Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(29)
Artie quedó asombrada y perturbada al mismo tiempo.
—Guau —dijo.
Aegan, por el contrario, no pareció ni un poco sorprendido por mi historia.
—Suena como que tuvieron muchas dificultades, ?no? —asintió, medio analítico—. Pero aquí estás a?os después, en una de las universidades más caras del país.
Sonreí ampliamente.
—Sí, aquí estoy —asentí también.
?Qué? ?Esperaba que le explicara cómo había pagado la matrícula de Tagus? Pues no había sido con una beca, porque yo no era tan aplicada, lo siento. Solo había pagado el primer trimestre con unos ahorros que después te contaré de dónde habían salido, pero eso él no necesitaba saberlo. Tagus tenía varias formas de procesar la entrada de sus alumnos.
Antes de él poder hacerme otra pregunta, apareció Aleixandre. Venía muy relajado, como si darse prisa en llegar a la mesa fuera su último objetivo.
—Me he retrasado porque me puse a jugar a básquet con unos amigos y se me fue el tiempo —explicó cuando llegó y tomó asiento junto a Aegan.
?Básquet? ?Y no había ni una gota de sudor en su cara? ?E iba con tejanos y jersey? ?Y no tenía ni un pelo fuera de lugar e iba bien peinado hacia atrás como siempre? Sí tenía un ligero enrojecimiento en las mejillas que indicaba que había podido hacer algún tipo de esfuerzo en algún momento y que luego se había calmado, pero... ?en verdad era eso lo que había estado haciendo? Por alguna razón sospeché que no.
Aegan lo miró un poco molesto, pero Aleixandre no lo notó porque estaba mirándonos a Artie y a mí con una divertida curiosidad, que no era en absoluto burlona, como la de Aegan. La suya era agradable, como si el chico en verdad disfrutara de la vida.
—Ella es Artemis —le presentó Aegan para aclararle los nombres—. Y ya sabes que ella es Jude —a?adió, se?alándome también.
—Jude, imposible de olvidar —asintió Aleixandre, ?y fue impresión mía o reprimió una risa?
Además, la forma en la que pronunció mi nombre se me hizo rara, y me incomodó un poco.
—En cuanto a Artemis, tengo dudas —agregó, y la miró con cierta extra?eza.
—Voy a segundo a?o —respondió ella. Su voz aún se oía algo desanimada—. Biología.
Aleixandre entrecerró los ojos y la estudió de la misma forma que uno examinaba un rostro desconocido, pero familiar, tratando de encontrarlo en los recovecos de sus recuerdos.
—?Compartimos alguna clase o algo? —le preguntó él.
—No, la verdad es que no —negó ella, rascándose una aleta de la nariz.
—Es que me parece haberte visto antes —insistió.
—Quizá por los pasillos o en el campus —se?aló Artie con obviedad.
Aleixandre formó una línea con los labios, chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—No, no así...
—Ya te ha dicho que quizá la has visto por ahí —intervino Aegan, tratando de zanjar el tema—. Cuéntame cómo va lo del evento benéfico.
Al instante, Aleixandre centró su atención en contestar la pregunta de su hermano, y empezó a explicarle cosas con bastante entusiasmo. Resultaba gracioso ver que nadie mostraba su mismo ánimo. Aegan lo escuchaba serio, asintiendo. Adrik..., bueno, parecía que todo el mundo le importaba una mierda, con su aura distante e impasible, mirando el vacío como si no estuviera ahí, con nosotros, sino en un universo en el que nos podía mutilar a todos. Artie permanecía extra?amente pensativa.
—Debes pedirle a Jude sus medidas —dijo Aegan, lo cual me hizo sentir curiosidad por el tema.
—?Qué? —pregunté para meterme en la conversación—. ?Por qué?
—Porque vas a venir conmigo al evento benéfico —contestó Aegan, y cogió su vaso de agua para beber un poco. Sus movimientos eran elegantes, no se podía negar.
?Que yo iría con él a un evento.? De nuevo había decidido por mí.
Me quedé con cara de ??qué te pasa, bro??.
—Es dentro de dos semanas —me aclaró Aleixandre—. No será aquí en el campus porque se organiza en nombre de nuestro padre, se hará en la casa de campo que tenemos en el pueblo. Es un evento grande que saldrá en algunas revistas, así que estamos pensando en que nuestras novias se pongan algo que combine con nuestros trajes.
—?Como si ustedes fueran Hugh Hefner y ellas sus conejitas? —solté, sorprendida por lo ridículo que sonaba.
—Pues sí, pero más elegantes —asintió Aleixandre, riendo gratamente sorprendido.
Lo miré como si estuviese bromeando, pero no había nada de eso en su rostro, todo lo contrario, solo pude ver el entusiasmo de un ni?o listo para resplandecer. Luego miré a Aegan, justo cuando él dejó el vaso de nuevo sobre la mesa y se relamió los labios. Se me encendió una llamita que solo necesitaba un poco para convertirse en un fuego arrasador. Tal vez así se hacía en los eventos de la élite. Tal vez los chicos y las chicas procuraban que sus atuendos combinaran para resaltar, pero no me gustó que él tomara una decisión que me afectaba en mi cara.