La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(40)



Mientras sujetaba de forma protectora el cuerpo de Dorian contra su pecho, Lucas sintió que el dolor se alejaba del centinela.

—Tamsyn, ?qué has hecho?

La sanadora pasó las manos sobre el rostro de Dorian.

—Apenas he comenzado. No he sido yo. Dorian, ?qué has sentido?

—Como si alguien se llevara el dolor y dejara… paz a su paso.

El centinela sacudió la cabeza y se incorporó. No sentía vergüenza por haberse dejado apoyar por el clan. Para eso estaba; si Lucas caía, Dorian haría lo mismo por él.

Rina entrelazó los dedos con los de Dorian.

—Pareces… —Carente de palabras, la soldado se volvió hacia Tamsyn.

—Centrado —repuso la sanadora mientras Lucas se ponía en pie.

Dorian frunció el ce?o y se retiró el pelo de la cara.

—Ha sido sorprendente. Sentí como si un calor se extendiera dentro de mí expulsando la rabia. Puedo pensar. Por primera vez desde que se llevaron a Kylie, puedo pensar.

Dejó que Rina le abrazara y apoyara la cabeza sobre su pecho mientras él le acariciaba el brazo. Lucas sabía que estaba buscando serenarse mediante el tacto de la piel, el olor del clan. Aquello no tenía nada que ver con un intercambio entre hombre y mujer, y sí con la terapia de clan.

—Si no has sido tú, entonces, ?quién?

El corazón de Lucas retumbaba fuertemente. Sus sospechas eran tan descabelladas que apenas podía creérselas. Pero el instinto nunca le había fallado y, además, había sentido el estallido de energía.

—No conozco a nadie que pueda hacer lo que ha descrito Dorian. —Tamsyn guardó silencio brevemente—. He oído rumores, pero no son más que eso… rumores.

Dorian miró a Lucas.

—No importa. Ahora no. Hemos de encontrar a la mujer de los SnowDancer antes de que los lobos pierdan la cabeza. En estos momentos se encuentran en estado de shock, pero eso va a dar paso a la rabia.

—La encontraremos. —Era la promesa de un alfa—. Voy a pedirle a Sascha que nos ayude.

—?A una psi? —replicó Rina con aspereza—. Si ni siquiera ayudan a sus propios hijos…

—No tenemos otra opción.

No había otro modo de infiltrarse en la PsiNet.

Sascha se había marchado. De acuerdo con la recepcionista de la planta baja, la joven no tenía buen aspecto al abandonar el edificio.

—Se montó en su coche y se marchó. —La mujer se encogió de hombros—. Iba a preguntarle si se encontraba bien pero, ya sabes, es una de ellos, así que supuse que no querría que la molestaran.

—Gracias. —Lucas se metió las manos en los bolsillos.

—?Crees que ha ido a informar al Consejo? —preguntó Rina, que había bajado con él.

Era una suposición válida, pero algo en Lucas se resistía a aceptarla. Sacó el teléfono móvil, marcó el código de Sascha y esperó. No obtuvo respuesta.

—Supongo que pronto lo sabremos. Diles a los centinelas que alerten al clan.

Si el Consejo descubría que los DarkRiver estaban trabajando para acabar con ellos, lanzarían un ataque preventivo.

Tal vez los psi no fueran capaces de manipular la mente de los cambiantes sin emplear una ingente cantidad de energía, pero podían matar si se lo proponían. Los más vulnerables eran los cachorros, pues todavía no habían terminado de desarrollar los escudos naturales que hacían que fuera más difícil hacer da?o a los cambiantes de más edad.

Vio marcharse a Rina mientras marcaba otro código. Al cabo de diez minutos, todo miembro de los DarkRiver sería avisado. Los más débiles se dirigirían a las casas francas, donde los soldados del clan los protegerían. La única ventaja con que contaban los cambiantes era que los psi tenían que acercarse de forma considerable para atacarlos psíquicamente. Ningún psi había matado jamás a un cambiante a distancia.

?Pero hoy alguien ha llegado hasta Dorian desde lejos.?





9


La llamada fue respondida.

—Hawke.

—Puede que tengamos un infiltrado del Consejo en el asunto de la cacería. Protege a tu clan.

—Si alguien toca a otro de los míos, lo destriparé. —El despiadado alfa de los SnowDancer no bromeaba—. Declaro la veda abierta para los psi.

Lucas apretó el teléfono con fuerza cuando en su cabeza surgió una imagen del cuerpo ensangrentado de Sascha.

—Es posible que encontremos a la mujer a tiempo.

—?Estás seguro?

—Las probabilidades son pocas, pero cabe la posibilidad. Si actúas ahora perderemos la oportunidad y a un gran número de miembros de nuestros clanes.

Los SnowDancer eran asesinos despiadados, pero también lo eran los psi. Los dos bandos sufrirían bajas importantes.

Se hizo un breve silencio cargado de ira.

—No podré controlar a mi gente una vez el cuerpo sea hallado.

—Y yo no querría que lo hicieras.

A duras penas había sido capaz de dominar a los miembros de los DarkRiver tras el asesinato de Kylie. La única razón por la que le habían escuchado era que tres de sus mujeres habían dado a luz recientemente y nadie deseaba dejar a los bebés en una posición vulnerable. Porque una vez que alfas y soldados hubieran sido aniquilados, los cachorros y las madres serían exterminados sin más. Los psi no conocían la piedad.

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