Save Us (Maxton Hall #3 )(63)



—?Espera!— grita detrás de mí. Escucho que está siguiendo mis pasos pero no le presto atención.

—Ember, por supuesto que somos amigos—, dice. Me detengo abruptamente y aprieto mis labios en una línea estrecha.

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Wren se para frente a mí. Verlo me lastima, así que miro las puntas amarillas de mis zapatos. ?Cómo me involucré tanto en esta amistad en tan poco tiempo?

—Escucha, me doy cuenta de que esta respuesta llega demasiado tarde, pero ... Sí, somos amigos—, repite con entusiasmo.

Y sin embargo no lo soporto, lo miro a los ojos.

—No he tenido esa impresión esta semana—, respondo. —Pensé que debíamos contarle a Ruby y a los demás sobre nuestra amistad. Y luego me entero por mi hermana que tienes una fiesta a la que aparentemente no soy bienvenida.

—Lo siento—. Susurra. Y se peina con los dedos, sólo que ahora me sorprende lo fuera de lugar que está aquí con su uniforme de Maxton Hall.





Algunos estudiantes nos observan con curiosidad, pero no le presto atención a eso ahora.

—No has respondido a mi mensaje en toda la semana. No has dado ninguna se?al de vida. Los amigos no hacen eso.

—Lo sé y lo siento mucho—. Busca las palabras adecuadas durante un tiempo. —Pero ese alféizar de la ventana... todos mis amigos estaban allí. No podía invitarte, Ember.

Estas palabras son como un golpe al corazón. Doy un paso atrás automáticamente.

Estaba renovando su habitación con él y pasé las noches buscando becas. Yo fui quien lo ayudó a lidiar con la nueva situación, se volvió hacia mí cuando quería hablar en medio de la noche. Nos escribimos el uno al otro por horas y horas. Pensé que éramos amigos.

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Aparentemente me equivoqué.

He sufrido durante toda una semana cuando no me habló, pero esto no es nada comparado con lo que siento ahora cuando pronuncia estas palabras. Al mismo tiempo, me doy cuenta de algo.

—?Sabes qué? No he trabajado durante a?os para amarme a mí misma, para dejar que alguien me lastime tanto—, digo.

Wren niega con la cabeza y luego da otro paso hacia mí.

—No sabía cómo responder. ?Todavía quieres seguir en contacto conmigo? No pensé en lo que parecía desde tu perspectiva.

—Bueno, parece que quieres reunirte conmigo solo en secreto, —respondo en voz baja.





Espero que él niegue y me asegure lo que yo significo para él. Espero su respuesta. Diez segundos. Veinte. Más de medio minuto, y luego pierdo la noción del tiempo y la situación se vuelve realmente desagradable. Me doy cuenta de que no puedo esperar una respuesta.

Apenas puedo tragar y mirarlo a la cara.

Miro a los ojos de color marrón oscuro, pesta?as negras y rizadas, un peque?o lunar en la mejilla derecha. Y luego quito mis ojos de él.

Me aclara la garganta. —Cuídate, Wren—. Con estas palabras, me doy la vuelta y lo dejo en la acera. Solo ahora siento lo húmedas que están mis manos. Lo fuerte que retumba la sangre en mis oídos.

Y cuánto me duele el corazón.



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—?Qué tal esto? — Ofelia pregunta.

Me resulta difícil controlar mis expresiones faciales para no fruncir el ce?o cuando miro los suéteres en miniatura que mi tía me muestra en la tableta. Rosa cerdito, salpicado de purpurina, absolutamente no es lo que quiero que lleven mis hijos.

—?Quizás un poco menos de rosa? — Respondo diplomáticamente, y entonces es Ofelia la que hace una mueca.

—Eres igual que tu madre. También protestó con tu ropa cuando le propuse más colores.

En las últimas semanas, revisé los álbumes de Ofelia y descubrí que mi madre tenía un gusto fantástico en lo que respecta a mi ropa y la de James.





Por lo general, se mantenían en colores neutros y combinaban perfectamente, aunque no eran idénticos. Me gustaría que mis peque?os fueran bebés igualmente elegantes.

—Mamá era muy buena en eso—, le digo.

Con un suspiro, Ofelia me quita la tableta y continúa vagando por la tienda en línea, lanzando todo al carrito probablemente en el tama?o más peque?o.

—No sé cómo puedes soportarlo—, dice finalmente, mirándome por encima de sus gafas de sol. —Yo estallaría de curiosidad si fuera tú.

—Yo también tengo mucha curiosidad. Pero es más como... una feliz expectativa.

—?Cuándo decidiste que sería una sorpresa? — pregunta. Me 230

acaricio el estómago en mi ensue?o.

—Todo el embarazo es una gran sorpresa. Cuando el doctor me preguntó si quería saber el sexo de los ni?os, pensé que sería divertido esperar. La sorpresa es en realidad el tema de todo esto.

Desde que estoy en casa de Ofelia, no siento que tenga que susurrar sobre mis hijos cada vez que hablo de ellos. Me ha ayudado a relajarme y a aceptar el hecho de que no tengo otra opción, tengo que aceptar lo que es y buscar por mí misma lo positivo. Mi tía probablemente no lo sabe, pero supongo que gracias a ella ahora, seis semanas antes de la solución planificada, no pierdo la cabeza.

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