Puro (Pure #1)(84)



El hombre coge una mitad de huevo y se la mete en la boca. Pressia no tarda mucho en imitarlo, pero se lo deja un rato en la boca, donde pasa la lengua por la superficie resbaladiza del huevo y finalmente lo mastica. La yema está salada y blanda, con un sabor muy intenso.

—Naturalmente —le habla Ingership—, te estarás preguntando cómo. ?Cómo es posible todo esto: la casa, el granero, la comida…? —Menea una mano en el aire como para se?alar todo lo que lo rodea. Tiene los dedos sorprendentemente finos.

Pressia se come a toda prisa el resto de huevos. Sonríe con los labios apretados y los carrillos llenos.

—Bueno, voy a contarte un secretito, Pressia Belze. Es el siguiente: mi mujer y yo actuamos de enlaces entre este mundo y la Cúpula. ?Sabes lo que significa lo de ?enlaces?? —No aguarda la contestación de Pressia para proseguir—: Somos intermediarios, tendemos puentes. Ya sabes que este mundo era una causa perdida antes de las Detonaciones. La Ola Roja de la Virtud hizo un gran esfuerzo y le estoy profundamente agradecido por el Retorno al Civismo. Pero algo tenía que pasar, y nuestros adversarios tiraron la primera piedra. Incluso Judas formaba parte del plan de Dios. ?Entiendes adónde quiero llegar? Hubo quienes abrazaron el civismo y quienes se negaron. En cierto modo, debemos confiar en que las Detonaciones fueron por nuestro bien, por un futuro mejor. Algunos estaban preparados y otros no merecían entrar. La Cúpula es buena, nos vigila como el ojo benevolente de Dios. Y ahora nos pide algo a ti y a mí, y nosotros le servimos. —La mira con severidad—. Sé lo que estás pensando… Que, en los grandes planes de Dios, yo era de los que no se merecían entrar en la Cúpula. Yo era un pecador y tú, una pecadora. Pero eso no quiere decir que tengamos que seguir pecando.

Pressia no sabe en qué concentrarse primero. Ingership es un enlace que cree que las Detonaciones fueron un castigo por los pecados del mundo. Eso es lo que la Cúpula quiere hacer creer a los supervivientes: que se merecen lo que tienen. Ese hombre le parece detestable, más que nada porque tiene poder. Maneja ideas peligrosas y manipula a Dios y el pecado en beneficio del poderoso, por la única razón de que él quiere serlo más. Bradwell seguramente lo cogería por el pescuezo, le abollaría la cara de metal estampándolo contra la pared y le daría una lección de historia. Pero Pressia no cuenta con esa opción. Mira de reojo el sobre amarillo que hay al otro lado de la mesa. ?Ahí es donde quiere llegar Ingership? ?A entregarle el sobre? Ojalá acabe pronto. ?La Cúpula desea algo de ella? ?Y qué pasa si se niega? Traga su último bocado de huevo; ha saboreado todos y cada uno, hasta ?adquirirlo? en su estómago.

Ingership coge una ostra, la inclina igual que una tacita de té y se lo traga todo. A continuación mira a Pressia como animándola a comer… o ?es una prueba?

—Una auténtica exquisitez —dice Ingership.

Pressia coge una ostra del plato y siente el borde grueso de la concha en sus dedos y luego en su labio inferior. La inclina y la ostra se le desliza hasta la garganta y, sin más, hacia abajo. Se ha ido tan rápido que Pressia ni siquiera está segura de haberla saboreado. En la lengua se le queda solo un regusto a salmuera.

—Deliciosa, ?verdad? —le pregunta Ingership, a lo que la chica sonríe y asiente. El hombre deja caer con fuerza la mano sobre la mesa, triunfante, y exclama—: Paladear por unos instantes el viejo mundo en la boca es el placer más satisfactorio que nos queda. —Se mete entonces la mano en la chaqueta y saca una fotografía peque?a del bolsillo interior—. ?Sabes dónde estamos?

Es una fotografía del matrimonio, en un rincón de una habitación blanca. A su lado hay un hombre de la edad de Ingership vestido de la cabeza a los pies con un traje anticontaminación. Tras la ventanita que le cubre la cara se le ve sonreír. Ingership está estrechando el grueso guante del hombre y en la otra mano sostiene una placa. Con su cara medio demacrada, medio reluciente por el metal, esboza, al igual que su mujer, una sonrisa grotesca. Ambos van vestidos de blanco. ?Habrán estado los Ingership en la Cúpula? ?Así es la vida allí? ?Trajes anticontaminación, caras detrás de ventanitas? A Pressia se le revuelve la barriga. ?Es por la fotografía? ?Habrá comido demasiado rápido?

Le devuelve la foto a Ingership y un principio de sudor le recorre la espalda. Le da un trago a la limonada: es lo más alucinante que ha probado en su vida, amargo y dulce a la vez. Se le arquea la lengua hasta el paladar. Le encanta.

—Una ceremonia de condecoración en la Cúpula —le explica Ingership, que se acerca la imagen para verla mejor—. En realidad es una antesala. Tuvimos que atravesar un buen número de cámaras acorazadas.

—?Siempre llevan trajes como esos?

—?Qué va! Viven en un mundo igual al que vivíamos pero seguro, controlado y… puro. —Se guarda la foto en el bolsillo interior de la chaqueta y le da una palmadita afectuosa—. Allí en la Cúpula la gente está teniendo hijos, a un ritmo moderado, pero los está teniendo. Quieren repoblar la Tierra un día. Y necesitarán gente para hacer pruebas, preparar, asegurar y…, aquí está la clave, Pressia Belze, es fundamental… defender.

—?Defender?

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