Save Us (Maxton Hall #3 )(61)



Toda la eternidad pasa antes de que finalmente asiente.

—Tienes razón.

Son más de las tres de la tarde cuando llamo al chofer para que nos recoja en el East View. Primero llevamos a Wren, James y Ruby a Gormsey, luego dejamos a Cyril en su casa. Se baja, pero antes de cerrar la puerta, vuelve a mirar dentro. Mira entre Kesh y yo.

—Yo...— Empieza y gru?e. —Gracias por hoy, chicos.

—Siempre puedes contar con nosotros—, dice Kesh.





—Y la próxima vez, emborráchate con nosotros, no con James McCormack—, agrego, por lo que Kesh me patea en la pantorrilla.

—Claro—, murmura Cyril y gira sobre sus talones. Cierro la puerta detrás de él y le doy a Rupert una se?al de que sigamos adelante.

—?Adónde, joven?— pregunta.

—A casa de Kesh— respondo. Un momento después, el coche arranca. Estoy cansado de apoyar mi cabeza en el reposacabezas.

—Duele—, digo y me froto la pantorrilla con la mano.

—Con ese comentario destruiste un momento muy hermoso. —Kesh mira a mi pierna. —Pero no quería patearte tan fuerte. Lo siento.

—Sólo quería relajarme un poco— respondo. —Para mi gusto, fue una noche muy sombría.

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Kesh murmura algo. él está sentado enfrente. A diferencia de mí, cuando viaja atrás, no se ve afectado por el mareo. Incluso puede leer en el auto, lo cual es impensable para mí. Tan pronto como tome mi libro, puedo abrir la ventana y comenzar a vomitar.

En el pasado, él siempre bromeaba al respecto y comenzó a realizar varios experimentos en el automóvil para ver qué me enfermaba. Desde entonces, sé que me salgo con la mía con caricias, pero ya no juego en dispositivos móviles.

Afortunadamente, mi cuerpo tiene las prioridades correctas.

—No me mires así—, dice Kesh de repente, su voz más baja de lo habitual. Vaga entre mis ojos y mi boca, pero mira en una dirección diferente, como si se encontrara a sí mismo. Gira la cabeza hacia la ventana.





—?Y cómo te miré?— Pregunto.

La atmósfera cambia tan repentinamente que me mareo.

—Como si recordaras el pasado—, responde después de un largo momento. Apenas trago saliva.

—?No puedo?

El sonido que hace Kesh es una extra?a mezcla de risa y desesperación. —No.

—?No? ?Por qué?— Me está mirando de nuevo.

—Porque no deberías aferrarte a los recuerdos, si puedes experimentar nuevos momentos conmigo—. No sé qué responder. Me salgo con la mía. —Kesh...

—Le dije a mi madre...— me interrumpe.

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Todo lo que puedo ver es a él, todo lo demás desaparece.

—?Perdón?

—Le dije que soy bisexual y que me gustan tanto las mujeres como los hombres.

Tengo pensamientos acelerados en mi cabeza. No sé qué decir primero. Me aclaro la garganta y hago una pregunta que me parece más importante en este momento.

—?Cómo reaccionó?— Kesh suspira fuerte.

—A diferencia de lo que esperaba. No estaba ni la mitad de asustada que mi padre. Cuando le dije que tenía que hablar con ella, al principio se asustó de que yo estuviera enfermo o algo así, me puse muy nervioso y empecé a llorar antes de poder decir una palabra. Y cuando finalmente hice mi confesión, descubrió que la piedra cayó de su corazón, que no





era nada terrible. Se disculpó conmigo de inmediato y me preguntó si pensaba que era un gran error que pensara que estaba enfermo.

Escucho su historia con mi respiración detenida.

—En general, fue... No lo sé. ?Mejor de lo que esperaba? —La última oración suena como una pregunta.

—Genial—, digo con voz ronca.

Kesh asiente y se mira las manos.

—Yo... no te hice hacerlo, ?verdad?— Finalmente pregunto. Sacude la cabeza sin levantar la vista.

—No. No lo hice por ti sino por mí. Quería decirle a mi madre porque pensaba que era importante.

Siento que la opresión en mi pecho parece haber disminuido.

—Dijo que me amaba. Y supongo que ordenó folletos o leyó sobre 222

eso en la red o algo así, porque ahora siempre me hace preguntas que suenan como un libro de texto para criar una vida familiar. Y además, ella me dio un segundo sermón sobre sexo seguro—. Kesh frunce el ce?o. —Creo que fue incluso peor que la primera vez.

Me río entre dientes.

—Amo a tu mamá.

Kesh sonríe a sus manos. —Y yo a ti.

El auto se detiene. Creo que mi corazón también.

Miro a Kesh, que mira hacia arriba y me mira directamente a los ojos.

Su mirada está abierta, tan vulnerable como nunca antes. Y nuevamente, la atmósfera en el automóvil está cambiando. Tengo la impresión de que Kesh está muy cerca y también muy lejos. Quiero llegar, pero no puedo moverme.





—?Qué dijiste?— Pregunto en un susurro. Kesh traga.

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