Save Us (Maxton Hall #3 )(78)



—Fantástico, Ember. ?Tienes talento!— Sonríe radiantemente. Me intriga cómo puede saberlo por unas pocas huellas digitales, pero aún así estoy feliz.

—?También has estado pintando?— Veo unos globos llenos de color.

—Sí, el mío es este.

—?Con brillo! ?De dónde sacaste la purpurina? No la veo por ningún lado.— Digo mirando alrededor.

—Ho, ho, tienes muy buen gusto. — Ofelia sonríe de oreja a oreja.

—Lydia me dijo que no debía exagerar, así que cogí la purpurina, pero si quieres, la cogeré enseguida.

Sacudo la cabeza.





—No, estoy bien. Pero tuviste una gran idea sobre este cuadro.

—No he hecho nada más que buscar inspiración para un baby shower en cuatro semanas. Tuve que limitarme de todos modos, porque el jardín estallaría en las costuras. De todos modos, supongo que puedes ver que...— Se inclina hacia adelante con la mano. —?Oye, Percy, tú también necesitas pintar algo!— ...y de repente está gritando.



El chofer, que se sirve una limonada de toronja a una docena de metros de nosotros, se pone tenso rápidamente. —Yo... Bueno. ?De verdad lo crees?— Ofelia está agitando su mano sobre su resistencia.

Percy mira el buffet de nuevo y luego se acerca a nosotros con un suspiro.

He oído a mi madre admirarlo, y debo decir que ya sé por qué. Es realmente muy agradable, tiene una voz grave y una sonrisa cálida.

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Encuentro muy divertido que se dirija tan oficialmente a Ofelia, Lydia y James incluso en un mar de globos de colores.

—Toma el amarillo—, dice Ofelia.

—?Por qué el amarillo?

—Porque es un color soleado, y se supone que es una imagen brillante. –Su relación mutua, la soltura con la que Ofelia le da miradas, su sonrisa, no tan formal, más cordial, revela que se conocen desde hace mucho tiempo.

Percy toma la pintura amarilla, tiene su pulgar en ella y la imprime en el lienzo. Su diámetro es mucho mayor que el mío.

—?Cómo conseguiste que Percy pintara?— De repente oigo la voz de James detrás de mí.

Me doy la vuelta.





—Lo está haciendo bien, ?no es así, eh...?— Las palabras se me meten en la garganta.

Wren está de pie junto a James y me mira intensamente. Parece que quiere decirme algo.

No estoy lista para eso.

Cuando abre la boca, reacciono instintivamente: murmuro algo bajo mi nariz, me doy la vuelta y salgo corriendo hacia la casa.

Corro por el invernadero y camino por el estrecho pasillo hasta el ba?o de invitados. Cierro la puerta detrás de mí, respiro profundamente y trato desesperadamente de controlar los latidos de mi corazón. Me acerco al lavabo, pongo mis manos y mu?ecas bajo el agua fría y me lavo el cuello.

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Durante mucho tiempo miro los azulejos de color amarillo-marrón, a veces decorados con imágenes de perros. Ofelia tiene un extra?o, pero a la vez encantador gusto que mueve algo en mí. Tal vez sea culpa del polen de afuera, tal vez de las baldosas del perro, o tal vez, aunque es muy poco probable, es culpa de Wren que mis ojos se lagrimeen de repente.

Estoy tratando de controlarlo y tomarlo en mi mano. Se supone que es un día hermoso. No dejaré que la presencia de Wren me lo estropee.

Reviso mi maquillaje, me lavo las manos de nuevo y abro la puerta.

Doblo a la derecha... y casi me tropiezo con alguien.

—Aquí estas,— dice Wren.

Lo miro fijamente. Me habla como si fuera su compa?era, a la que buscaba y finalmente encontró. Es como si hubiéramos venido juntos.

Qué tontería. Doy un paso atrás.





—?Qué es lo que quieres? — pregunto.

—Hablar contigo si tienes un momento,— responde.

No puedo apartarme de su mirada, y pensé que yo era la que daba las cartas. Aparentemente, también me lo he inventado.

—No lo sé.— Hablo con impotencia. Miro alrededor, comprobando que nadie nos escuche. No tengo ni idea de lo que le diría a Ruby si nos pillara a mí y a Wren en un pasillo oscuro. ?Cómo le explicaría que es por él que raramente he estado en casa últimamente y he faltado a clase?

Que quería estar con él porque despertó en mí algo que nunca había sentido antes.

No creo que me entienda. Sobre todo porque no me entiendo a mí misma.

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Realmente necesitamos hablar. No podemos seguir así.

—No sé de qué estás hablando.— Respondo en voz baja.

Las balas que disparan los ojos de Wren son casi imperceptibles. Hay una nueva, como indefensa expresión en su cara. —Ember, tengo que decirte algo.— él susurra después de un rato.

Todos los malos pensamientos que me han estado molestando después de esa reunión frente a mi escuela están volviendo con toda su fuerza.

No eres lo suficientemente buena. Volviste a terminar en cierto estante, como siempre que conoces gente nueva.

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