La noche del jaguar (Psy-Changeling #2)(115)
Faith siguió a Dorian por el camino que conducía a la guarida de la pareja alfa, mirando por encima del hombro para intentar divisar fugazmente a Vaughn. Pero él ya se había marchado y no era más que otro borrón en el bosque. Cinco leopardos y un jaguar. Cuánto poder, cuánta furia, y todo por ella.
—Podría llevarte a la espalda —se ofreció Dorian al cabo de diez minutos—. Soy latente, pero poseo la fuerza de un cambiante.
—Lo siento —dijo con suma educación, consciente de que Dorian no la tenía en demasiada estima—. No sé lo que significa latente en tu mundo.
—No puedo transformarme en leopardo —respondió sin el menor rastro de autocompasión.
Faith le miró. Con sus ojos azul cielo y su cabello rubio, parecía más un estudiante universitario que el depredador despiadado que era.
—Gracias, pero no. No me siento cómoda tan cerca de alguien que no sea Vaughn.
él asintió y siguió andando. Faith reflexionó acerca de sus palabras preguntándose si era ese el motivo de la cólera que se veía en sus ojos. Pero esa cólera estaba dirigida a ella y ella no tenía nada que ver con que él fuera latente. Después de casi media hora de silencio, decidió que el único modo de saberlo era preguntar. Ahora era su familia.
—?Por qué no te caigo bien?
él no respondió hasta pasados varios e interminables minutos.
—No te conozco, por tanto no tengo motivos para que me desagrades como persona.
No tardó mucho en comprender.
—Mi don. Es eso, ?verdad? Crees que podría haber impedido alguna cosa.
—Tú no. Los clarividentes en general.
—Tienes razón. Tal vez podríamos haberlo hecho. —Y eso era una tragedia—. Pero no creo que los clarividentes lo veamos siempre todo. De ser así, entonces nunca habría habido asesinatos, ningún desastre habría acabado con millones de vidas. —Eso era algo a lo que le había estado dando vueltas—. Así que a lo mejor podríamos haber impedido lo que sea que te sucediera, pero tal vez no hubiéramos sido capaces de hacerlo.
—Al menos podríais haberlo intentado si hubierais estado fuera.
—Sí. —Era una verdad irrefutable—. Cierto.
él no dijo nada más durante otros cinco minutos. Faith pasó el tiempo dándole vueltas a sus propias palabras. Era lo que creía, pero también una suposición. No sabía qué habían visto los psi-c en el pasado. Esos archivos habían sido borrados de la PsiNet, perdidos entre las brumas del tiempo y la memoria.
La revelación, cuando le llegó, fue callada, silenciosa, como el hombre que caminaba junto a ella. ?Dorian.? El incompleto y herido Dorian un día estaría completo. Y de un modo que ni siquiera él podría imaginar. Le vio claramente con el ojo de su mente: un hermoso leopardo con oscuras marcas faciales y, en esa forma, unos ojos más verdes que azules.
Cuando finalizó la revelación, Faith se preguntó si debía o no compartirla con él. No había sido una visión propiamente dicha, no le había llegado ningún detalle. Pero en ella, Dorian era mayor. No viejo, pero al menos tenía dos o tres a?os más que en la actualidad. ?Y si se lo contaba y el futuro cambiaba por algún acto suyo o de otros? Sería darle esperanzas en vano. Tomó la difícil decisión de guardarse la revelación para sí. A veces el silencio era la mejor opción. Solo cuando era una imposición se convertía en una jaula.
—He oído que perdiste a tu hermana.
Estaba tan acostumbrada al silencio de Dorian que ahogó un grito de sorpresa cuando él le habló.
—Marine. Se llamaba Marine.
—Mi hermana se llamaba Kylie.
Sus miradas se cruzaron y ella comprendió. Dorian intentaría perdonarla por ser lo que era, si ella intentaba no dejar que jamás muriese la hermana de nadie más.
—Sí.
Vaughn regresó junto a Faith cuando faltaban unas tres horas para que amaneciera. Al ver el café sobre la mesa y la expresión alerta de ambas, dedujo que ni Sascha ni ella habían dormido. Al aparecer él, Faith se levantó y fue hacia su jaguar. Nadie habló cuando la tomó de la mano y salieron de la guarida por segunda vez aquella noche, dejando a Lucas con su compa?era.
Realizaron el trayecto hasta el coche en silencio. Dorian lo había despejado de explosivos, pero Vaughn efectuó una nueva inspección antes de abrir la puerta del pasajero para que Faith montara. El felino continuó vigilando el área en busca de amenazas, no respiraría tranquilo hasta que estuvieran de nuevo en su territorio personal.
El viaje les llevó casi otra hora, pero ninguno de los dos estaba de humor para dormir cuando llegaron. Faith no hizo preguntas, no pidió respuestas, solo le contempló mientras se duchaba y luego se desnudó y se unió a él bajo el chorro de agua. Vaughn sentía que ella estaba preocupada.
—No hemos tenido ningún problema —le dijo—. No se han enterado de que hemos estado allí.
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