Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(100)



Tal vez por eso no lo procesé con rapidez. Solo supe que Aegan me besó y luego mi mente intentó comprender que habíamos compartido saliva, que finalmente había sucedido lo que no había querido que sucediera, que había besado a un asesino. ?El asesino.?

Cuando su rostro se separó del mío, él me miró con una ancha, perfecta y diabólica sonrisa. Me quedé pasmada.

—?Me has echado mucho de menos todos estos días que no nos vimos? —me preguntó.

Cierto, no nos habíamos visto oficialmente desde hacía varios días, pero yo, atónita, me quedé mirando el vacío. El único pensamiento en mi cabeza fue:

?Adrik.?

Adrik me miraba. Sentía todo el peso de sus ojos sobre mí. El resto también me estaba mirando, pero no como él, no de la misma forma. Como una cobarde, no me atreví a levantar la vista hacia él.

—Bueno, ?y por qué nos has citado aquí? —le preguntó Owen a Aegan, relajado en la silla—. Iba a cortarme el cabello y tuve que cancelarlo.

—Oh, no; no lo hagas —le dijo Laila, alarmada—. Así te queda perfecto.

Owen la ignoró de forma extra?a.

Aegan se frotó las manos, entusiasmado por poder hablarnos a todos. Yo no estaba segura de poder soportar alguna otra sorpresa más; temía desmayarme.

Lo soltó:

—Esta ma?ana la rectora ha anunciado que se adelantará la feria de los fundadores y que empezará este viernes.

Oh, no.

?Nononono!

??El viernes?! ?Faltaban solo dos días!

No me desmayé porque me esforcé en seguir de pie.

Pero Aegan continuó hablando; aún había más.

—También me han pedido que haga el discurso de apertura —reveló, feliz.

—?El mismo que dio papá en su último a?o! —exclamó Aleixandre con alegría por su hermano.

Owen alzó un vaso con agua que había sobre la mesa en se?al de felicitación. Laila le dedicó un peque?o aplauso. Solo Artie y yo no dijimos nada. Adrik, ni idea. Aegan asintió a todo, orgulloso, pero luego se puso serio.

—También me he enterado de que él estará viendo el discurso en vivo y en directo —agregó—. Por esa razón necesito que todo salga perfecto, así que he decidido que ustedes sean el comité de organización de la feria. Ya casi todo el trabajo está adelantado, pero...

—?Implica esfuerzo? —interrumpió Owen, pues él consideraba importante saber eso primero.

—Solo tendrán que vigilar que no falle nada —le contestó Aegan.

—Cuenta conmigo —aceptó Owen entonces.

Aegan siguió explicando:

—Los he organizado por parejas, Aleixandre y Laila, Owen y Adrik, y Jude y Artemis. También he redactado las instrucciones sobre las secciones que tienen que vigilar.

Entró en juego un sobre amarillo que reposaba sobre la mesa. Aegan lo tomó, lo abrió y sacó hojas para todos. Las fue entregando hasta que llegó a mí. Vi que el título era: ?Decoración? y que bajo él había una lista de las cosas de las que debíamos asegurarnos.

—?Es todo? —preguntó de repente Adrik. Al escuchar su voz me quedé helada.

—Sí —contestó Aegan.

—Bien —soltó, seco.

Rígida, escuché su silla deslizarse. No quise alzar la vista, pero cuando lo hice, lo único que vi de Adrik fue cómo nos daba la espalda y se alejaba de la zona de la piscina.

—?Qué le pasa a Driki? —preguntó Aleixandre con extra?eza.

—Lo normal: desprecia a la humanidad y no aguanta pasar más de cinco minutos con nosotros —respondió Owen, encogiéndose de hombros.

—Ya hablaré con él —aseguró Aegan, como si a Adrik le esperara un sermón solo por comportarse como Adrik.

Los demás no parecieron notar nada raro y se pusieron a hablar sobre la feria y las cosas que tenían que hacer. Yo entré en cierto pánico interno porque ?sabes lo que significaba eso?, pues que todo el tiempo que creí que tendría para encontrar pruebas en contra de Aegan se acababa de reducir a dos insuficientes días. ?Además, adelantar la feria significaba también que lo de terminar con él públicamente en la tarima también se adelantaría!

Todo acababa de dar un giro complicado para mi plan. ?Qué podría lograr en tan poco tiempo? Aunque tenía en mi poder la grabación de Aegan en el club confesando tener algo que ver con la muerte de Eli, la prueba de que ese sitio existía aun cuando las reglas lo prohibían...

—?Qué te pasa? —me preguntó Aegan de repente en un tono más bajo, solo para nosotros dos.

Salí de mis pensamientos. Lo miré entre parpadeos estúpidos.

—?Qué me pasa? —inquirí como respuesta automática.

—No estás hablando o haciendo preguntas que no debes. —Me contempló con ojos entornados, cargados de curiosidad.

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