El lado bueno de las cosas(46)



—Es divertido —responde Cliff de manera muy guay.

Los hombres indios enseguida comparten su comida con nosotros y saben mucho de fútbol americano. Nos explican el juego del kubb: hay que tirar unos bastones de madera para tirar al suelo los kubbs de tu oponente (los kubbs son cubos de madera colocados en la línea de fondo del otro lado). Los kubbs que caen al suelo se lanzan al campo del oponente y se quedan donde caen. A decir verdad, no termino de comprender bien cómo se juega, pero sé que el juego acaba cuando en el campo de tu oponente ya no quedan kubbs y derribas el kubb rey (que es el trozo de madera más grande y que está colocado en el centro del campo de césped artificial).

Cliff me sorprende al preguntarme si quiero ser su pareja de juego. Durante toda la tarde me dice qué bloques debo derribar y ganamos muchos partidos, comemos comida india, bebemos Yuengling Lager y cerveza India Pole Ale de la Invasión Asiática en vasos verdes de plástico. Jake, Scott y los hombres gordos se integran en la fiesta de la Invasión Asiática con facilidad (nosotros tenemos indios en la tienda y ellos tienen caucásicos en sus campos de kubb). Creo que lo único que hace falta para que gente distinta se lleve bien es un interés común y unas cervezas.

Cada poco rato algún indio grita:

—?Ahhhhhhhhhhhh!

Y cuando todos cantamos, somos cincuenta personas o más cantando, y nuestro cántico de los Eagles es ensordecedor.

Cliff es muy bueno con los bastones de madera. Hace que ganemos a casi todos los grupos de hombres y al final conseguimos un montón de dinero, algo que yo ni siquiera sabía que íbamos a ganar hasta que me lo dan. Uno de los amigos de Cliff me da cincuenta dólares. Cliff me explica que Jake ha pagado mi parte, así que trato de darle a mi hermano mis ganancias pero no me deja. Al final decido pagar unas rondas de cerveza dentro del estadio para dejar de discutir con Jake por el dinero.

Mientras el sol se pone y nos dirigimos al Lincoln Financial Field le pregunto a Cliff si puedo hablar con él a solas. Nos apartamos de la Invasión Asiática y le digo:

—?Esto está bien?

—?Esto? —replica. Por el modo en que me mira me doy cuenta de que está un poco borracho.

—Sí, que tú y yo salgamos como amigos. Mi amigo Danny lo llamaría ?representar?.

—?Y por qué no?

—Porque eres mi terapeuta.

Cliff sonríe, levanta un dedo y dice:

—?Qué te dije? Cuando no estoy en el sofá marrón de piel…

—Eres un aficionado de los Eagles.

—Correcto —dice, y me da un golpecito en la espalda.

Después del partido vuelvo a New Jersey en el autobús de la Invasión Asiática, y los indios borrachos y yo cantamos ?Volad, Eagles, volad? una y otra vez porque los Eagles han ganado a los Packers por 31-9. Cuando los amigos de Cliff me dejan en casa es más de medianoche, pero el divertido conductor (que se llama Ashwini) toca la bocina del autobús de la Invasión Asiática, con una grabación de los cincuenta miembros gritando: ??E! ?A! ?G! ?L! ?E! ?S! ?EAGLES!?. Me preocupa que quizá hayamos despertado a todo el vecindario, pero no puedo evitar reírme mientras el autobús se aleja.

Mi padre aún está despierto, sentado en la salita viendo la ESPN. Cuando me ve no dice hola, pero empieza a cantar en voz alta ?Volad, Eagles, volad?, así que yo la canto una vez más con mi padre y cuando terminamos el cántico mi padre aún tararea la canción mientras se va a la cama. Se marcha sin hacerme siquiera una pregunta sobre cómo he pasado el día, que ha sido realmente extraordinario, aunque Baskett solo hiciera dos paradas de 27 yardas y aún deba encontrar la zona final del campo. Pienso en limpiar todo el reguero de botellas que mi padre ha dejado, pero recuerdo lo que me dijo mi madre de mantener la casa hecha una pocilga mientras ella está en huelga.

Bajo al sótano para hacer unas pesas sin tratar de pensar en que me he perdido la boda de Jake, pues eso me ha bajado la moral a pesar de haber ganado el partido. Debo quemar la cerveza que me he bebido y la comida india, así que hago pesas durante varias horas.





SOPORTAR EL DESORDEN


Cuando le digo a mamá que quiero ver las fotos de la boda de Jake, ella se hace la sueca.

—?Qué fotos de qué boda? —pregunta.

Pero cuando le cuento que he conocido a Caitlin, que hemos comido juntos y que ya he aceptado la existencia de mi cu?ada, mi madre parece aliviada y dice: —Bien, entonces colgaré las fotos de la boda de nuevo.

Me deja allí sentado en el salón junto a la chimenea.

Cuando regresa me trae un pesado álbum con cubierta de piel y empieza a colocar marcos con fotos de Jake y de Caitlin que había escondido previamente en mi propio beneficio. Mientras paso las páginas del álbum de boda de mi hermano Jake, mamá cuelga algunos marcos en la pared.

—Fue un día precioso, Pat. Deseaba con todas mis fuerzas que estuvieras allí.

La tremenda ceremonia en la catedral y la recepción posterior sugieren que la familia de Caitlin está, como lo definiría mi amigo Danny, ?forrada?. Así que le pregunto a mi madre a qué se dedica el padre de Caitlin.

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