Save Us (Maxton Hall #3 )(70)


Sólo pensar en subir a un avión y finalmente ver todas las cosas que he leído hasta ahora y visto en Internet, me llena de nueva energía. Es como si algo se despertara en mí que ya no se puede deshacer, y aunque por ahora sólo son planes, me siento mucho mejor que cuando pensaba en el futuro.

—Me gustaría ayudarte—, dice Ruby. —Soy una gran organizadora.

Podemos reservar tus vuelos y alojamientos juntos, haré una lista de





cosas que hacer antes del viaje y poco a poco iremos conectando más puntos.

Estoy mirando su indagación. La voz relajante de Keaton Henson sale de los altavoces y Ruby mira fijamente la puesta de sol. Creo que nunca olvidaré esa vista. La luz dorada en sus mejillas, en su pelo, ligeramente volado por el viento, sus labios abiertos. Es tan hermosa, es impresionante.

—?Está todo bien, Ruby?— pregunto en voz baja.

Levanta las rodillas, las abraza por los lados, apoya la cabeza en ellas y me mira de reojo. Veo un anhelo en sus ojos, pero también un destello de alegría.

—Ciertamente será difícil...— empieza lentamente. —Pero al mismo tiempo creo que es genial que quieras hacer esto. Te apoyaré tanto como tú me apoyas a mí.

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Asiento con la cabeza y me doy cuenta de que he contenido la respiración de forma instintiva.

Sólo ahora dejo salir aire de mis pulmones.

No sé si el blog va a ser popular o no. Tal vez en unos meses vuelva y me enfrente al hecho de que mi idea no funcionó. Pero si todo sale bien...

?Entonces qué? ?Podemos separarnos por mucho tiempo sin arriesgarnos a salir?

No sabré la respuesta a eso hasta dentro de unos meses. Todo lo que puedo hacer ahora es extender mi mano y tocar la mejilla de Ruby.

Agáchate y bésala.

Este beso es suave. Es incierto, pero es maravilloso.

—No me malinterpretes: en el aeropuerto estaré llorando como un bebé—, se?ala Ruby, alejándose de mí por un tiempo.





—Jesús, ?vamos a ser una de esas parejas vergonzosas que no pueden alejarse el uno del otro en el medio del aeropuerto?

Se ríe tranquilamente, pero con tristeza. Toco su frente y cierro los ojos.

—Podrías venir conmigo,— digo. —Durante las primeras semanas de tus vacaciones.

Ahora es ella la que contiene la respiración. Levanto los párpados.

—Se supone que esta es tu aventura, James...

—No puedo imaginar nada más hermoso que unas vacaciones contigo,— le digo.

En realidad, quería esperar con esta propuesta. Un viaje de fin de semana, un apartamento, un blog... No quiero agobiarla. Pero ahora 254

mismo no puedo hacer otra cosa. Tengo que hacer que se dé cuenta de lo mucho que significa para mí.

—Por supuesto, si lo quieres,— enseguida se?alo. —Si has planeado tus preparativos para Oxford en este momento, lo entenderé.

Ella sonríe de oreja a oreja.

—?De verdad quieres que vaya a Tailandia contigo?

Estoy asintiendo tan rápido como me es posible. —Haremos un peque?o desvío o nos quedaremos en un lugar si quieres.

—Demasiado bueno para ser verdad.— Me susurra y me abraza.

—Incluso iré al mercado callejero contigo y comeré algo del puesto.

—Iremos juntos al Parque Nacional de Khao Sok. Viviremos en...en los bungalows de Khao Lak.

—Suena bien.





Ruby se da la vuelta y me besa en la mandíbula. Una y otra vez. Me besa la cara y deambula por el camino. Puedo respirar profundamente cuando siento su lengua alrededor de mi cuello. Ella vuelve a subir, se congela justo sobre mi cara. Sus ojos nunca antes habían parecido tan verdes.

—Te amo, James.— Susurra.

Mi corazón se está volviendo loco. Me agacho, levanto sus labios.

Oigo que deja de respirar.

—Yo también te amo, Ruby Bell.

Cuando la beso de nuevo, todos los pensamientos del pasado son brumosos y espesos, cuanto más la atraigo hacia mí.

Sostengo su cara en mis manos, la atraigo cada vez más cerca. En el 255

rabillo del ojo, veo una manta cayendo de sus hombros. Después de un rato, se levanta de la silla y se sienta en mi regazo, como entonces, en el apartamento.

Esta vez no quiero arriesgarme a que alguien nos interrumpa. La sostengo más fuerte y me levanto sin dejarla salir de mis brazos. Nos besamos más cuando volvemos a la casa, sólo por las escaleras me separo de ella y miro abajo para no tropezar. Dentro, la pongo en el suelo, pero no la dejo salir de mis brazos. Cierro la puerta corrediza.

Apoyo mi espalda contra ella.

—?Tienes frío?— Le pregunto. —Puedo encender la chimenea.

Ruby me mira con sus ojos verdes y finalmente sacude la cabeza lentamente. Da un paso hacia mí, y luego otro. Pone sus manos sobre mi estómago, se mueve más alto, sobre mi pecho hasta que de repente respiro.





—Extra?aba.— Me susurra con los dedos en el pecho. —Tu cercanía.

—Yo también...— respondo igual en voz baja.

Aunque han pasado casi seis meses desde nuestra última vez, ha habido muchas noches y días en los que no he pensado en nada más. Eso es lo que quería, con ella. Quería quitarle el pelo de la cara, mimarle la barbilla, besarla lo más profundamente posible.

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