Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(124)
Pero solo por un momento.
Luego ese efecto desaparecería. No sería como lo que yo esperaba que fuera la revelación del asesinato de Eli, el cual había sido mi verdadero plan a escondidas de ellos.
Ante mi falta de movimiento, Dash me hizo un gesto con las manos de ??rápido, vamos!?. Kiana también abrió mucho los ojos y se?aló la tarima con la cabeza. Sus labios se movieron en un silencioso ??Tú puedes!?.
Entonces entendí, devastada, que no podía hacerlo, porque si Eli no estaba muerta yo ya no tenía nada contra él.
Nada.
Así que no me moví. No pude subir a la tarima y derrotarlo delante de todos, como había planeado. Me quedé paralizada, derrotada.
Aunque... algo iba a hacer justicia por mí.
Sucedió de repente. Aegan estaba hablando, muy inspirado, y de repente su boca enorme se quedó inmóvil en la forma de la siguiente palabra que iba a pronunciar por el micrófono. Su expresión facial se congeló. Los ojos, normalmente maliciosos, se le abrieron mucho, pasmados. Dejó un profundo silencio.
La gente lo miró, expectante, confundida. Regan, todavía allí, a un lado, también lo miró de arriba abajo con desconcierto. Yo no entendí por qué se había callado de esa forma si su plan de hacer el discurso y destacar estaba siendo un éxito. ?Qué le pasaba? ?Iba a arruinar su propio momento triunfal?
Regan se atrevió a preguntarle qué le sucedía, todos vimos cómo movía la boca y le decía alguna cosa. Pero Aegan no reaccionó y siguió tan inmóvil que asustó a la mayoría. ?Iba a morirse o qué? Ay, Dios.
Regan volvió a preguntarle algo.
Y él entonces respondió, pero no con palabras.
Entre el silencio expectante de la feria, bajo el nocturno cielo estrellado, frente a los alumnos y alumnas de Tagus, Aegan soltó un largo, sonoro, líquido y asqueroso pedo. Y todos lo escucharon porque el micrófono amplificó el sonido.
Bueno, sí necesitaba algo.
Un retrete.
Cuarto suceso: ?La explosión?.
Quedé impactada, tan pero tan impactada que me llevé las manos a la boca. La gente también. Fueron cientos de ojos abiertos y asombrados los que lo vieron. Algunas sonrisas de burla aparecieron de inmediato, pero otras caras eran de perplejidad absoluta. ?Eso había salido del impecable Aegan? ?Ante la multitud?
Entonces me acordé: el laxante. El laxante acababa de hacerle efecto.
?Madre de todas las futuras diarreas! ???Jajajaja!!!
Justo cuando alguien entre la gente soltó una risa sonora de burla, justito antes de que otra persona le siguiera y otra más, Aegan tiró el micrófono al suelo y salió corriendo de la tarima en busca de un ba?o.
—?Oh, por Dios! —escuché a alguien exclamar cerca, entre a punto de echarse a reír a carcajadas y aún dentro del pasmo—. ?Aegan Cash acaba de cagarse en los pantalones?
Al parecer, sí.
Se escucharon risas. Los comentarios empezaron. Las voces se alzaron en bullicio por toda la feria. Vi a Regan en la tarima tomar el micrófono para decir algo. Su boca reprimía una carcajada, probablemente feliz de que su medio hermano fallara en haber intentado robarle el discurso.
Sin duda alguna eso había sido buenísimo, pero no pude disfrutarlo. Aún no me había recuperado de la sorpresa por la transmisión en directo de Eli. Todavía sentía que podía desmayarme, que mi cerebro no estaba funcionando por completo para procesar mi fracaso. Yo solo... yo solo necesitaba respuestas.
Y fui a buscarlas.
Me fui rápido en dirección a donde debían de estar los ba?os de la feria. Esquivé a la gente que se reía y hablaba sobre Aegan. Oí comentarios por el camino: ?Seguramente comió tacos del puesto que está cerca de la tarima, saben mal?. Nadie sospechaba de un laxante, ni de mí.
Llegué a los ba?os portátiles, cuatro casetas azules juntas. No tardé en encontrarlo. Desde el último ba?o me llegó un sonido flatulento de esos capaces de causar risas. Me habría desmayado de las carcajadas de no ser porque yo seguía abrumada por el rostro de Eli.
—Aegan, ?estás ahí? —le pregunté, frente a la puerta.
—??Qué quieres?! —soltó desde adentro, entre alterado, enojado y dolorido—. ?Vete!
No pude.
—Escucha, esa chica de la transmisión...
—?Es mi ex, sí! —aceptó él con impaciencia y amargura—. Ahora lárgate de aquí. Oh, maldita sea —se quejó de su propio estómago.
De fondo, en toda la feria, empezó a escucharse la fantástica voz de Regan honrando a los ancestros de Tagus.
El culo de Aegan emitió un pedo líquido en protesta.
—Ella había desaparecido —solté también.
—?Qué? —Sonó extra?ado. Y molesto, pero sobre todo extra?ado.
—Lo escuché en alguna parte —mentí, necesitada de respuestas—. Que un día se fue y ya no volvió más.
—Sí, a un retiro espiritual como ella ha explicado en la transmisión —contestó él con obviedad.