El lado bueno de las cosas(24)


—?Ahhhhhhhhh!

—?E! ?A! ?G! ?L! ?E! ?S! ?EAGLES! —cantamos al unísono, deletreando la palabra con nuestros brazos y piernas. De repente me siento muy feliz.

Cliff predice una victoria de los Eagles por 21-14 y me acompa?a a la salida después de que yo le diga que estoy de acuerdo con su pronóstico. En la sala de espera está mi madre, que nos dice:

—?Estabais haciendo el cántico de los Eagles?

Cliff levanta las cejas y se encoge de hombros, pero cuando se da la vuelta y se dirige a su oficina empieza a silbar el ?Volad, Eagles, volad?, lo que me hace llegar a la conclusión de que tengo el mejor terapeuta del mundo entero.

De camino a casa mi madre me pregunta si Cliff y yo charlamos de algo más que de fútbol durante la terapia. En vez de responderle, le digo:

—?Crees que papá empezará a hablarme si los Eagles ganan a los Giants?

Mamá frunce el ce?o y dice:

—La triste realidad es que puede que sí. Realmente puede que sí.

Eso me anima mucho.





LA CABEZA DE TIFFANY FLOTANDO POR ENCIMA DE LAS OLAS


Cuando Ronnie viene a recogerme con su monovolumen (que tiene tres hileras de asientos), Tiffany ya está sentada junto a la silla de coche de Emily, así que yo me siento en la última fila y colocó a mi lado el balón de fútbol americano y la bolsa que mi madre me ha preparado (y que contiene una toalla, ropa de recambio y una bolsa llena de comida, a pesar de que le dije a mamá que Ronnie iba a traer bocadillos de la tienda de delicatessen).

Mi madre siente la necesidad de quedarse en el porche y saludar con la mano, como si yo tuviese cinco a?os. Veronica (que está sentada en el asiento delantero) se inclina sobre Ronnie y le grita a mi madre: —?Gracias por el vino y las flores!

Mi madre se toma esto como una invitación para acercarse al vehículo e iniciar una conversación.

—?Te gusta el conjunto que le compré a Pat? —dice mi madre acercándose a la ventana de Ronnie. Se asoma y mira a Tiffany, pero esta le ha dado la espalda a mi madre y está mirando por la ventanilla las casas que hay al otro lado de la acera.

La ropa que llevo es ridícula: un polo naranja brillante, un ba?ador verde brillante y chanclas. Yo no quería ponerme nada de esto, pero sabía que Veronica armaría un escándalo si me ponía una de mis camisetas cortadas y un pantalón desgastado. Puesto que Veronica y mi madre tienen el mismo gusto, he permitido que mi madre me vistiera. Además, eso ha hecho muy feliz a mamá.

—Está genial, se?ora Peoples —dice Veronica mientras Ronnie asiente con la cabeza como diciendo que está de acuerdo.

—Hola, Tiffany —dice mi madre metiendo un poco más la cabeza en el coche. Tiffany la ignora.

—?Tiffany? —dice Veronica, pero ella sigue mirando por la ventanilla.

—?Ya conoce a Emily? —dice Ronnie.

Entonces sale del coche, saca a Emily de su asiento y la coloca en los brazos de mi madre. La voz de mi madre se vuelve muy graciosa cuando le habla a Emily, y Veronica y Ronnie, que están junto a mi madre, son todo sonrisas.

Esto sigue durante unos minutos hasta que Tiffany se vuelve y dice: —Pensé que hoy íbamos a ir a la playa.

—Lo siento, se?ora Peoples —dice Veronica—, mi hermana puede ser algo brusca a veces, pero es cierto que deberíamos irnos si queremos comer en la playa.

Mi madre asiente rápidamente y, mientras Ronnie coloca a Emily en su sillita, dice: —Pásalo bien, Pat.

Vuelvo a sentirme como si tuviera cinco a?os.

De camino a la playa, Ronnie y Veronica nos hablan a Tiffany y a mí igual que le hablan a Emily, como si realmente no esperaran una respuesta, diciendo cosas que no hay necesidad de decir, como: ?Qué ganas tengo de llegar a la playa?, ?Lo vamos a pasar muy bien?, ??Qué deberíamos hacer primero: nadar, pasear por la playa o jugar con el balón??, ?Que día tan bonito? o ??Lo estáis pasando bien, chicos??.

Después de estar veinte minutos sin responderles, Tiffany dice: —?Podemos pasar un rato en silencio?

Así que el resto del viaje trascurre silencioso, excepto por unos grititos que emite Emily y que sus padres dicen que son cantos.

Cruzamos Ocean City y un puente que lleva hasta una playa que no conozco.

—Está menos abarrotada —explica Ronnie.

Cuando aparcamos, colocan a Emily en algo que parece una mezcla entre un carrito y un todoterreno y que Veronica empuja. Tiffany lleva la sombrilla. Ronnie y yo cargamos con la neverita, y cada uno sujetamos un asa. Recorremos un caminito de madera y cruzamos las dunas hasta llegar a la playa. Una vez allí vemos que la tenemos para nosotros solos.

No se ve a ninguna otra persona.

Tras una breve discusión sobre si la marea está subiendo o bajando, Veronica escoge una zona que está seca y coloca una toalla sábana mientras Ronnie empieza a clavar la sombrilla en la arena. Como hace algo de brisa, Veronica tiene problemas para colocar la enorme toalla en la arena.

Si quien hubiese estado colocando la toalla hubiese sido otra persona, yo habría cogido una esquinita de la misma y habría ayudado, pero como no quiero que me griten espero a que me den órdenes antes de hacer nada. Tiffany hace lo mismo, pero Veronica no pide ayuda.

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