El lado bueno de las cosas(22)



—No te estoy diciendo que seas borde o que cotillees sobre ella, solamente te lo digo para protegerte —dice Ronnie. Yo asiento—. Bueno, será mejor que vaya a casa con Veronica. Puede que venga un día para hacer una sesión de pesas contigo, ?te parece?

Asiento otra vez y le observo correr mientras se aleja sintiendo que ha cumplido su misión, pues está claro que se le permitió venir a ver el partido porque Veronica quería que me hablase de Tiffany, probablemente porque Veronica pensó que igual me aprovechaba de su hermana ninfómana, lo cual me cabrea mucho y, sin darme cuenta, estoy llamando al timbre de los Websters.

—?Hola? —me dice la madre de Tiffany cuando abre la puerta. Parece mayor con el pelo canoso y la gruesa chaqueta que lleva a pesar de que estamos en septiembre y ella se encontraba dentro de casa.

—?Puedo hablar con Tiffany?

—Tú eres el amigo de Ronnie, ?no? ?Pat Peoples?

Asiento porque sé que la se?ora Webster sabe quién soy.

—?Te importa que te pregunte qué es lo que quieres de nuestra hija?

—?Quién es? —grita el padre de Tiffany desde otra habitación.

—?Es solamente el amigo de Ronnie, Pat Peoples! —grita a su vez la se?ora Webster—. ?Qué quieres de nuestra Tiffany?

Miro el balón que tengo en las manos y digo:

—Salir a jugar un rato. Hace una tarde preciosa. Pensé que igual quería tomar algo de aire fresco.

—?Solo jugar con el balón? —dice la se?ora Webster.

Le muestro mi anillo de casado para que sepa que no quiero tener sexo con su hija y digo:

—Escuche, estoy casado, solo quiero ser amigo de Tiffany, ?de acuerdo?

La se?ora Webster parece sorprendida por mi respuesta, lo cual es extra?o, pues estoy seguro de que es lo que ella quería escuchar. Pero momentos después dice:

—Da la vuelta a la casa y llama a la puerta.

Llamo a la puerta trasera pero nadie responde.

Llamo tres veces más y me marcho.

Estoy a mitad de camino cuando oigo algo tras de mí. Cuando me vuelvo, veo a Tiffany caminando muy deprisa hacia mí. Lleva un chándal rosa hecho de un material que cuando roza cruje. Cuando se acerca, le paso el balón muy suavemente, pero ella se aparta y el balón cae al suelo.

—?Qué quieres? —dice.

—?Quieres jugar con el balón?

—Odio el fútbol americano; ya te lo dije, ?no?

Como no quiere jugar decido preguntarle simplemente lo que me interesa saber.

—?Por qué me sigues cuando salgo a correr?

—?De verdad te importa?

—Sí —respondo.

Entorna los ojos y hace que su expresión parezca borde y dice:

—Te estoy controlando.

—?Cómo?

—He dicho que te estoy controlando.

—?Por qué?

—Para ver si estás lo suficientemente en forma.

—?Lo suficientemente en forma para qué?

Pero en vez de responder a mi pregunta, dice:

—También estoy controlando tu ética de trabajo, tu fortaleza, la manera en la que te desenvuelves ante los problemas, tu habilidad para perseverar cuando no estás seguro de lo que sucede a tu alrededor y…

—?Por qué?

—Aún no puedo decírtelo —explica.

—?Por qué no?

—Porque aún no he terminado de observarte.

Ella empieza a caminar y yo la sigo. Pasamos el lago, cruzamos el puente y salimos del parque, pero ya no volvemos a hablar.

Me lleva hacia la avenida Haddon y allí pasamos por las tiendas nuevas, los restaurantes ostentosos y adelantamos a otros peatones, a ni?os en monopatín y a hombres que levantan las manos en el aire y gritan ??Adelante, Eagles!? al ver mi camiseta de Hank Baskett.

Tiffany gira en la esquina de la avenida Haddon y se mete por una zona de casas residenciales hasta que llegamos a casa de mis padres. Entonces se para, me mira y (después de haber pasado una hora en silencio) me dice:

—?Ha ganado tu equipo?

Asiento.

—Sí, 24-10.

—Qué afortunado —dice Tiffany, y luego se marcha.





EL MEJOR TERAPEUTA DEL MUNDO


El lunes por la ma?ana, el día después de que los Eagles ganasen a los Texans, sucede algo extra?o. Estoy en el sótano haciendo ejercicio cuando mi padre baja por primera vez desde que he vuelto a casa.

—?Pat? —dice.

Dejo de hacer estiramientos, me levanto y lo miro. Está en el último escalón, como si no se atreviera a poner ni un pie en mi territorio.

—?Papá?

—Realmente tienes un buen equipamiento aquí.

No digo nada, ya que sé que probablemente está enfadado con mamá por comprarme casi un gimnasio entero.

—Hay mucha información sobre los Eagles en la prensa de hoy —dice mientras me ofrece la sección de deportes de los periódicos The Courier Post y The Philadelphia Inquirer—. Me he levantado pronto y he terminado de leer los artículos para que tú pudieses leerlos y estar al día con el equipo. Por tus comentarios de ayer durante el partido me he dado cuenta de que no conoces a todos los jugadores y he pensado que ahora que estás en casa te gustaría seguir al equipo esta temporada y… Bueno, a partir de ahora te dejaré la prensa todos los días en el primer escalón.

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