Save Us (Maxton Hall #3 )(66)



—?Eso es genial! ?A dónde vamos exactamente? ?A la universidad?

?A St. Hilda? No pasa nada allí este fin de semana. Me inscribí en su boletín y estoy revisando Facebook. Oh, Dios, ?me he perdido algo?

?Sabes algo?

James sonríe bajo su nariz. —Tienes que esperar un tiempo antes de saber el plan—. Se frota el hombro. —Duele, por cierto.

—No puedo evitarlo. Es por la emoción—. Sonríe y sacude la cabeza.

Una hora más tarde, me doy cuenta de que ya no estamos en el camino a Oxford, pero cuando pregunto eso, James se encoge de hombros.





Conducimos y conducimos, hasta que en algún momento nos desviamos a una salida que va cuesta abajo y nunca antes había visto.

Cuando estamos en el camino lateral, me rindo y ya no trato de adivinar a dónde me lleva.

No es a la universidad, eso es seguro.

Media hora después se convierte en un camino aún más estrecho, luego repite la maniobra. Ahora, dos autos probablemente no podrían cruzarse fácilmente. Echo un vistazo al camino y me pregunto si James se perdió accidentalmente, pero no lo admitirá. Pero cuando lo miro de reojo, parece relajado.

Su sonrisa presumida no escapa a mi atención.

—Te divierte hacerme sufrir tanto—, murmuro.

239





Solo un poco—, admite, todavía sonriendo. —Pero te consolaré: estaremos allí en unos diez minutos.

El camino conduce a Brightwell-cum-Sotwell, un pueblo encantador en el condado de Oxford. Pasamos casas con techo de paja, hermosas como una postal, granjas con ovejas y burros en los pastos. Y luego James gira el camino de ripio. Unos minutos más tarde, veo una peque?a caba?a en la distancia. Puedo ver el jardín de invierno adicional, arbustos en el camino de entrada, ahora ba?ados con flores, lo que hace que todo se vea tan fabuloso como el resto del pueblo.

—?Nos quedaremos en una casa así? — Pregunto sin quitarle los ojos de encima.

—No completamente—. James detiene el auto en el lado izquierdo del largo camino de entrada. Se desabrocha el cinturón de seguridad y sale. Sigo sus pasos y juntos nos dirigimos a la casa.





Su puerta se está abriendo y una rubia de mediana edad está parada en la puerta. él está sonriendo de todo corazón.

—Hola. James, ?verdad? Soy Marta.

—Sí, nos escribimos el uno al otro—, dice James. —Y esta es mi novia, Ruby.

—Eso es genial—. Marta levanta un montón de llaves, decoradas con un colgante hecho a mano de madera. —Tu casa está allá arriba en el jardín. Si quieres, te la mostraré enseguida—. Gira hacia el camino al lado de la caba?a.

James asiente con la cabeza. Seguimos a la mujer a través de un jardín lleno de flores y arbustos hasta llegar a la casita, a unos cincuenta metros de la casa principal. Parece casi residencial, pero está hecha de madera, tiene un techo oscuro y una puerta corrediza, abierta por el 240

momento. Una peque?a ventana está cubierta con una cortina blanca y transparente. Hay escaleras que conducen al interior, las flores huelen bien en toda la casa.

—Aquí estamos—, dice Marta. —En las fotos viste que hay una cama doble y una vista de los campos desde el oeste. El ba?o tiene cosméticos y todo lo que necesitas.

James asiente, pero no puedo quitar los ojos de la casa. La emoción me abruma, desde el estómago hasta la punta de los dedos.

—El desayuno se sirve en el jardín de invierno— Marta continúa.

—Café, selección de té, leche fresca de la vaca de un vecino, mermeladas caseras y huevos de nuestras gallinas. Todas las ma?anas horneo pan fresco, si te levantas lo suficientemente temprano, todavía estará caliente.

—Suena genial—, le digo.





Le da a James las llaves. —Si todavía tienes alguna pregunta, estaré en casa al mediodía. Voy a trabajar más tarde, pero siempre puedes llamarme desde tu teléfono móvil. Tienes mi número, ?verdad?

James confirma moviendo la cabeza. —Si gracias.

—Entonces te veo luego—. Nos dice adiós y regresa de la misma manera que vinimos aquí. Inmediatamente tomo la mano de James y subo las escaleras cortas que conducen a la casa. Son demasiado estrechas para que caminemos uno al lado del otro, así que avanzo y miro hacia adentro con el corazón en la garganta.

Lo primero que veo es una cama matrimonial, que en esta casa estrecha ocupa espacio de pared a pared. Enfrente, al otro lado de la habitación, veo una chimenea negra y un montón de le?a. En el centro, junto a la pared, hay una cómoda estrecha, con una cafetera eléctrica y 241

una caja de varios tés. Varias tazas cuelgan de los ganchos en la pared.

Las puertas de madera probablemente conducen al ba?o.

James frota el dorso de mi mano con su pulgar. Me vuelvo hacia él.

Me mira fijamente. En sus ojos veo calidez y sentimiento, pero también ansiedad y emoción. Como si no estuviera seguro de cómo reaccionaría.

—Después de todo lo que has pasado en las últimas semanas, he pensado que un momento de descanso te hará bien—, comienza en voz baja. —YO…

Mona Kasten's Books