Save Us (Maxton Hall #3 )(42)
—Tengo la impresión de que te estamos enviando sola a la boca del lobo—, dice Ruby desde el asiento trasero. En el espejo puedo ver que se ha puesto pálida por la adquisición.
—?Y qué más podría pasar?— Pregunto, desabrochándome el cinturón de seguridad. —Mi padre me echó de la casa. No volveré a Maxton Hall. Todo va a estar bien, Ruby. Créeme.
James parece estar a punto de decir algo, también Graham, pero no les doy oportunidad. Definitivamente abro la puerta del auto y salgo. Sin darme la vuelta, camino por el estacionamiento del club de golf hacia la entrada. Me pongo las gafas de sol en la nariz y entro en el pasillo por la puerta seguridad, la recepcionista me saluda ampliamente. No tengo idea si la chica me reconoció, pero mueve su mirada hacia mi estómago y la detiene allí por un momento. Su sonrisa no desaparece, es demasiado profesional para eso, pero puedo ver claramente cuándo entendió lo que 151
significa una barriga redondeada.
El vestido azul marino con escote barco que me puse esta ma?ana se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel y no deja dudas sobre mi condición. Por primera vez en muchos meses, me puse algo ajustado.
Poco a poco me estoy acostumbrando a la idea de que no tengo que esconderme más.
Le sonrío a la recepcionista y camino por el vestíbulo dando largos pasos. Me dirijo a un restaurante donde generalmente mi padre y sus amigos se dan un festín después de jugar golf. Cuando éramos jóvenes, a menudo nos llevaba ahí. No porque quisiera ense?arnos a jugar al golf, sino para presumir ante sus amigos que también trajeron a sus hijos.
Recuerdo sus conversaciones sobre nuestras cabezas, recuerdo jugar al escondite con James y Alistair para no aburrirme tanto.
Mis pasos resuenan en el suelo de mármol y entro al restaurante.
Puedo ver a mi padre desde lejos acompa?ado de varios otros hombres, se sienta en una mesa redonda junto a un gran ventanal que da a las verdes colinas y al estanque del campo de golf.
Cuanto más me acerco, más claramente escucho sus voces. Alguien está contando un chiste, probablemente divertido, porque mi padre echa la cabeza hacia atrás y se ríe a carcajadas. Este es un sonido extra?o para mí, no lo he escuchado en mucho tiempo.
Respiro profundamente por última vez, y luego me acerco a su mesa.
Inmediatamente siento la mirada de cinco pares de ojos sobre mí. La risa de mi padre muere repentinamente.
—?Qué estás haciendo aquí?— pregunta. No deja de mirarme la barriga. De repente se empalidece mirando febrilmente a sus amigos.
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Casi espero que se levante en cualquier momento para cubrirme con él mismo.
—No he venido por ti—. Respondo con firmeza.
Estoy orgullosa del frío de mi voz, aunque mi corazón se apretó dolorosamente cuando vi a mi padre. Todavía puedo ver el momento en que arrojó mi celular contra la pared y como un loco, empezó a tirar ciegamente mi ropa en la maleta.
Reflexivamente, toco la mejilla donde me golpeó.
Creo que él también lo piensa. Puedo verlo en sus ojos, por un momento aparece un destello doloroso en ellos, pero desaparece tan pronto como aparece.
Quito mis ojos de él, miro al hombre frente a él. —Sr. Lexington, ?tiene un momento?— pregunto
El director de Maxton Hall mira entre mi padre y yo. Sin gafas, que siempre usa en la escuela, se ve completamente diferente.
—Se?orita Beaufort, si quiere hablar conmigo, informe a la secretaría por la ma?ana—, dice finalmente.
No me conformo con eso. —Este es un asunto muy urgente.
él escucha que hablo en serio porque me mira. Mira mi estómago.
Hay silencio. Aguanto la respiración Finalmente asiente. —Está bien.
Empuja la silla hacia atrás y se levanta.
Miro a mi padre que está sentado rígido, como si se hubiera tragado un palo, apretando la mano contra el cristal con todas sus fuerzas. No reacciona cuando Lexington se hace cargo y me lleva al vestíbulo.
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Me se?ala los sofás y las sillas del medio. Muevo la cabeza en la dirección opuesta. Lo que tengo que decirle, tiene que ser de pie, no será una charla amistosa.
—Tenemos que hablar sobre la suspensión de Ruby Bell—. Empiezo a mirar directamente a sus ojos grises.
Parpadea con asombro. —Se?orita Beaufort, no puedo hablar con usted sobre asuntos relacionados con otros estudiantes, creo que lo comprende.
—Cometió un gran error el lunes. Me gustaría arreglarlo —No sé de qué está hablando—. él habla con calma todo el tiempo, pero puedo ver la vena pulsando en su sien.
—No fue Ruby quien tuvo una aventura con Graham Sutton, fui yo.
—Lexington abre mucho los ojos.
—Se?orita Beaufort...— comienza, pero no dejo que lo termine.
—Si no me crees...— Pongo mis manos en mis caderas. —Aquí está tu prueba—. Me miro el estómago.
Lexington mira hacia abajo, pero vuelve a mi cara. Se aclara la garganta vigorosamente y respira profundamente.