La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(43)



Se había tomado aquellos momentos para explorar las necesidades, el ansia, profundamente ocultas en su subconsciente, y había sido muy consciente de lo que estaba sucediendo. Consciente del tacto de Lucas bajo sus dedos, de su piel, tan caliente y tan viva. De cada sonido que hacía, del brillo de aquellos asombrosos ojos.

De todas sus exigencias y necesidades.

Mentira. Todo era mentira. Había imaginado sus reacciones igual que había imaginado todo lo demás. Aquellos sue?os habían sido fruto de sus fantasías. Era realmente patético haberle imaginado abrazándola, haber imaginado que le importaba.

Golpeó el volante con la palma de la mano y abrió la puerta, que se deslizó suavemente hacia atrás permitiéndole así sacar las piernas y tomar una bocanada de aire nocturno.

Una vez fuera del vehículo, se apoyó contra la capota junto a la puerta del conductor y alzó la vista hacia el cielo. Parecía un manto de terciopelo cuajado de diamantes. Sascha sabía que aquella luminosidad no era gracias a los psi. Eran los humanos y los cambiantes, sobre todo estos últimos, quienes habían luchado contra la polución y por conservar la belleza de su planeta.

A ellos les debía una parte de su cordura.

Aun cuando se veía obligada a encerrarse dentro del mundo psi, nadie podía arrebatarle la belleza del resplandeciente cielo. Nadie podía hacerle nada por contemplar aquella maravilla.

Percibió un movimiento a su izquierda.

Sascha se giró rápidamente, pero todo estaba oscuro y en silencio y el seto que delimitaba el aparcamiento bloqueaba su campo de visión. Con el corazón latiéndole tan fuerte que podía sentir cada golpe, lanzó un cauto sondeo psíquico.

Y rozó algo tan caliente y rebosante de vida que sintió que se quemaba.

Sascha se retrajo inmediatamente. Al cabo de unos segundos, una mano le tocó el hombro. De no haber sentido la sombra emocional de Lucas antes de que se le acercara, habría pegado un brinco y se hubiera delatado.

Al volverse se encontró cara a cara con el hombre que había estado buscando.

—Estás vestido —fueron las primeras palabras que salieron de su boca.

No en exceso, pero lo estaba. Un par de vaqueros de talle bajo y una camiseta blanca descolorida que definía todos los músculos de la impresionante parte superior de su cuerpo. Las hormonas de Sascha se revolucionaron y se excitó a pesar de los terribles asuntos que pesaban en su cabeza.

Lucas rió entre dientes.

—Siempre tengo ropa a mano en lugares donde puedo cambiarme a menudo.

—?Qué haces aquí? —El silencio envolvía la noche, creando una peligrosa clase de intimidad.

—?Nunca te sueltas la trenza? —Tiró del extremo que le colgaba sobre el pecho.

—A veces, cuando duermo.

Sascha no se apartó, casi convenciéndose a sí misma de que simplemente estaba satisfaciendo la necesidad de contacto de aquel cambiante, que no tenía nada que ver con sus propios deseos.

Una sonrisa perezosa se dibujó en aquel rostro salvajemente bello.

—Me gustaría verlo.

—Creía que habías dicho que apestamos. —Aún se sentía dolida por aquel golpe.

—La mayoría de los psi, sí. Pero tú no. —Se acercó y olfateó la curva de su cuello—. De hecho, tu olor me resulta verdaderamente… sublime.

Sascha precisó de toda su concentración para no revelar su reacción a la perturbadora proximidad de Lucas.

—Eso debería hacer que nos sea más fácil continuar trabajando juntos.

—Encanto, hará que muchas cosas sean más fáciles. —El calor que emanaba su cuerpo era una caricia física, íntima y exquisita.

Sascha era lo bastante inteligente como para percatarse de que estaba coqueteando sexualmente con ella. Le había observado con Tamsyn y con Zara, y Lucas no tocaba a aquellas mujeres del mismo modo que a ella. Pero ?qué planes tenía?

?Sospechaba que ella no era lo que parecía o simplemente se estaba divirtiendo a su costa?

—No has respondido a mi pregunta.

—Creo que debería ser yo quien preguntase, ?no te parece? —Lucas le soltó la trenza y se apoyó en el coche con el brazo en el techo, quedando Sascha a su izquierda.

él estaba demasiado cerca como para sentirse cómoda, pero no podía apartarse.

—?Qué haces en mi territorio, Sascha?

Las palabras amenazaban con atascársele en la garganta.

—Quería hablar contigo sobre lo que me has contado esta tarde.

Lucas se pasó la mano por el cabello y ella siguió el fluido movimiento con los ojos. Algo le decía que aquel hombre sería igual de grácil persiguiendo y abatiendo a una presa.

—Extra?a hora has elegido.

Sascha no podía decirle que le habían impulsado sus emociones descontroladas.

—En realidad esperaba encontrar el lugar vacío, pero decidí acercarme por si acaso quedaba alguien.

—?Alguien? —Enarcó una ceja.

—Tú —admitió sabiendo que mentir era inútil— ?Y qué estás haciendo tú aquí?

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