Save Us (Maxton Hall #3 )(75)
James sonríe un poco.
—Lo recordaré.
—Creo que hemos terminado, ?verdad?— le pregunta a Lin.
—Sí.— Miro a mi alrededor. Tenemos demasiado de eso.
Levanta las manos sobre la cabeza, se estira, endereza las piernas, se toca las manos y los pies. Puedo oír sus huesos tirando, y estoy asustada.
—Es maravilloso que estés preparando todo esto para Lydia, —dice James.
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Cuando encuentra mi vista, su sonrisa cambia. Se vuelve más abierto.
Más calidez en él. Más cari?o. Es una sonrisa sólo para mí, una sonrisa llena de secretos que sólo nosotros conocemos. Cuanto más me mira, más se seca mi garganta. Y cuanto más me caliento.
Nerviosamente recorro las formas cortadas y las coloco en un solo lugar. Estoy en mi habitación, con mi hermana peque?a. Por el momento, no puedo pensar en el cuerpo desnudo de James.
—?Vamos a bajar?— Ember suelta. —Papá escribió que la cena estaba lista.— Coge su móvil y nos muestra el mensaje. Pero llega uno nuevo antes de leer el nombre del remitente, Ember le da la vuelta a su móvil. Su cara se nubla cuando lo lee. Apaga el teléfono, apoya las manos en el suelo y se levanta.
James y Lin ya están en la puerta cuando agarro el brazo de mi hermana por un momento. —Puedes hablar conmigo, Ember.— Susurro.
—Siempre y sobre todo. Lo sabes, ?verdad?
Primero me mira la mano y luego la cara. Parece que tiene una lucha interna, pero al final, está sacudiendo la cabeza —No sobre esto, hermana.— Antes de que pueda reaccionar, Lin y James están corriendo a la planta baja.
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—?Los invitados están aquí!— Le grito a James, Ruby, Ember y Lin, apenas abro la puerta. Agarro a mi hermano por la mano y lo traigo. Las chicas van tras él.
—Se dice bienvenidos.— Dice James y me abraza calurosamente. Me atrae hacia sí mismo, y entonces algo en el pasillo le llama la atención.
Levanta la ceja. —?Es eso...?
—?Un corazón gigante de rosas? Sí.— Me acerco a Ember, Lin y Ruby y nos saludamos.
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—Te ves muy bien, Lydia.— Dice Ember.
Llevo un vestido verde de algodón, cortado para que mi vientre, que ya no creo que sea más grande, quede hermosamente resaltado.
—Yo también lo creo—, comenta Graham a mis espaldas.
Me vuelvo hacia él con una sonrisa. Tomo su mano, nuestros dedos se enganchan.
No puedo describir lo que se siente al poder hacer esto, no importa dónde estemos o quién nos vea. Anoche hablamos de si no sería extra?o que mis amigos, algunos de sus alumnos, nos vieran, pero decidimos no preocuparnos. Graham es mi novio y el padre de mis hijos. Quiero tocarlo cuando y donde quiera. Ahora me dirijo a los demás, los miro a los ojos y sólo veo alegría y sinceridad en ellos. A nadie parece importarle vernos tomados de la mano.
—También te ves muy bien—, digo y admiro sus creaciones.
Normalmente me gusta el calor, el verano es mi época preferida del a?o, pero con el estómago y las piernas hinchadas prefiero el oto?o. O el invierno. O el invierno en la Antártida.
Aunque un baby shower en la Antártida no sería una buena idea.
—He oído que la fiesta ya ha empezado—, apunta Ruby con una sonrisa. Probablemente se refiere a la música que viene del jardín.
—Ofelia ha estado bailando en el jardín desde la ma?ana. Ella quería arrastrarme a ello, pero después de dos minutos me caí, —respondo.
— Preferí ocuparme de la organización del buffet. Habrá un pastel de tres pisos y muchas magdalenas.
—Me encantan las magdalenas.— Ember se anima. Lleva un enorme 273
paquete envuelto en papel con guisantes y me envía una mirada
interrogante. —?Dónde llevo el regalo?
—Ven conmigo—, digo y quiero llevarlos al jardín, pero James me toma de la mano. Suelto la mano de Graham y lo espero con ansias.
—Tenemos otro invitado inesperado—, dice mi hermano. Mi primer pensamiento es: Que mi padre no sea... Pero luego recuerdo que James me conoce mejor que nadie y no me haría eso.
Viene a la puerta y mira afuera. Alguien más entra en la casa.
Alguien a quien nunca he visto en mi vida con vaqueros y una camisa normal.
—?Percy!— Grito y me tiro al cuello de mi viejo chofer.
—Me alegra mucho verla en buena forma, Srta. Beaufort.
—Responde con dureza.
Me da el mismo abrazo. De repente, puedo oler el aroma del chofer tan familiar como él. Huele a asientos de cuero y a agua de afeitar, que conozco desde la infancia. Después de un tiempo nos separamos.
—Tu hermano me invitó, —explica. —Espero que no te importe.
—Nunca me opondría.— Grito con incredulidad, y estoy liderando el camino entre él y James. —?Esta es una maravillosa sorpresa!