El mapa de los anhelos(109)
No se oye nada. Eso me sorprende.
Voy al comedor. Mamá está sentada en el sofá con un libro en la mano que cierra en cuanto me ve. él está en el sillón y no deja de frotarse las sienes, aunque levanta la vista al oír mis pisadas. Dejo las llaves en la repisa de la chimenea.
—?Qué está pasando?
—Verás, lo de antes…
—Tu padre y yo vamos a divorciarnos —lo corta ella, y el tono de su voz es seco y contundente—. Empezamos los trámites hace unas semanas.
Estoy confusa. Tan confusa que sigo anclada en el último escalón, en las manos acariciándose y en el tono bajo de su voz diciendo ?yo también, Allison?.
—?Mamá lo sabe todo o eres tan cobarde que ni siquiera has sido capaz de decírselo? —pregunto mirándolo.
—Yo… —murmura él con voz temblorosa.
—?Que hay otra mujer? —Ella se levanta y se acerca hacia mí. Me acaricia la mejilla y en sus ojos veo tanto dolor como alivio—. Sí. Lo sé desde hace tiempo, Grace. Tranquila.
—Pero ?cómo es posible? Después de todo lo que hemos pasado…
Ella sacude la cabeza y dice:
—Ahora… todo está bien.
él se pone en pie. Se muestra perdido y le brillan los ojos como si estuviese reteniendo las lágrimas. De pronto parece más peque?o, más viejo, más débil. O quizá sea solo cosa de mi percepción, porque el hombre que creía conocer, ese que pensaba que estaba regresando poco a poco, acaba de esfumarse de golpe. No estoy segura de quién es en estos momentos y me cuesta mirarlo porque al hacerlo siento un pellizco de desilusión.
—Creo que debería irme esta noche. Volveré ma?ana a primera hora.
—Te lo agradecería, Jacob. —Mamá le dirige una mirada afectuosa que me cuesta encajar y yo sigo ahí sin moverme hasta que escucho la puerta cerrarse.
—No lo entiendo… —susurro.
—Ven, Grace, tomaremos algo.
Mamá me rodea los hombros con un brazo y nos dirigimos a la cocina. Calienta agua en el microondas y luego le a?ade una bolsita de manzanilla. Después me pone la taza delante, se sienta enfrente y remueve la suya con lentitud.
—?Desde cuándo lo sabes?
—Unos meses… —Suspira hondo—. Aunque supongo que lo sospeché casi desde el principio. él no se atrevió a decírmelo entonces, le ha costado tanto aceptar sus sentimientos como encontrar el valor para ser sincero, y quizá a mí no me importaba lo suficiente como para molestarme en indagar más.
—No me lo puedo creer…
—En realidad, hacía mucho tiempo que tu padre y yo ya no caminábamos en la misma dirección. Por lo visto quiso solucionarlo antes, pero entonces Lucy murió y…, bueno, no ha sido fácil. Pensó que no podría soportar otro golpe.
—Es que no es justo para ti…
—La cuestión es que soy fuerte, siempre lo he sido. Y me siento capaz de seguir adelante sin él. Creo que es lo mejor para los dos, nuestra relación ha mejorado bastante desde que tomamos la decisión de divorciarnos.
Así que era eso. Cuando creía que estaban mejor que nunca, que empezaban a compartir espacios y momentos, a entenderse y encontrarse, en realidad lo que ocurría era que habían optado por romper su matrimonio y tomar desvíos distintos. De ahí la paz en casa.
—?Por qué nadie me lo contó?
—íbamos a hacerlo pronto. Pero te veíamos tan bien que no queríamos ser una preocupación para ti después de todo lo que hemos pasado este último a?o. Y acabas de empezar con ese chico… Y estás a punto de irte de viaje… tan lejos… Mi peque?a. —Alarga la mano por encima de la mesa y aprieta la mía con ternura—. Yo le pedí que esperase.
Tengo un nudo en la garganta, soy incapaz de beberme la infusión.
—?En qué momento dejas de querer a una persona?
—No lo sé, tu padre y yo no hemos dejado de hacerlo…
—Pero… esto… —Hago un gesto con las manos y, finalmente, las dejo caer—. ?Cómo puedes defenderlo?
—Eres joven. Sé que ahora no lo entiendes. Y también sé que cuando te enamoras, al principio, todo parece tan perfecto que te preguntas si el resto del mundo habrá vivido algo igual o lo que sentís vosotros es único y diferente. Pero, cuando ese amor fugaz pasa, lo que queda son dos personas de carne y hueso, con sus debilidades y fortalezas. Tu padre y yo hemos pasado por mucho juntos. Mucho, Grace. Solo nosotros sabemos lo que queda dentro… y lo que ya no queda. ?Lo entiendes?
Asiento con la cabeza, aunque no estoy segura.
—?Y tú… estás bien? —susurro.
—Sí, de verdad que sí. Ha sido complicado… —Se le llenan los ojos de lágrimas y, cuando se escurren, se las limpia con el dorso de la mano—. He pasado tantos a?os viviendo para Lucy que ahora me cuesta vivir para mí. Ella era todo mi mundo…
Me levanto para ir a su lado y me siento en su regazo como si siguiese siendo una ni?a, quizá porque a veces todavía me siento así. Y la necesito. Si alguna vez dije lo contrario, mentí. Necesito a mi madre y ella me necesita a mí. El abrazo que le doy dice: ?Quédate a mi lado para siempre y yo haré lo mismo?.