para después volver al tema.

—No vas al servicio, no soy idiota. Vas a ver a alguien.

—Es tu palabra contra la mía.

—Si se lo cuento a un guardián le dará importancia —amenazó Kenneth—. Se lo podría decir a Rhett y te echaría de tu especialidad.

Alice tuvo que controlarse para no reír. Sí, seguro que le sorprendía mucho...

—Muy bien, cuéntaselo a quien quieras, pero déjame pasar.

La volvió a agarrar del brazo. Esta vez Alice se zafó rápidamente y apretó los pu?os.

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