El lado bueno de las cosas(79)



Por supuesto, esto me llevó a perder mi trabajo, a terapia y a muchas pruebas médicas. Afortunadamente, no contraje ninguna enfermedad, y volvería a hacerme los análisis de nuevo si eso fuera un problema para nosotros. Pero incluso en el caso de que hubiera contraído el sida o lo que fuera, me habría valido la pena en aquel momento, porque necesitaba poner ese punto final. Necesitaba ese perdón. Necesitaba salir de la fantasía. Necesitaba mandar a la mierda mi culpa para poder romper la niebla en la que estaba, para sentir algo, cualquier cosa, y volver a empezar mi vida de nuevo, que es tan solo lo que estoy empezando a hacer ahora, desde que somos amigos.

Tengo que admitir que durante la cena de la fiesta en casa de Veronica solo pensé en ti como en un polvo fácil. Me formé una impresión sobre ti con aquella estúpida camiseta de los Eagles y me imaginé que podría hacer que me follaras, y podría imaginar que eras Tommy. No había hecho eso desde hacía mucho, y durante un tiempo no quise tener sexo con extra?os, pero tú no eras un extra?o. Habías sido escogido cuidadosamente por mi propia hermana. Eras un hombre seguro con el que Ronnie estaba intentando que levantara cabeza. Así que me imaginé que empezaría a tener sexo regularmente contigo, solo para poder continuar con la fantasía de Tommy otra vez.

Pero cuando me abrazaste delante de la casa de mis padres, y cuando lloraste conmigo, las cosas cambiaron de una forma increíble. Al principio no lo entendía, pero mientras corríamos juntos y comíamos cereales con pasas en las cenas e íbamos a la playa y nos hacíamos amigos, simplemente amigos, sin nada de sexo que lo complicara, era bonito de un modo en el que no había pensado. Simplemente me gustaba estar cerca de ti, incluso cuando no nos decíamos nada.

Supe que sentía algo por ti cuando empecé a estar avergonzada por dentro al oír el nombre de Nikki. Era obvio que nunca ibas a volver con ella, así que llamé a tu madre, la emborraché en el bar del pueblo e hice que me lo contara todo sobre ti. Desde entonces nos hemos estado viendo cada semana, Pat. Necesitaba una amiga; necesitaba hablarle a alguien de tu padre. Así que yo la escuchaba. Al principio solo la utilizaba para obtener información, pero ahora somos una especie de amigas. Ella no sabía nada de las cartas que estaba escribiendo como si fuera Nikki, y se enfadó mucho conmigo durante un tiempo después del episodio de Navidad, pero sí que sabe lo de esta carta, obviamente, puesto que te la ha entregado ella por mí. Es una mujer muy fuerte y misericordiosa, Pat. Se merece algo mejor que tu padre, y quizá tú te merezcas algo mejor que yo. La vida es así.

Escribí esas cartas con la esperanza de proporcionarte el punto final que yo encontré mediante el sexo esporádico después de que Tommy muriera. Afortunadamente, era buena en inglés en la universidad, así que pude escribir sobre libros de literatura americana; los desenterré del desván de mis padres y los releí. Y por si te lo preguntas, sigo en contacto con algunos de los profesores de los que Tommy era amigo en el Instituto Haddonfield, de modo que pude usar los detalles sobre las calificaciones on line y todo eso. Por supuesto, tu madre rellenó el resto. Por favor, debes saber que empecé con lo de hacer de enlace después de asegurarme de que Nikki nunca aceptaría hablarte de nuevo bajo ninguna circunstancia. Tal vez nunca seas capaz de perdonarme, pero quería que conocieras mis intenciones, y todavía te quiero en mi jodida vida.

Te echo de menos, Pat. De verdad. ?Podemos al menos ser amigos?

TIFFANY





?BU!


Cuando Danny acaba de leer la carta de Tiffany se rasca el pelo a lo afro y mira a través de la ventana de mi habitación durante un largo rato. Quiero saber su reacción porque es el único que sé que aún no tiene una firme opinión formada sobre Tiffany. Todos los demás están en contra, incluso Cliff.

—Entonces… —digo finalmente desde mi cama. Estoy sentado con la espalda apoyada en la cabecera y la escayola encima de unas almohadas—. ?Qué crees que debería hacer?

Danny se sienta, abre la caja de parchís y saca el tablero pintado a mano y las fichas que mi madre me regaló por mi cumplea?os.

—Creo que me estoy poniendo rojo hoy —dice—. ?Qué color quieres?

Después de elegir el azul, montamos el tablero en una peque?a mesa que mi madre puso en la habitación cuando llegué a casa con la pierna rota. Jugamos al parchís como hacemos siempre que viene Danny, y parece obvio que él no se va a posicionar con respecto a Tiffany, probablemente porque sabe que solo yo puedo tomar esta decisión, pero puede que simplemente quiera hacer una partida. Le gusta el parchís más que a cualquier otro hombre que haya conocido nunca. Y cuando se lanza sobre una de mis fichas y la envía al círculo de salida, Danny siempre se?ala mi cara y grita ??Bu!?. Siempre me hace reír, porque es jodidamente serio con el parchís.

A pesar de que yo no disfruto tanto jugando al parchís como lo hace Danny, y aunque no haya contestado a ninguna de mis preguntas sobre Tiffany, es bonito tenerlo de nuevo en mi vida, probablemente porque nos limitamos a jugar y no hablamos mucho sobre otras personas, y eso me gusta.

Jugamos al parchís durante muchas horas; los días pasan y mi récord contra Danny se eleva a treinta y dos victorias y doscientas tres derrotas. Danny es un jugador de parchís excelente, y el mejor lanzador de dados que yo haya conocido. Cuando dice: ?Papá necesita un seis doble?, casi siempre lanza dos seises. Sea lo que sea lo que papá necesita, Danny lo lanza. Es como si tuviera una habilidad mágica para lanzar combinaciones específicas. A menudo me pregunto si es porque es negro.

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