Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(72)
En ese momento, tras demostrarme que no le importaba cuán malvadas fueran las medidas para derrumbarme, me pregunté si debía seguir con el plan.
Y no pude darme una respuesta clara porque la cabeza me daba vueltas. Me arrepentía mucho de no haber cogido alguna botella antes de huir de la fiesta.
Me quedé en medio de la oscuridad, sentada sobre una piedra. Lloré un rato para desahogarme y no guardarme nada que quisiera salir después... Oye, llorar es bueno. Si quieres llorar como las protagonistas de las novelas de época, hazlo, pero después está en cualquier constitución que seques las lágrimas y te levantes.
Yo me sequé las lágrimas con decisión, pero me quedé inmóvil, mirando el vacío, tratando de equilibrar mi rabia. El enfado era normal, pero demasiado enfado solo llevaba a errores. Tenía que calmarme.
Lo único seguro era que no pensaba regresar a esa maldita fiesta en lo que quedaba de noche. Se me ocurrió que quizá podía escabullirme hacia la habitación para tirarme en la cama, así que comencé a andar por ahí sin acercarme demasiado, intentando encontrar entradas alternativas en las que no me topara con nadie.
En cierto punto ni siquiera supe en dónde me encontraba, porque todo eran árboles y oscuridad. Pero de repente vi una casita sobre las gruesas ramas de un árbol enorme. La casita se veía bastante grande y lo más importante: vacía.
A lo mejor podía pasar la noche ahí. Lo que fuera con tal de estar lejos de los Cash durante unas horas.
Subí los tablones de madera. Pero al asomarme para mirar dentro, casi me caigo desde esa altura al ver una figura en el interior. No me salió el grito porque reconocí quién era, a pesar de la oscuridad.
Era Adrik y tenía una botella en la mano.
?Un rato sin los Cash?
No, mija, eso aquí es imposible.
Pensé en bajarme e irme, pero recordé que él se había lanzado a la piscina en el momento en que Aegan pretendía humillarme más. No sabía si fue casualidad o de una forma intencionada, pero me había salvado.
—?Se puede? —pregunté después de carraspear.
él, que estaba mirando al vacío, giró la cabeza y notó mi presencia.
—Aprovecha que hay alcohol en mi sistema y no estoy tan idiota —dijo con algo de indiferencia.
Terminé de subir y traté de ponerme derecha, pero no pude erguirme del todo. La casita estaba dise?ada para ni?os, y bueno, ninguno de los dos lo éramos ya, de manera que me senté a su lado, derrotada.
—Aquí estoy como predijiste, justo después de un momento ridículo —le dije tras una cansada exhalación—. ?Tú qué haces aquí?
—No me gusta mezclarme con mucha gente —respondió.
Apoyé la cabeza en la madera y me quedé callada durante un rato. Solo se oían los tragos que Adrik le daba a la botella y su respiración tranquila. Por unos instantes, fue bueno sentirme acompa?ada, aunque en teoría no me estaba acompa?ando por consideración.
—Gracias —dije al fin— por interrumpir en el momento adecuado.
—No lo hice por ti —zanjó.
Por supuesto, él siempre se aseguraba de lanzar baldes de agua fría.
—Bue...
—Lo hice por mí —me reveló.
Alcé las cejas con cierta sorpresa.
—?Quisiste tener toda la atención del público?
—Quise que Aegan no se saliera con la suya por una vez.
Hundí el ce?o. Adrik estaba en mi lista de personas que decían cosas que no esperaba escuchar, pero por un instante me atacó una enorme duda.
—?Tú sabías que él diría eso en el brindis? —le pregunté.
—Jude —pronunció mi nombre tan serio que sentí que iba a rega?arme—, ?todavía piensas que los tres hacemos planes para humillarte?
Mira, lo aceptaré. Yo notaba que los tres tenían actitudes distintas como la indiferencia de Adrik hacia las cosas que le gustaban a Aegan o la amabilidad de Aleixandre al tratarme, pero me resultaba difícil separarlos. A fin de cuentas, eran hermanos, habían crecido juntos, obedecían a Aegan, le tapaban cualquier error... En pocas palabras, si debían ser fieles a la sangre, no se podía confiar mucho en ellos.
—No importa lo que yo piense —suspiré para no entrar en detalles.
él cogió aire y lo soltó con resignación.
—Sospeché que tramaba alguna cosa cuando empezó a hablar de un brindis especial —confesó, como si no le quedara otra que responder a mi pregunta anterior—. Para Aegan, ?algo especial? siempre significa ?algo que he planeado cuidadosamente?, así que en cuanto comenzó con su show se me ocurrió hacer lo que hice. Eso es todo. Ahora ten, te ayudará.
Para mi sorpresa, me ofreció su botella. Dudé un momento solo por reacción automática, pero sí lo necesitaba, así que al final la acepté y me eché un trago largo. Me bajó por la garganta como fuego, pero funcionó como una inyección de valor al mismo tiempo.