Ciudades de humo (Fuego #1)(114)



—?Eso es todo, Kenny? —preguntó—. Creo que ha sido incluso más rápido que la última vez.

él estaba furioso. Se puso de pie y empezó a atacarla sin siquiera pensar los movimientos, deseando solo golpearla. Trisha se divirtió dándole pu?etazos peque?os en el estómago y en la espalda, sin recibir uno solo. Cuando Kenneth mostró signos de cansancio, ella empezó a pelear de verdad.

Y lo demostró cuando el chico le lanzó una patada que ella esquivó, derribándolo de nuevo. Mientras él estaba de rodillas, trató de asestarle un pu?etazo en el estómago. Ella volvió a enganchar su mu?eca, esta vez con las piernas y giró el cuerpo, de manera que su codo se clavó con fuerza en la nariz amoratada del chico.

Este la soltó enseguida, goteando sangre y con una mueca de horror. Trisha miró a sus instructores tan tranquila como si diera un paseo.

—?Puedo irme?

Deane estaba furiosa al ver a su alumno predilecto en el suelo, gimoteando y cubriéndose la nariz. Ni siquiera le respondió.

—Buen trabajo —le dijo Max, sin embargo.

Y Trisha volvió sonriente a su lugar, donde Jake aplaudía más que nadie.



*



Cuando Rhett abrió la puerta esa noche, Alice todavía estaba emocionada por lo que había pasado en las pruebas. No sabía ni cómo había aguantado las ganas de salir corriendo a verlo durante esas dos largas horas. Habían sido eternas.

—Menuda paliza que le ha dado Trisha a ese creisino —exclamó, entrando—. ?No había disfrutado tanto en mucho tiempo!

Rhett la miró, divertido.

—?Creisino? —repitió.

—?Eso no es algo malo?

—Es cretino, Alice.

—Después de lo que le había hecho a Jake..., ojalá la hubieran dejado con él un rato más.

—Me preocupa un poco lo violenta que te estás volviendo —observó Rhett, apoyándose en la puerta.

—No es violencia. Es..., argh..., satisfacción. Se lo merecía, ?no crees?

—Sí, eso es cierto.

Alice se quedó en silencio un momento antes de mirarlo.

—?La elegiste porque sabías que lo machacaría?

—Digamos... —él sonrió ligeramente— que no pude resistirme. Era tentador.

—?Eres el mejor!

Sin pensar en lo que hacía, Alice se lanzó sobre él. Literalmente. Le rodeó el cuello con los brazos y Rhett dio un traspié al sujetarla con las manos. Pero a Alice no le importó estar colgada de él, se sentía demasiado feliz. Así que se limitó a apretujarlo, agitando las piernas en el aire.

—Alice... —murmuró él medio ahogado—. Nos vamos a caer.

—?Eres el mejor instructor del mundo!

—Me alegro, pero... me estoy ahogando.

—?Nunca pensé que me alegraría ver a Trisha intentando asesinar a alguien! —Ella siguió apretujándolo aún más—. Menos mal que no todos sois como Deane. Ojalá todos fueran como tú.

—?Podrías dejar de hablar de mí como si fuera un santo o algo así? —protestó él, rindiéndose y dejando de forcejear para zafarse de su abrazo—. Por cierto, ?no tienes ropa interior normal? Cada día es más ridícula.

—?Qué tienen de malo? —Alice por fin lo soltó y volvió a tocar el suelo con los pies. Miró sus bragas, confusa—. A mí me parecen divertidas.

En la cara de Rhett apareció media sonrisa ladeada.

Alice se encogió de hombros. Luego miró a Rhett con los ojos entrecerrados.

—Oye, ?y tú por qué me mirabas las bragas? —Rhett enrojeció—. A mí no me importa. —Ella se encogió de hombros—. Se supone que la ropa está para que los demás la vean.

—Bueno, sí, pero...

—?Quieres ver mi sujetador?

—?NO! —Rhett la detuvo cuando vio que empezaba a subirse la camiseta—. Bájate eso. No quiero verlo.

—Eres un aburrido. —Alice se cruzó de brazos—. De todas formas, ahora que lo pienso, no llevo.

Rhett la miró de arriba abajo, sorprendido, y luego miró hacia cualquier otro lado, más incómodo que nunca.

—?Vas a escoger una película o qué? —preguntó él impaciente.

Alice se sentó en el suelo y empezó a rebuscar entre las cintas para escoger una. Oyó a Rhett suspirar y murmurar algo para sí mismo sobre darse una ducha fría.

Alice no encontró nada que le llamara la atención, así que, mientras él seguía en el ba?o, se puso a cotillear. No tenía muchas fotografías, pero sí varios libros en una estantería peque?a. Agarró uno, volvió a sentarse en el suelo y lo hojeó. Rhett apareció unos segundos más tarde. Al verla con el libro en la mano, la miró, interrogativo.

—Soy un androide de información —explicó ella, encogiéndose de hombros y ense?ándole la portada—. Mi principal función en mi antigua zona era pasarme horas y horas en la biblioteca adquiriendo conocimientos.

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