El lado bueno de las cosas(53)
Por supuesto, no puedo estar seguro de nada, ya que no tengo ningún recuerdo de los últimos a?os. Quizá Tiffany se inventó la historia para que bailase con ella en la competición. Es posible. Yo no me habría presentado voluntario para ser su compa?ero a pesar de que ahora practico lo de ser bondadoso. Me doy cuenta de que puede que la carta de Tiffany sea un truco, pero la posibilidad de comunicarme con Nikki es una oportunidad, quizá mi última oportunidad. Además, el hecho de que Tiffany haya mencionado a Dios me da a entender que entiende de qué va lo del período de separación. Me cuadra lo de que a Nikki le parezca bien que dé clases de baile. Ella siempre quería que yo bailase con ella y nunca lo hacía. El pensamiento de bailar con Nikki en un futuro es suficiente para que acepte perderme los partidos de los Eagles, incluso el que jugaremos en casa contra Jacksonville. Pienso en cómo esto enfurecerá a mi padre, a Jake e incluso a Cliff, pero luego pienso en la posibilidad de poder darle un final feliz a mi película (lograr que Nikki vuelva conmigo) y la elección es obvia.
Cuando amanece, abro la ventana del ba?o de abajo, quemo la carta encima del retrete y tiro los restos por el desagüe. Luego salgo a correr por el parque Knights, sigo corriendo hacia casa de los Webster y llamo a la puerta de Tiffany. Ella la abre; lleva puesto un camisón rojo de seda.
—?Y bien?
—?Cuándo empezamos a entrenar? —pregunto.
—?Estás preparado para comprometerte del todo? ?Listo para abandonarlo todo, incluso los partidos de los Eagles?
Yo asiento.
—Lo único que no puedo saltarme son las sesiones de terapia de los viernes porque si no algún juez me enviará de nuevo al lugar malo, y si vuelvo no podremos ganar la competición.
—Te esperaré en la puerta de tu casa ma?ana a las dos —dice Tiffany, y luego cierra la puerta.
El primer piso de la casa de Tiffany es un estudio de danza. Las cuatro paredes están cubiertas por espejos de cuerpo entero y tres de ellos tienen esas barras que utilizan las bailarinas. El suelo es de madera, parecido al de una cancha de baloncesto, solo que sin las líneas pintadas y con un barnizado más suave. El techo es alto y hay una escalera de caracol en la esquina que da al apartamento de Tiffany.
—Construí esto cuando Tommy murió —dice Tiffany—, utilicé el dinero del seguro. ?Te gusta mi estudio?
Asiento.
—Bien, porque este será nuestro hogar durante el próximo mes. ?Has traído la fotografía?
Abro la bolsa que he traído conmigo y saco la foto enmarcada de Nikki, se la ense?o a Tiffany y ella se dirige a la mini cadena que hay detrás de la escalera de caracol. De una percha de hierro que hay en la pared saca un par de auriculares (de esos que te cubren toda la oreja, como si fueran orejeras) y me los da. Están enganchados a un cable muy largo.
—Siéntate —me dice. Yo me dejo caer y me quedo con las piernas cruzadas—. Voy a ponerte nuestra canción, la que vamos a bailar. Es importante que sientas la conexión con esta canción. Necesitas que se te revuelva algo por dentro. He elegido esta canción por una razón. Es perfecta para nosotros dos, ya lo verás. Ponte los cascos y mientras escuchas la canción quiero que mires a Nikki a los ojos. Quiero que sientas la canción, ?entiendes?
—No es una canción escrita por un hombre negro y ciego, ?verdad? —pregunto temiendo que sea una canción de Stevie Wonder.
—No —dice, y me coloca los cascos.
Al llevar los cascos me siento como si estuviera solo en la habitación, a pesar de que Tiffany está ahí. Cojo el marco con las manos y miro a Nikki a los ojos en cuanto empieza la canción.
Notas tocadas al piano, lentas y tristes.
Dos voces que se turnan para cantar.
Dolor.
Conozco la canción.
Tiffany tenía razón, es una canción perfecta para los dos.
La canción va creciendo, las voces se vuelven más emocionales y mi pecho empieza a arder.
Las palabras expresan exactamente lo que he sentido desde que salí del lugar malo.
Cuando llega el estribillo ya estoy llorando, porque la mujer que canta parece sentir exactamente lo que yo siento. Sus palabras, sus emociones, su voz…
La canción termina con las mismas notas tristes al piano con las que empieza, levanto la mirada y me doy cuenta de que Tiffany me ha visto llorar y me siento avergonzado. Dejo la foto de Nikki en el suelo y me tapo la cara con las manos.
—Lo siento. Dame un segundo.
—Es bueno que una canción te haga llorar, Pat. Ahora tienes que transformar esas lágrimas en emoción. Tienes que llorar mientras bailas. ?Comprendido?
No lo entiendo, pero aun así asiento con la cabeza.
EL MONTAJE DE MI PELíCULA
Explicar cómo me aprendí el número de baile que había preparado Tiffany y cómo me convertí en un excelente bailarín sería difícil (especialmente porque nuestros ensayos eran largos, agotadores y muy aburridos). Por ejemplo, si tenía que levantar el dedo en una parte de la coreografía, Tiffany me hacía repetirlo mil veces cada día hasta que lo hacía a su gusto. Así que os ahorraré la mayor parte de detalles aburridos. Para complicar aún más las cosas, Tiffany me prohibió tomar apuntes de los ensayos o documentarme de cualquier manera que permitiera que otros le robaran sus técnicas de entrenamiento. Algún día quiere abrir un estudio y por eso es muy celosa de sus métodos y de su coreografía.