Save Us (Maxton Hall #3 )(41)




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Eso es todo. Apenas puedo tragar y abrir el archivo adjunto. Las imágenes se cargan lentamente. Las fotos que le hice a Ruby y Sutton.

Originales, puedo verlo de inmediato. Respiro fuerte, aunque de repente me siento mal por verlas.

Recuerdo muy bien lo que pensé y sentí cuando lo hice. No sabía cómo era Ruby, quería proteger a Lydia, hacer que nunca más sufriera.

No pensé en las posibles consecuencias, qué pasaría si alguien las viera.

Camino hacia la estrecha puerta del ba?o con el teléfono en la mano.

Toco suavemente.

—Puedes entrar—, dice Ruby. Abro la puerta.

—No vas a creer lo que—... Estoy empezando, pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta.

Pensé que Ruby se estaba ba?ando y ya había terminado.





En cambio, está en la gran ba?era. Ha recogido su cabello en un nudo del que salen hebras solas, húmedas y onduladas. Apenas puedo tragar saliva mientras voy recorriendo su cuerpo cada vez más abajo. Goteos de agua brillan en sus hombros y aunque la ba?era está llena de espuma, a veces noto su piel desnuda.

—?Estas bien? — pregunta Se endereza un poco. Me aclaro la garganta ruidosamente.

—Cyril me envió las fotos originales—. Respondo con voz ronca.

Levanto la mano con el celular.

—?En serio?— Ruby se inclina incrédula para verlas mejor.

—Ya había perdido la esperanza.

—Te dije que todo saldría bien.

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La vista de su cuerpo desnudo me distrae demasiado para poder formular al menos un pensamiento significativo. Me aclaro la garganta otra vez.

—?Y ahora qué? — pregunta después de un largo momento. Me doy cuenta de que ella también habla con una voz diferente y más gutural.

—Probablemente debería irme ahora. Se las pasaré a Lydia.

Preferiblemente de inmediato. Hablaremos de eso más tarde. No quería molestarte—. Digo. Me doy la vuelta y estoy a punto de irme cuando su voz me hace parar.

—?James?— Ella dice suavemente, pero su voz me atraviesa como un rayo.

Me vuelvo hacia ella otra vez. Está sonrojada y se aclara la garganta suavemente. —Quizás quieras... ?No quieres quedarte?





Apenas puedo tragar y abrir la boca, pero me he quedado sin habla.

Ruby se sonroja aún más.

—Por supuesto que no tienes que hacerlo. Yo...— salgo de mi entumecimiento.

—Por supuesto que quiero quedarme—, respondo y lentamente desabrocho mi camisa. —?Puedo?

Ella asiente. Solo una vez, con convicción en sus ojos. No tiene que volver a preguntarme.

Cierro la puerta. Tan pronto como suena su clic, todo pierde su significado: padre, Cyril, Maxton Hall. Todo menos Ruby, que está a menos de dos metros de mí, desnuda, y me mira expectante desde una ba?era llena de espuma.

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Por primera vez en mucho tiempo estamos solos. No como esta ma?ana, nadie entrará y nos interrumpirá. Aquí solo somos nosotros.

Sin quitarle los ojos de encima, pongo mi móvil en el armario y luego agarro el borde de mi camisa y la saco lentamente. Lo tiro al suelo y me quito los calcetines. Cuando desabrocho el cinturón, los ojos de Ruby se oscurecen. Ella observa alrededor de mi cuerpo, siguiendo mis movimientos detenidamente cuando me bajo los pantalones primero y luego los calzoncillos. Ahora no puedo ocultarle nada. Y ahora mismo, no quiero eso en absoluto, aunque la forma en que se muerde el labio inferior hace que la mayor parte de la sangre fluya a mi polla.

No lo dudo más, entro a la ba?era. El agua aún está caliente, tan caliente, que donde esparzo la espuma, hay estelas de vapor. Ruby me mira mientras me sumerjo, y luego me acerco cada vez más a ella hasta que pongo mis manos en el marco de la ba?era justo al lado. Una suave sonrisa aparece en sus labios.





—Hola—, le hablo en voz baja.

—Hola—, ella responde. Me toma la cara con sus manos mojadas, me pasa los pulgares por las mejillas. Cierro los ojos, me inclino para besarla. Suspira en silencio cuando nuestros labios se encuentran. Ella me acerca más. Siento sus pechos tocando mi piel. Estoy temblando.

—Gracias por venir conmigo—, digo entre besos. Ruby desliza sus manos de mi cara a mi pecho.

—Iré a cualquier parte contigo, James.

Mi corazón late como loco cuando vuelvo a levantar la vista, me encuentro con su mirada cálida y confiada. Cada vez que me mira así, quiero ser el único hombre que se la merece en el mundo.

—Y yo contigo.

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Ella pone sus brazos alrededor de mi cuello. Le abrazo la espalda desnuda, la atraigo hacia mí. El agua de la ba?era se derrama sobre el piso, pero ninguno de nosotros le presta atención.

Cuando nos besamos esta vez, no nos detenemos por mucho tiempo.



—?Realmente no quieres que te acompa?emos?— Graham pregunta por tercera vez esta ma?ana.

Me giro hacia él y busco su mano. Y luego meneo lentamente la cabeza. —No. Es algo que tengo que hacer sola.

él frunce el ce?o, claramente insatisfecho con mi decisión.

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