Espejismos(32)
Lo miro y percibo sus pensamientos antes de que las palabras salgan de sus labios. Sé que se refiere a la última vez que Damen desapareció, la vez que le dije que se marchara.
—Pero eso fue diferente —replico—. Confía en mí, esto no se parece en nada a lo de aquella vez.
—?Cómo puedes estar tan segura? —Habla con pies de plomo, controlado, sin quitarme la vista de encima.
Respiro hondo y clavo la mirada en la carretera mientras me pregunto si debería contárselo o no. En realidad no he hablado con nadie desde hace mucho tiempo, no he confiado en ningún amigo desde antes del accidente… desde antes de que todo cambiara. Y en ocasiones cargar con tantos secretos hace que te sientas muy solo. Ojalá pudiera quitarme la capucha y chismorrear como una chica normal de nuevo.
Miro a Miles; estoy segura de que puedo confiar en él, pero no estoy tan segura de si él puede confiar en mí. Soy como una lata de refresco sacudida y agitada cuyos secretos burbujean en la superficie.
—?Te encuentras bien? —me pregunta mirándome atentamente. Trago saliva con fuerza.
—El viernes por la noche, después de tu representación… —Me quedo callada, consciente de que cuento con toda su atención—. Bueno… nosotros… teníamos planes.
—?Planes? —Se inclina hacia mí.
—Grandes planes. —Asiento con la cabeza y esbozo una leve sonrisa, que desaparece de inmediato cuando recuerdo lo mal q^e salió todo.
—?Cómo de grandes? —pregunta con los ojos puestos en los míos.
Sacudo la cabeza y observo la carretera que tengo al frente antes de responder:
—Bueno, los normales para un viernes por la noche. Ya sabes habitación en el Montage, lencería nueva, fresas con chocolate y dos copas de champán…
—Ay, Dios… ?No puede ser! —exclama con un chillido.
Le echo un vistazo y me fijo en cómo cambia su expresión cuando comprende lo ocurrido.
—Ay, Dios… No pudo ser, ?verdad? No tuviste la oportunidad, ya que él… —Me mira—. Ay, Ever, lo siento muchísimo…
Hago un gesto de indiferencia con los hombros al ver la desolación que muestra su rostro.
—Escucha… —empieza a decir. Me coge del brazo cuando me detengo en un semáforo, aunque lo retira de inmediato cuando recuerda que no me gusta que me toque nadie que no sea Damen. Lo que desconoce es que solo intento hacer todo lo posible para evitar cualquier tipo de intercambio de energía indeseado—. Ever, eres guapísima, en serio. Sobre todo ahora que has dejado de llevar esas sudaderas holgadas con capucha… —Sacude la cabeza—. Bueno, lo que quería decir es que estoy seguro de que Damen no te ha dejado de manera voluntaria. Dejemos las cosas claras: cualquiera se daría cuenta de que ese chico está loco por ti. Y, gracias a que los dos dais nuestras constantes de ello, todo el mundo se ha dado cuenta, crée-me- ?Es imposible que te haya dejado!
Lo miro con el deseo de recordarle lo que dijo Roman acerca de que Damen se había largado a toda prisa, de decirle que tengo la impresión de que ese tío está relacionado de algún modo con toda esta historia, que tal vez sea incluso el responsable… Pero, justo cuando estoy a punto de hacerlo, me doy cuenta de que no puedo, porque no tengo ninguna prueba en que basarme.
—?Has llamado a la policía? —pregunta con expresión seria.
Aprieto los labios y entorno los ojos para protegerme de la luz del sol. Detesto tener que admitir que sí, lo he hecho, he llamado a la policía. Sé que si todo sale bien, si Damen aparece ileso, se enfadará bastante conmigo por haber atraído esa clase de atención sobre él.
Pero ?qué otra cosa podía hacer? Supuse que si hubiera ocurrido un accidente o algo así, ellos serían los primeros en saberlo, así que el domingo por la ma?ana fui a la comisaría y rellené un informe. Respondí a todas las preguntas habituales: hombre de raza blanca, ojos casta?os, cabello casta?o… Hasta que llegamos a la edad y casi me atraganto cuando estuve a punto de responder: ?Bueno… tiene aproximadamente seiscientos diecisiete a?os…?.
—Sí, rellené un informe —respondo al final. Piso a fondo el acelerador en el mismo instante en que el semáforo se pone en verde y contemplo cómo sube la aguja del velocímetro—. Tomaron notas y dijeron que lo investigarían.
—?Eso es todo? ?Estás de broma? ?Es menor de edad! ?Ni siquiera es un adulto!
—Ya, pero está emancipado y eso cambia por completo las circunstancias: es legalmente responsable de sí mismo, y otras cosas más que no entendí muy bien. De todas formas, no estoy al tanto de sus técnicas de investigación y no me explicaron qué pensaban hacer —le digo.
Aminoro la marcha hasta conseguir una velocidad más normal ahora que nos acercamos al instituto.
—?Crees que deberíamos pasar folletos que adviertan de su desaparición o montar una vigilia con velas como las que salen en la tele?
Se me encoge el estómago al escucharlo, aunque sé que Miles se está mostrando tan melodramático y bienintencionado como siempre. Sin embargo, hasta ahora nunca me había puesto a pensar que la cosa podía llegar hasta esos extremos. Estoy segura de que Damen aparecerá pronto. Tiene que hacerlo. ?Es inmortal! ?Qué puede haberle ocurrido?