El lado bueno de las cosas(40)
—?Te tomaste las pastillas ayer por la noche? —me pregunta.
Asiento una vez.
—?Y las de esta ma?ana?
Asiento de nuevo.
—El doctor Patel me dijo que debería haberte permitido controlar tus medicinas desde que viniste a casa, dijo que era un paso hacia la independencia. Pero estaba siendo una madre sobreprotectora cuando no la necesitabas. Así que enhorabuena, Pat.
Que me dé la enhorabuena es algo extra?o, sobre todo porque no he ganado ningún premio y porque solo puedo pensar en lo que pasó anoche, en que llegó a casa borracha. Así que le pregunto:
—?Dónde estuviste ayer? ?Saliste con amigas?
Mirándola con el rabillo del ojo veo como baja la mirada y mira la alfombra.
—Gracias por llevarme a la cama ayer. El agua y el Tylenol ayudaron. Ayer nos cambiamos los roles, ?no? Te lo agradezco mucho. Gracias, Pat.
Me doy cuenta de que no ha respondido mi pregunta, pero como no sé qué decir, no digo nada.
—Tu padre ha sido un monstruo y ya estoy cansada. Así que le estoy haciendo algunas peticiones y las cosas van a cambiar un poco por aquí. Mis dos hombres van a empezar a cuidarse un poco más solos, tú porque debes seguir con tu vida y tu padre porque estoy harta de cómo me trata.
De repente me olvido de la caja de ?Pat? y miro a mi madre mientras continúo pedaleando.
—?Estás enfadada conmigo? ?He hecho algo malo?
—No estoy enfadada contigo, Pat. Estoy enfadada con tu padre; él y yo tuvimos una larga charla ayer. Puede que las cosas estén un poco complicadas aquí durante una temporada, pero creo que a la larga será para bien.
Un terrible pensamiento me viene a la mente:
—No irás a abandonarnos, ?verdad, mamá?
—No, no voy a abandonaros —dice mamá mirándome a los ojos, lo que hace que la crea al cien por cien—. Nunca te abandonaría, Pat. Pero hoy voy a salir porque ya estoy harta de los partidos de los Eagles, así que tú y tu padre tendréis que apa?aros con la comida.
—?Adónde vas? —pregunto pedaleando más deprisa.
—Afuera —dice mamá, y antes de salir me besa sobre la sudada cicatriz que tengo en la frente.
Estoy tan nervioso por lo que mamá me ha dicho que no como nada en todo el día. Simplemente bebo agua y hago mis ejercicios. Como los Eagles juegan a las 4.45 me da tiempo a hacer todos mis ejercicios, aunque en secreto espero que mi padre baje al sótano y me pida que vea el partido de la NFL de la una con él, pero no lo hace.
A media tarde subo del sótano y me quedo de pie un rato detrás del sofá.
—?Papá? —digo—, ?papá?
Me ignora y sigue viendo el partido; yo ni siquiera intento ver quién está jugando, estoy muy nervioso por lo que mamá me ha dicho. Me pongo la bolsa de basura esperando que Tiffany esté fuera, porque me vendría muy bien hablar con alguien. Después de hacer estiramientos durante quince minutos y ver que Tiffany no aparece decido correr solo. Es curioso que cuando quiero correr solo siempre tengo a Tiffany esperando ahí fuera y en cambio hoy no está.
Tengo hambre y el dolor que siento en el estómago se hace mayor según voy corriendo, lo cual significa que estoy perdiendo peso y pienso que eso es bueno porque quizá la semana pasada engordé algo después de beber cerveza con Jake. Eso me recuerda que no he hablado con Jake desde que los Eagles perdieron contra los Giants, y me pregunto si vendrá hoy a ver el partido con papá y conmigo. Como cada vez me duele más el estómago decido correr más rápido de lo normal. También tengo miedo porque mamá me ha dejado solo con papá todo el día y no sé a qué se refería con lo de los cambios. No dejo de desear que Tiffany estuviera aquí, lo cual es un extra?o deseo, pues nunca me dice nada y la última vez que le conté un problema empezó a maldecir en voz alta en un lugar público y a decir cosas terribles sobre Nikki. Aun así, empiezo a sentir que Tiffany es mi mejor amiga, lo cual me resulta extra?o y me asusta.
Cuando estoy llegando a casa espero ver el BMW plateado de Jake, pero no está por ninguna parte. Pienso que quizá ha venido en tren desde Filadelfia. Espero no quedarme solo con mi padre para ver el partido, pero de algún modo sé que es exactamente eso lo que va a suceder.
Cuando entro en casa, papá sigue sentado en el sofá; ahora lleva puesta su camiseta de McNabb y está viendo el final del partido de la una. Una peque?a colección de botellas están a sus pies, como si se tratasen de bolos.
—?Va a venir Jake? —le pregunto, pero mi padre me ignora.
Subo, me doy una ducha y me pongo la camiseta de Baskett.
Cuando entro en la salita, el partido de los Eagles acaba de empezar, así que me siento en la parte del sillón que mi padre no está ocupando.
—?Qué demonios es ese ruido? —dice papá, y luego baja el volumen.
Me doy cuenta de que es mi estómago el que está gru?endo, pero digo:
—No lo sé.
Papá vuelve a subir el volumen.
Como suponía, la tele nueva es toda una experiencia. Los jugadores que están calentando parece que estén a tama?o real, y la calidad del sonido me hace sentir como si estuviera en San Francisco, sentado en la yarda 50. Como me doy cuenta de que mi hermano no va a llegar al inicio del partido, cuando ponen anuncios me pongo en pie y grito: