La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(116)
—?En la residencia de Nikita Duncan?
—Y en la de otros pocos relacionados con el Consejo al más alto nivel. —Había tenido que luchar contra el impulso de entrar y aplastar más cráneos psi cuando había hecho la entrega.
—Bien.
Quería que Faith se acostumbrara al vínculo, que no tuviera problema en utilizarlo para ver si él se encontraba bien. Eso era lo que hacían los compa?eros. él no podía ver el vínculo de pareja como Faith, pero podía sentirlo de un modo que no tenía explicación… si alguna vez ella sufría o estaba en problemas, él lo sabría.
Faith guardó silencio de nuevo. Vaughn salió con ella de la ducha y la secó primero a ella, y luego él mismo. Cuando la llevó hasta la cama, Faith no protestó. Y cuando la reclamó del modo más físico, se entregó a él por completo. Después, permanecieron unidos viendo cómo el alba se colaba en la habitación a través de unos delgados rayos de luz.
Faith se acomodó para apoyar la mejilla sobre su pecho y la mano sobre su corazón. Y entonces lloró. Vaughn le acarició el cabello y la espalda, sin saber qué más hacer para consolarla. Pero lo que sí sabía era que aquellas lágrimas calientes no tenían nada que ver con él. La envolvió en sus brazos y el jaguar le habló en roncos y callados murmullos.
Varios e interminables minutos después, Faith inspiró entrecortadamente.
—Han venido a por mí como si fuera un animal al que localizar y enjaular.
Vaughn apretó la mano que tenía enroscada en su cabello, pero no la interrumpió.
—Creía que… tal vez mi padre… desde luego que no, él es un psi. Quería recuperar su inversión. Le trae sin cuidado conocer qué decisiones he tomado, o que al matarte a ti acabaría también conmigo.
—No es tan fácil acabar conmigo, pelirroja.
—Es una estupidez, pero me siento traicionada por mi padre, aunque él nunca ha sido un padre de verdad para mí. ?Cómo ha podido permitir que vengan a por mí de esa forma?
Vaughn no tenía respuestas que aliviaran su dolor. De modo que se limitó a abrazarla; a abrazarla y a decirle que para él no tenía precio. Al cabo de un rato, se quedó dormida. A salvo en su casa, en la que ningún psi podría entrar sin disparar un centenar de trampas, también él se dejó vencer por el sue?o.
Faith se despertó a las nueve. Su cuerpo no deseaba dormir hasta tarde, a pesar de haber estado privado de descanso. Su gato, por otro lado, se quejó cuando ella se movió y le dijo que se estuviera quieta. Esa ma?ana era capaz de sonreír de nuevo, aunque su sonrisa era un tanto trémula, y se acurrucó a su lado mientras escuchaba el sonido de la cascada y disfrutaba del sol que se derramaba a través del ingenioso sistema de ventilación ideado por Vaughn.
La luz atravesaba unos fragmentos coloreados de cristal, cuidadosamente colocados para crear mosaicos sobre las alfombras. Su mente psi encontraba aquello complejo y hermoso. Tan organizado, pero diferente a cada minuto, mutando con el cambio de la luz. Estaba admirando los dibujos desde la cama cuando pitó el panel de comunicación empotrado en la pared. Sabiendo que Vaughn no iba a ceder, salió de debajo de su brazo y fue a responder la llamada. Definitivamente, tenían que poner algo que hiciera las veces de mesilla, pensó mientras respondía solo en modo audio.
La voz que le devolvió el saludo fue tan inesperada que no respondió hasta después de transcurridos diez segundos. En ese tiempo, Vaughn se había despertado por completo y se encontraba ya a su lado. Faith dejó que él tomara el resto de las decisiones. Pues para ella, la persona que estaba al otro lado de la línea era semejante a un fantasma.
26
Menos de cuatro horas después, Faith entró en una sala de reuniones en las oficinas de los DarkRiver con Vaughn a su lado. Ubicado cerca del bullicioso barrio de Chinatown, el edificio era céntrico y estaba bien protegido, no solo por la fuerza de los cambiantes, sino también por la habilidad de los humanos para fundirse con el entorno y, por tanto, para escuchar cosas que la mayoría de los psi consideraban secretas. A cambio, la gente de la zona acudía a los DarkRiver para recibir a su vez protección contra las bandas callejeras.
Sin embargo, en esos momentos Faith no estaba pensando en la seguridad. De hecho, era incapaz de pensar de forma racional. Pero reaccionó casi de manera automática gracias a los a?os de adiestramiento.
—Hola, padre.
Anthony Kyriakus, cabeza del clan psi NightStar, se puso en pie, pero no se acercó a ella.
—Hola, Faith.
Ella no sabía cómo sentirse. Se había preparado para ser repudiada por los psi, para que todo contacto con ella fuera prohibido por decreto del Consejo.
Anthony deslizó fugazmente la mirada hacia la silenciosa presencia de Vaughn.
—Necesitamos un poco de privacidad.
Faith sintió que Vaughn se enfadaba, pero dejó que fuera ella quien respondiera:
—Vaughn es mi compa?ero. Mis secretos son sus secretos.
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