Todo lo que nunca fuimos (Deja que ocurra, #1)(98)



—Iré por mi cuenta.

—Está bien. Dame un beso, enana.

No lo habría dejado marchar si hubiese sabido lo que iba a ocurrir unas horas después…





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AXEL

Era una noche cálida de primavera, así que fui caminando hasta la casa que Justin y Emily se habían comprado unos a?os atrás a las afueras. Avancé por el camino de la entrada y mis sobrinos salieron corriendo de detrás de unos matorrales en los que se habían agazapado. Me reí cuando me atacaron con un par de pistolas de agua y conseguí quitarle una a Max y dispararle en la cara hasta que se fue corriendo.

Saludé a Emily y luego salí al jardín, donde ya estaba preparada la mesa en medio del césped. Justin estaba un poco más allá, delante de la barbacoa. Me acerqué por detrás y le di una palmada en la espalda mientras miraba la carne asándose.

—?Has sido un buen hermano pensando en mí?

—Tienes dentro lasa?a de verduras.

—Joder, te quiero —me reí.

Justin negó con la cabeza antes de darles la vuelta a las hamburguesas mientras sus hijos correteaban de un lado para otro.

—?Qué tal va todo? —preguntó.

—Ahí, más o menos.

Aparté la mirada al oír que se abría la puerta de casa y ver a Leah saliendo por ella. Y joder, se me paró el corazón. Porque estaba preciosa, con esa sonrisa… y con ese vestido que deseé quitarle de inmediato. Me acerqué y le di un beso en la mejilla. Justin estaba bastante tenso cuando la saludó y le preguntó si prefería la carne muy hecha.

Estuvimos un rato entretenidos con Max y Connor haciendo de las suyas, sin parar ni un segundo, y llevando los platos a la mesa. Mis padres aparecieron justo cuando dejaba la fuente de mi cena y fui a saludarlos.

Unos metros por detrás, vi llegar a Oliver.

Lo vi con el ce?o fruncido y la boca contraída en una línea fina y tensa. Supongo que, con esas se?ales, debería haber adivinado lo que iba a ocurrir. Cuando se abrió paso entre todos y me alcanzó, no pude evitar encajar el primer pu?etazo. Ni tampoco el segundo. Los gritos de mi familia se alzaron alrededor, pero yo solo podía pensar en el dolor lacerante y en lo que me causaba sentirlo, porque sabía que una parte de mí se lo merecía, porque al menos podía darle esa satisfacción a Oliver.

Me tambaleé con el tercer golpe, pero logré seguir en pie. Oí cómo Leah llamaba a su hermano, pero ni él ni yo podíamos apartar los ojos del otro, como si todos los hilos que nos habían mantenido atados y unidos desde que teníamos ocho a?os se estuviesen rompiendo uno a uno. Sentí el sabor metálico de la sangre en la boca y escupí en el suelo. Oliver dio otro paso hacia mí. No parecía en absoluto haberse desahogado, pero Justin lo cogió por detrás antes de que pudiese alcanzarme. Creo que fue porque se dio cuenta de que yo no pensaba defenderme.

—?Cómo cojones…? ?Cómo has podido?

No contesté. Bueno, ?qué iba a contestar? Estuve a punto de soltar un simple ?Ocurrió, pasó?, pero ya sabía que no iba a ser suficiente. Lo vi en sus ojos. En el enfado, en el odio, en la incomprensión y la decepción.

—?Qué está ocurriendo aquí? Chicos… —Mi madre tenía la voz temblorosa y los ojos muy abiertos.

Connor empezó a llorar mientras Emily se lo llevaba dentro con su gemelo, y yo me froté la mandíbula dolorida intentando no mirar a mis padres.

—Tenemos que hablar…

—?Te voy a matar, Axel!

Justin lo sujetó más fuerte.

—Esta noche. En mi casa —seguí, y no sé por qué co?o sonaba tan frío y tan calmado, porque por dentro me estaba muriendo. Pero siempre había sido un poco así. Siempre me había costado sacar las emociones en situaciones de tensión—. Te espero en una hora.

—Eres un hijo de puta —escupió.

Siendo justo, tenía su parte de razón.

—Vete ya, joder, Axel —me rogó Justin.

Consideré qué sería lo más conveniente y me fui evitando mirar a Leah, porque si lo hacía…, si lo hacía no estaba muy seguro de cómo podría acabar la cosa. Aún pude oír cómo Oliver le gritaba a su hermana que recogiese sus cosas, ignorando las preguntas de mis padres y los intentos de Justin por calmarlo. Después golpeé el volante, giré la llave del contacto y me alejé de allí.

Lo primero que hice cuando llegué a casa fue coger la botella de ron.

Di un par de tragos bebiendo directamente a morro mientras me acercaba al cuarto de ba?o y me miraba al espejo. Escupí el último en el lavabo porque todavía tenía sangre. Sumé dos más dos. No me hizo falta pensarlo mucho sabiendo que Oliver había ido esa tarde a Cavvanbah . Quizá Madison había visto demasiado, mucho más de lo que yo creía. Intenté calmarme. Bebí otro poco y unos minutos después oí los golpes en la puerta. Le faltó poco para echarla abajo. Abrí.

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