El lado bueno de las cosas(82)



Cojo de sus manos un conjunto de diez o más pesadas páginas plastificadas, quizá de unos diez por doce centímetros cada una, sujetas todas por un tornillo de plata en la esquina superior izquierda. En la portada se lee:


TABLA PARA LOS

OBSERVADORES

DE NUBES.

Una tabla fácil de utilizar,

duradera e identificadora

para todos los entusiastas del aire libre.



—Siempre estabas mirando las nubes cuando solíamos ir a correr —dice Tiffany—, por lo que pensé que podría gustarte poder explicar la diferencia entre las distintas formas.

Con emoción, giro la portada hacia arriba de modo que puedo leer la primera y pesada página plastificada. Dice:


El tiempo es un fenómeno fascinante. Sus elementos (lluvia, nieve, humedad y nubes) se producen a más de 16 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra. De estos elementos, el visiblemente más dramático es el de las nubes o ?esencias que flotan en el cielo? como las llamaban antes del a?o 1800…

Después de leerlo todo acerca de ?las cuatro formas básicas de nubes?: cúmulos, cirros, estratos y nimbos; después de ver todas las bonitas fotos que documentan las diferentes variaciones para los cuatro grupos, no sé cómo, Tiffany y yo acabamos tumbados en medio del mismo campo de fútbol en el que solía jugar cuando era un ni?o. Miramos al cielo y hay una capa gris invernal, pero Tiffany dice que tal vez si esperamos lo suficiente, alguna forma se liberará y podremos identificar la nube sola utilizando mi TABLA PARA LOS OBSERVADORES DE NUBES. Permanecemos ahí tumbados sobre el suelo congelado durante mucho tiempo, pero todo lo que vemos en el cielo es una sólida sábana gris que mi nueva TABLA DE NUBES identifica como nimboestrato, o ?una masa de nubes gris de la que cae una extensa y continua lluvia o nieve?.

Después de un rato, la cabeza de Tiffany acaba sobre mi pecho y mis brazos alrededor de sus hombros, por lo que acerco su cuerpo al mío. Temblamos juntos solos en el campo durante lo que parecen ser horas. Cuando empieza a nevar, los copos que caen son enormes y rápidos, casi de inmediato el campo se vuelve blando, y es entonces cuando Tiffany me susurra la cosa más rara; dice:

—Te necesito, Pat Peoples; te necesito tan jodidamente tanto…

Y entonces empieza a llorar lágrimas calientes en mi piel mientras me besa el cuello suavemente y solloza.

Es extra?o oírle decir eso, tanto tiempo alejado de un ?Te quiero? de una mujer normal, y todavía probablemente más cierto. Me siento bien abrazando a Tiffany junto a mí, y recuerdo lo que mi madre me dijo tiempo atrás, cuando intentaba deshacerme de mi amiga al preguntarle si iba a cenar conmigo; mamá me dijo:

—Necesitas amigos, Pat. Todo el mundo los necesita.

También recuerdo que Tiffany me mintió durante muchas semanas; recuerdo la horrorosa historia que Ronnie me contó sobre el despido del trabajo de Tiffany y que ella admitió en sus cartas más recientes; recuerdo lo rara que ha sido mi amistad con Tiffany, pero luego pienso que nadie más que Tiffany podría realmente entender cómo me siento después de perder a Nikki para siempre. Recuerdo que el período de separación se acabó por fin, y mientras Nikki se ha ido para ser más feliz, todavía tengo a una mujer en mis brazos que ha sufrido mucho y necesita desesperadamente creer que es bonito. En mis brazos. Es una mujer que me ha dado la TABLA PARA LOS OBSERVADORES DE NUBES, una mujer que conoce mis secretos, una mujer que sabe lo estropeada que está mi mente, cuántas pastillas me tomo, y, aun así, me permite abrazarla. Hay algo honesto en todo esto, no puedo imaginar a ninguna otra mujer tumbada conmigo en medio de un campo de fútbol congelado, incluso en medio de una tormenta de nieve, esperando de forma imposible a ver una sola nube que se libere de un nimboestrato.

Nikki no habría hecho esto por mí, ni siquiera en su mejor día.

Así que atraigo a Tiffany un poco más cerca de mi cuerpo, beso el lunar que tiene entre sus cejas perfectamente depiladas, y siento como unos pocos copos de nieve se consumen entre mis labios y su templada cara. Después de respirar profundamente, digo:

—Creo que te necesito.

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