Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(79)
Entonces entendí que era muy importante.
Paseé la mirada entre Aegan y ella, tensa y furiosa todavía por lo que sentía que debía gritarle. Seguía con el ce?o hundido y las manos apretadas con fuerza. Todo mi cuerpo ardía, pero no por el motivo que a mí me hubiera gustado, sino de una forma peligrosa, capaz de escupir miles de insultos y de lanzarle una bofetada a Aegan, pero disminuí un nivel mi furia, inhalé hondo para calmarme y me dejé llevar escaleras arriba, no sin antes, claro, dedicarle una mirada de odio a ese idiota.
Su descarada respuesta casi me hizo volver corriendo para seguir discutiendo con él: me gui?ó el ojo y me lanzó un beso como yo se lo había lanzado el día anterior al oír su conversación con Adrik.
Pero Artie volvió a empujarme y ganó.
Subimos las escaleras. Apenas entramos en la habitación, le dije, disgustada:
—?Por qué no me dejaste mandarlo a la mierda?
—Porque tienes que ver esto —soltó ella, y tiró de mí con urgencia hacia el ba?o de la habitación.
No entendí qué rayos estaba pasando hasta que abrió la puerta, y entonces lo vi en el espejo rectangular que colgaba encima del lavabo.
Había algo escrito:
Viernes.
Club.
1802.
Ba?o de chicas.
Mi furia se disipó al instante. Me quedé mirando las letras. Eran de un rojo intenso. Un rojo de lápiz labial. Lápiz labial que, de hecho, la persona autora del mensaje había dejado sobre el lavabo, sin tapa.
Artie se situó junto al espejo y lo se?aló. Sus cejas pintadas a la perfección estaban arqueadas, solo le faltaba sudar para verse como un personaje de anime asustado.
—?Qué es eso, Jude? —preguntó, nerviosa y algo asustada.
—Un mensaje, obviamente.
—Pero ?de quién? —enfatizó la pregunta—. ?Es que alguien, además de Aegan, Aleixandre, Adrik y Owen, sabe que conocemos la existencia del club?
Era obvio que otra persona lo sabía. La misma persona que me había citado en el antiguo apartamento de Eli, solo que no pude ni quise contárselo a Artie. Era un secreto demasiado valioso, demasiado peligroso, porque parecía que el desconocido me estaba ayudando, pero también existía la posibilidad de que me estuviese llevando por un mal camino de forma intencional.
—Esto es malo —jadeó Artie con horror, poniéndose las manos en la cabeza—. Esto es muy malo.
Yo volví a mirar el mensaje. No había visto la letra antes, aunque, bueno, tampoco era experta en reconocer letras. Lo que me quedaba claro era que había dejado la contrase?a para entrar el viernes al club e ir al ba?o de chicas.
—Esto es muy extra?o... —murmuré.
—?No! —exclamó Artie—. ?Es malo! ?Puede hasta ser una trampa!
—Es posible —asentí sin dejar de mirar las palabras.
Artie empezó a caminar por el ba?o, inquieta.
—?Y si lo hizo Aegan? —comenzó a teorizar debido a su nerviosismo.
—Había muchas personas en la fiesta.
Siguió pensando en Aegan:
—?Y si sabe lo que intentas hacerle públicamente y quiere hacernos algo la noche del viernes?
La detuve y la miré a los ojos para tranquilizarme.
—Artie, cálmate —le pedí con firmeza—. Sí, puede que lo haya escrito Aegan, pero también pudieron ser Kiana o Dash o alguien que quiere ayudarnos a que veamos algo.
—En todos esos casos es peligroso —sostuvo, no menos aterrada— porque nadie debería saber que nosotras hemos ido al club. Firmamos el acuerdo y Aegan no creería que no dijimos nada a nadie. ?Y por qué alguien nos ?ayudaría a ver algo?? No puede ser solo porque sí.
—Aún no lo tengo claro. —Fui sincera—. Tal vez hay más personas en contra de Aegan de las que creemos. Tal vez alguien sospecha de él como tú. Tal vez hay algo que descubrir.
Ella se quedó pensando como si mis palabras tuviesen mucho sentido.
De acuerdo, de momento no podía terminar mi relación con Aegan. Tras ese mensaje, no. Debía encargarme de nivelar mis sentimientos y aflicciones. Retirarme por las humillaciones no era una opción. Si él atacaba, tenía que concentrarme en defenderme, en reforzar mis escudos y mejorar mi estrategia. Solo así podría vencer su tiranía. Tampoco podía darle el gusto de derrotarme.
—De igual forma, ya sé que tú no quieres ahondar en la desaparición de Eli ni investigar sobre los secretos de Aegan —le dije para calmarla y que no se muriera de un infarto—. Así que ignora este mensaje, es solo cosa mía. Ya pensaré qué puedo hacer.
Artie se rascó la nuca, estresada y asustada.
—De acuerdo —asintió, y a?adió lo demás en ese tono que usa la gente cuando algo le da lástima—. Oye, siento lo de anoche, lo de tu madre. ?Por qué no me lo contaste?
Nunca me esperé que Aegan revelara que mi madre tenía VIH. Era un inconveniente grande, sí, pero, apartando esa parte, me molestaba que cuando alguien se enteraba de ello me mirara de esa forma y me hablara con ese tono, pensando que toda mi vida debía de ser una tragedia por culpa de la enfermedad de mi madre.