El lado bueno de las cosas(44)



—?Qué misa? —pregunta. La pillo mirándome la cicatriz de la frente.

—La misa de vuestra boda.

—Oh —dice, y luego mira amorosamente a mi hermano—. Sí, fue preciosa. Celebramos la misa en la catedral de San Patricio en Nueva York y luego dimos una peque?a recepción en el New York Palace.

—?Cuánto lleváis casados?

Mi hermano le echa una mirada a su mujer que no me pasa desapercibida.

—Ya llevamos un tiempo —dice, y eso hace que me cabree, porque todo el mundo sabe que no recuerdo lo que ha pasado en los últimos a?os y ella, Caitlin, al ser una mujer, sabe exactamente cuánto tiempo lleva casada con Jake. Es obvio que está tratando de protegerme al darme esa respuesta. Eso me hace sentir muy mal, aunque me doy cuenta de que Caitlin solamente intenta ser amable.

Mi hermano paga la cuenta y acompa?amos a Caitlin de vuelta al edificio en el que tienen el apartamento. Jake besa a su mujer cuando llegamos a la entrada y noto que la quiere de verdad. Después Caitlin me besa a mí en la mejilla y con su cara a pocos centímetros de la mía me dice:

—Me alegro mucho de haber podido conocerte, Pat, espero que podamos ser buenos amigos.

Yo asiento y no sé qué más decir. Entonces Caitlin dice:

—?Adelante, Baker!

—Es Baskett, tontina —dice Jake, y Caitlin enrojece antes de que se vuelvan a besar.

Jake para un taxi y le dice al taxista:

—Al ayuntamiento.

En el taxi le digo a mi hermano que no tengo dinero para pagar el taxi, pero me dice que no tengo que pagar nada cuando esté con él. Es algo bonito lo que me ha dicho, pero me hace sentir extra?o.

Una vez que llegamos al ayuntamiento, compramos billetes para el metro, entramos y esperamos que llegue el tren de la línea naranja.

A pesar de que solo es la una y media de la tarde, de que aún faltan varias horas para el partido y de que es lunes (y por tanto mucha gente tiene que trabajar), ya hay muchos hombres vestidos con ropa de los Eagles en el metro. Esto hace que me dé cuenta de que Jake no está trabajando hoy y de que yo no sé de qué trabaja Jake, lo cual me deja helado. Me cuesta recordar qué estudió mi hermano. Al final recuerdo que estudió económicas en la universidad, pero no sé de qué trabaja, así que se lo pregunto.

—Soy agente de bolsa —dice.

—?Qué es eso?

—Me dedico al mercado bursátil.

—Oh —digo—; ?para quién trabajas?

—Para mí mismo.

—?Qué quieres decir?

—Que soy autónomo, hago todo mi trabajo on line. Trabajo para mí mismo.

—?Por eso hoy has podido dejar de trabajar pronto para salir conmigo?

—Eso es lo mejor de ser autónomo.

Estoy muy impresionado por la habilidad de Jake de mantenerse a sí mismo y a su mujer jugando en la bolsa, pero no quiere hablar de su trabajo. Debe de pensar que no soy lo suficientemente listo para entender lo que hace, ni siquiera se molesta en explicarme su trabajo.

—?Qué te ha parecido Caitlin? —me pregunta Jake.

Pero el tren llega y nos unimos a la masa de aficionados de los Eagles antes de que pueda responder.

—?Qué te ha parecido Caitlin? —me vuelve a preguntar cuando encontramos unos asientos libres y el tren empieza a moverse.

—Es genial —digo tratando de no mirar a los ojos a mi hermano.

—Estás enfadado conmigo por no haberte contado antes lo de Caitlin.

—No, no lo estoy.

Quiero contarle lo de que Tiffany me sigue cuando salgo a correr; lo de la caja de ?Pat?; lo de que mamá aún está en huelga, que los platos continúan sucios en la pila y que papá se ti?ó de rosa las camisas al intentar lavarlas; que mi terapeuta dice que debo mantenerme neutral y no entrometerme en los problemas maritales de mis padres, que debo centrarme en mejorar mi propia salud mental… Aunque ?cómo voy a hacerlo si papá y mamá duermen en cuartos separados y papá me dice que limpie la porquería y mamá que lo deje todo como está? Si ya me costaba sobrellevarlo todo antes de saber que mi hermano toca el piano, que trabaja en el mercado bursátil, que vive con una música muy hermosa y que me perdí su boda y por tanto nunca veré a mi hermano casarse (lo cual es algo que realmente deseaba ver pues lo quiero mucho), ?cómo lo haré ahora? Pero en vez de decir esto digo:

—Jake, estoy algo preocupado por si vemos al aficionado de los Giants.

—?Y por eso estás tan callado hoy? —me pregunta mi hermano como si se hubiera olvidado de lo que sucedió en el último partido en que el equipo jugó en casa—. Dudo que un aficionado de los Giants asista a un partido de los de Green Bay; aun así, vamos a colocarnos en un aparcamiento diferente al de la última vez, solo por si cualquiera de los idiotas de sus amigos nos estuviera buscando. No te preocupes. Los chicos gordos están montando la tienda en el Centro Wachovia. No debes preocuparte por nada.

Cuando llegamos a Broad y Pattison, salimos del metro y volvemos a ver la luz del sol. Sigo a mi hermano a través de las filas de acérrimos aficionados que piensan venir a la fiesta previa al partido nada más y nada menos que un lunes. Entramos en el Centro Wachovia y pronto vemos la tienda de campa?a de los hombres gordos, y no puedo creer lo que veo.

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